Prueba del Opel Insignia 2.0T, una berlina de las que quedan pocas

En otros tiempos -no hablamos de la prehistoria, sino de apenas 15 o 20 años atrás-, el Opel Insignia que acabamos de probar en elDiario.es habría sido un coche apetecido por todos, amplio, cómodo, bien rematado y de una eficiencia inconcebible por aquel entonces. De hecho, sigue siendo una berlina excelente y a la que es difícil encontrarle un defecto claro, salvo que consideremos un defecto que el público ya no demanda apenas vehículos de estas características.
Cegados por el brillo de los SUV, muchos conductores se pierden con este Insignia un buen puñado de motivos de satisfacción. La unidad que hemos utilizado estos días estaba dotada de un motor 2.0 turbo que rinde unos jugosos 200 CV y del acabado deportivo GS Line Plus, que le confiere un aspecto más dinámico y atractivo, además de un extenso equipamiento de serie.
A diferencia de un motor semejante de hace 20 años, este eficiente 2.0T equipado con sistema de desconexión de cilindros cuando la demanda de potencia es baja puede brindarnos prestaciones brillantes, como una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos, y al mismo tiempo necesita una cantidad de combustible moderada para funcionar, especialmente si somos mesurados a la hora de hundir el pie en el pedal del acelerador.

En nuestro recorrido habitual de pruebas, el consumo medio se ha situado en 7,7 litros/100 km -curiosa coincidencia con la cifra de aceleración-, que se antoja un registro razonable para un vehículo de esta potencia y proporciones, con casi 4,9 metros de longitud y 1.600 kilos de peso. Si circulamos por autovía a la velocidad permitida, no es raro ver que el ordenador de viaje se mantiene entre los 6 y los 6,5 litros/100 km.
El Insignia 2.0 T muestra en realidad dos caras bien diferenciadas. Por un lado, puede desenvolverse tanto en ciudad como en carretera, a ritmo tranquilo, como la más apacible de las berlinas, y transformarse de inmediato en un gran turismo deportivo que devora las curvas e insufla a quien se sienta al volante sensaciones de lo más gratificantes.
Es la calidad que transmiten la suspensión y el tacto de la dirección la responsable de que el Insignia presente un comportamiento sumamente equilibrado, tan ágil como cómodo y capaz de hacerte experimentar una de las sensaciones más gratas que existen cuando se trata de conducir: la de tener el control total del coche.
El interior del coche no es lujoso, pero sí está cuidado y bien ensamblado, lo que contribuye a incrementar el confort a bordo. Además, incorpora en esta versión asiento del conductor AGR, certificación de una asociación alemana de espalda sana, lunas insonorizantes y un cambio automático de nueve velocidades que, dada su suavidad y precisión, ayuda también lo suyo a hacer los trayectos mucho más agradables.
Faros matriciales de serie
Buena muestra de que Opel es históricamente uno de los fabricantes más comprometidos con la buena iluminación de sus modelos es que, en el caso del Insignia, son de serie desde el acabado Business Elegance -el segundo más completo, después del GS Line Plus, de un total de seis- los faros matriciales de led, que ahora ofrecen además una superficie de alumbrado mayor y reaccionan de manera más rápida y precisa.
Cada uno de estos faros tiene 84 ledes (por 16 del modelo anterior) distribuidos en tres filas y adaptan el alcance, la anchura y la intensidad del haz en función de la información recibida por tres unidades de control, una de ellas conectada con la cámara frontal y otras dos integradas en cada uno de las ópticas. De esta manera, pueden crear zonas de sombra para no deslumbrar a los vehículos que vienen de frente ni a los que circulan por delante.

El nuevo Insignia estrena también un sistema de alerta de tráfico cruzado al circular marcha atrás que ahora añade función de frenada automática y detección de peatones (además de vehículos). Este dispositivo funciona gracias a los sensores de radar de la parte posterior del coche y, según Opel, es capaz de detectar obstáculos en movimiento hasta a 20 metros de distancia y en un ángulo de 90 grados. La cámara de aparcamiento trasera ofrece una imagen de mayor calidad que la del modelo precedente.
Se mantienen las ayudas a la conducción que ya estaban disponibles, entre ellas la de frenada de emergencia en ciudad con reconocimiento de peatones, sistema de mantenimiento de carril, programador de velocidad activo, detector de vehículos en el ángulo muerto, aparcamiento semiautomático y detector de señales de tráfico. En la lista de opciones encontramos el head-up display, una suspensión de tipo adaptativo y el portón con apertura y cierre automáticos para la variante familiar (Sports Tourer).
Como puedes apreciar en las imágenes, nosotros hemos probado el Insignia con carrocería de cinco puertas, o Grand Sport, cuyo maletero resulta muy cómodo de utilizar, y de aprovechar, al incorporar un portón trasero -no la clásica tapa de un sedán al uso- y que habilita un volumen 490 litros donde es fácil alojar el equipaje de toda una familia.
El precio que hay que pagar por esta berlina potente, de alma deportiva y largamente equipada está fijado en 47.933 euros para el acabado GS Line Plus y en 44.814 euros para la versión Business Elegance, también bastante completa. De serie, todos los Insignia están equipados con elementos como los sensores de aparcamiento o unos faros que realizan todas sus funciones mediante ledes y cuentan con una función de luz de carretera automática, entre otros.
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