El Mercado de San Miguel reabre este viernes después de un día de cierre municipal por obras no autorizadas
El repentino cierre y desalojo del centenario Mercado de San Miguel, a pocos metros de la Plaza Mayor de Madrid, ha trastocado el discurrir habitual en el corazón de la capital española. En la mañana de este viernes, cuando no habían pasado aún 24 horas de la clausura, todavía reinaba la confusión en su entorno. Entre el ruido de los trabajos efectuados por los operarios y la incertidumbre de los turistas, el Ayuntamiento de Madrid empieza a dar respuestas a una actuación que ha llegado a las puertas del puente de mayo, con las importantes consecuencias económicas que puede acarrear para sus comerciantes.
Por suerte para ellos, ya han empezado las labores de limpieza y colocación de productos en su interior. Los efectivos del Mercado que se ocupan de ellas adelantan a Somos Madrid que la reapertura tendrá lugar “esta misma tarde, entre las 18.00 y las 19.00”.
El delegado de Desarrollo Urbano del Ejecutivo municipal, Mariano Fuentes, explicaba antes en un mensaje difundido a los medios de comunicación los motivos de este cierre puntual: “En el Mercado de San Miguel se estaban llevando a cabo sin los permisos y la autorización oportuna unas obras de refuerzo, consolidación de la estructura del inmueble y mejora de la cimentación”. El edil de Ciudadanos añadía que, ante esta circunstancia, “los servicios de inspección y los bomberos determinaron primero paralizar estas obras y a continuación mejorar las medidas de seguridad en el edificio”.
El alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, ha defendido igualmente en declaraciones a la prensa la actuación del Gobierno de Cibeles, aunque el regidor se muestra ambiguo en relación a las razones de la intervención: “Queremos garantizar la seguridad de los vecinos y de las personas que van al Mercado de San Miguel, que es uno de los principales atractivos turísticos de Madrid. Se reabrirá cuando se cumplan todos los requerimientos que se han hecho desde el servicio de edificación del Ayuntamiento de Madrid”. Y así ha sido en cuestión de horas.
Fuentes puntualiza por su parte que el desalojo se ejecutó con la idea de mantener el Mercado sin actividad hasta que “se amplíen” dichos protocolos de prevención. El consistorio no concreta por el momento el grado de riesgo al que se ha sometido a trabajadores y visitantes del lugar desde el inicio de los trabajos, los problemas estructurales y de seguridad detectados o cómo los han atajado. El concejal de Desarrolo Urbano sí reivindica que “las obras se tienen que hacer con todas las revisiones e inspecciones de las administraciones públicas competentes, más en un Bien de Interés Cultural que es un monumento de todos los madrileños”.
Pese a que según Fuentes “se han ejercido ya esas intervenciones de seguridad después de que se hayan desplazado al lugar los servicios técnicos del Ayuntamiento”, la estampa del espacio minutos después de las declaraciones del concejal no hacía presagiar una apertura inminente. Un precinto policial continuaba impidiendo la entrada al recinto, salvo para los operarios que llevan a cabo las comprobaciones o reparaciones oportunas, un puñado de funcionarios del consistorio y dos coordinadores del propio Mercado. Horas después han comenzado a llegar otros empleados del comercio.
“El único que trabaja aquí soy yo”, bromeaba durante la mañana en conversación con este medio uno de ellos, que niega cualquier irregularidad y justifica el cierre “simplemente por unos trabajos de mantenimiento”. Pese a tratar de rebajar la gravedad, reconocía que “no hay nadie de los puestos porque se les ha informado de que por el momento no abrimos”. No se ve capaz de estimar el impacto económico que supone para esos comerciantes un día de clausura, más si cabe a las puertas de un fin de semana que enlaza con el festivo nacional del lunes y el autonómico del martes.
Confusión turística
Los alrededores del Mercado de San Miguel son de por sí una zona bastante concurrida, como es lógico al ser parte del epicentro turístico de la ciudad. Pero el cierre ha aumentado el número de curiosos que se agolpan en las inmediaciones: muchos visitantes y algunos madrileños que tenían intención de entrar se preguntaban qué se lo ha impedido. Google no llegó a actualizar la información con la clausura del comercio y en Internet apareció como abierto en todo momento, por lo que se encontraron con una desagradable sorpresa.
Es el caso de Julie, turista estadounidense: “Es una pena. Me quedo todo el fin de semana en Madrid, así que espero que abra antes de que me marche”. Una pareja de visitantes mexicanos se ha llevado un chasco parecido, su intención era ver el Mercado porque “en las fotos parece un lugar colorido y con mucha vida”. Pese a que ya parecen conocer el lugar, un señor se acerca a explicarles que es “como la Boquería de Barcelona”. Posteriormente, este hombre empieza a teorizar sobre los motivos de la clausura y asegura que “el arquitecto de la reforma ha debido liar una buena”.
Aunque los comerciantes y empleados de los negocios de San Miguel son los más afectados, su cierre ha interferido en el trabajo de otras personas. Claudia, guía turística que normalmente establece en el Mercado una de las paradas de sus recorridos, comanda un grupo español, y al llegar ni siquiera se percatan del precinto: “Ya les había dicho de entrar, pero nos acabamos de dar cuenta de que no se puede. No sé qué habrá pasado pero supongo que algo no está en orden”, elucubra.
Otra guía turística, que prefiere no dar su nombre, sugiere que el edificio “se tendría que haber cerrado hace años para arreglar lo que hace falta”. Critica el estado de conservación de alguna de sus infraestructuras: “Imagina que sucede una desgracia con un trabajador o un turista, yo creo que ya era hora”. Los coordinadores del Mercado defienden por su parte que “según las autoridades el inmueble está bien”.
Inaugurado en 1916, el de San Miguel es uno de los principales centros gastronómicos de la ciudad gracias a su privilegiada ubicación, su característica fachada y su variada oferta. En sus interior se pueden degustar productos de primera calidad procedentes de todo el país: carnes, pescados, frutas y verduras o tapas y postres ya elaborados. Todo con unas materias primas que cumplen los protocolos oportunos. Está por ver si puede decirse lo mismo del edificio que las aloja.
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