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Lo que sabemos de los “Corta Cables” de Madrid, el colectivo que apagó las luces de Navidad y prevé más sabotajes

Imágenes del corte del suministro eléctrico en Madrid y uno de sus árboles sin luz

Diego Casado

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Se hacen llamar colectivo Corta Cables y se presentaron el pasado sábado en Madrid con el sabotaje de cinco puntos icónicos de su iluminación navideña: sus miembros cortaron con alicates varios cables de conexiones eléctricas del alumbrado y el apagón afectó a la bandera de España sobre el Paseo de la Castellana, a la Menina del Paseo del Prado, dejó también sin iluminación la Puerta de Alcalá y los árboles de Navidad de Nuevos Ministerios y Atocha. La acción fue reivindicada en una cuenta de Twitter creada el 13 de diciembre.

Por el momento se desconoce el número de personas que integran el colectivo, aunque sus integrantes se muestran abiertos a dar explicaciones sobre lo que hacen: “Detrás de estas acciones hay un grupo de personas preocupadas y afectadas por la situación de pobreza energética en la que se encuentra el 13% de los hogares madrileños”, afirman en respuesta a las preguntas de Somos Madrid, dos días después de su presentación en redes. “Nuestro objetivo es denunciar la pobreza energética y la crisis de la Cañada Real”, añaden.

El apagón del pasado fin de semana, que el Ayuntamiento de Madrid arregló por la noche, sobre las 22.30 horas, ha tenido consecuencias económicas y legales: reparar los cables costó 4.800 euros al presupuesto municipal, según estimaciones del área de Obras. Respecto a la investigación, la Policía Municipal ha abierto diligencias y ha rastreado la cuenta de Twitter desde donde se reivindicaron los sabotajes. Les acusan de daños al patrimonio municipal. Los Corta Cables no parecen amedrentarse ante esta situación: “Somos conscientes de que podemos sufrir consecuencias legales pero creemos que esta es la única forma de conseguir un cambio necesario”.

El discurso de este colectivo es idealista, reivindica la acción directa y considera que los sabotajes son una vía válida y efectiva para conseguir sus objetivos: “Decidimos hacer sabotaje basándonos en tantas otras luchas a lo largo de la historia que han conseguido sus objetivos a través del sabotaje, como por ejemplo las sufragistas con el voto femenino”, explican.

Uno de los reproches que les hace el gobierno municipal y también algunos usuarios de Twitter que responden a sus mensajes es el del problema de seguridad que están causando con estas acciones, tanto para ellos mismos como para las personas que podrían electrocutarse al tocar los cables sueltos. No parecen expertos en circuitos, aunque afirman haber tomado precauciones en los sabotajes: “Nos hemos informado sobre el funcionamiento de las instalaciones eléctricas y solo hemos cortado los cables que no tenían tensión al estar apagadas y no podrían causar un cortocircuito, comprobándolo con detectores de voltaje”.

Tampoco creen que sus acciones puedan afectar a terceros, aunque dejaran los cables expuestos al aire: “En todos los casos quedaron lejos del alcance de las personas que irían a ver las luces y tendrían que saltar una valla o meter los dedos donde claramente no se debe para entrar en peligro”, añaden. En el Ayuntamiento de Madrid explican que sí que corrieron riesgos al efectuar el sabotaje por la posibilidad de tocar los cables cortados y recibir de ellos una fuerte descarga eléctrica.

¿Seguirán los sabotajes? De momento, el colectivo Corta Cables se muestra satisfecho por el impacto de su primera acción en redes sociales y medios. “Mientras siga habiendo pobreza energética, seguirá habiendo razón para la lucha” dicen de forma enigmática, para después cargar contra las instituciones: “Para empezar la comunidad debería devolverle la luz a la Cañada Real, que llevan más de 400 días sin ella, es el derecho constitucional de todos los españoles tener una vivienda digna y deberían imponer medidas para conseguirlo”.

El nombre de la Cañada Real se repite en todas sus reivindicaciones. La zona de Madrid con mayor problema de infravivienda lleva más de un año sin luz en sus sectores 5 y 6. Mientras esperan los realojos de 173 familias anunciado hace unos días por el Ayuntamiento de Madrid, sus vecinos preparan el segundo invierno sin electricidad. En octubre, la Delegación del Gobierno planteó a Isabel Díaz Ayuso un plan de 200 millones de euros para realojar en tres años a las familias. Pero el problema todavía está lejos de resolverse.

Volviendo al centro de Madrid y a los sabotajes hay quien les están calificando como el Grinch, ese personaje que intenta chafar las fiestas navideñas. “No nos vemos como héroes ni villanos, solo buscamos sacar a la luz el tema de la pobreza energética porque lo consideramos indignante”, admiten.

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