Réquiem por el Estar Café

Con este artículo no pretendemos enterrar un emblemático lugar como el Estar Café (San Vicente Ferrer, 20) antes de que muera sino anunciar su próxima defunción para que quienes lo hayan conocido cuenten con tiempo de pasar a despedirse de él y para que los que todavía no hayan tenido el gusto no se queden al margen de la historia: ¿quién en el barrio no ha estado alguna vez en este lugar? Si iniciáramos aquí una de esas cadenas del tipo “No eres de Malasaña si no...”, que tanto recorrido tienen en las redes sociales, sin duda no faltaría aquel que apuntara a las primeras de cambio: “... si no has pisado el Estar Café”. 

El Estar se traspasa y, tarde más o tarde menos, tiene los días contados. Avisado queda el respetable.

Con su adiós, además de otras muchas cosas, Malasaña perderá definitivamente a la camarera más amable que, posiblemente, se haya visto jamás por estos lares; algo que hoy en día, y visto lo visto en según qué sitios de la zona, es un activo tan importante como raro. Y es que sin desmerecer en absoluto a Pedro, el otro 50% del Estar, su hermana Delicias ha sido quien con su trato ha reinado entre las mesas de mármol del establecimiento, que lleva ya 36 años abierto.

Incontables la de cafés, cócteles o chocolates que habrán servido en este tiempo los hermanos Sahuquillo, casi tantos como horas habrán pasado sus clientes ante los más de 100 juegos de mesa que ponen a su disposición -muchos de ellos ya descatalogados-; alguno más que anécdotas de todo tipo atesorarán sus cabezas.

¿Dónde irán dentro de poco quienes durante años y años, los lunes, se han acercado al Estar a disputar unas míticas partidas de ajedrez que han reunido a parroquianos anónimos con otros famosos? ¿A dónde se trasladarán sus tertulias?

Seguro que llegado a este punto de casi final de crónica a más de uno se le habrá escapado un suspiro de resignación, cuando no una lágrima.