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Juan Pablo Soler, coordinador del TCM y Romea: “En Murcia existía un cierto protocolo y elitismo en el hecho de asistir al teatro”

Juan Pablo Soler, coordinador del TCM y Romea

José Antonio Fuentes

Murcia —

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Juan Pablo Soler, 43 años, licenciado en Filología Inglesa y funcionario del Ayuntamiento de Murcia desde el año 2002, es el actual responsable del Teatro Circo Murcia y el Teatro Romea.

Nacido en el popular barrio murciano de Vistalegre, Soler, hijo de conductor del Ayuntamiento y de una ama de casa y cocinera, se muestra locuaz y abierto a afrontar todo tipo de cuestiones sin cortapisas. Gestor cultural con una increíble inquietud personal vinculada al teatro que le acompaña desde su adolescencia, forma parte de jurados y ferias internacionales, es miembro de la Red Española de Teatros y Auditorios públicos, de Acceso 44 (Plataforma por la inclusión y acción social desde las artes escénicas) y la APCM (Asociación de Profesionales de Circo Región de Murcia).

Si a algo se parece hoy en día el teatro y, en concreto, la programación conjunta del Teatro Circo Murcia y Romea, es a un jardín botánico urbano con una enorme diversidad de especies en su hábitat. Un lugar en el que “tengas la edad que tengas, tengas el nivel sociocultural y económico que tengas” puedes encontrar algo que te sorprenda.

¿De dónde viene tu pasión por las artes escénicas?

Virtudes Serrano fue mi profesora de Lengua y Literatura en el instituto y tenía la costumbre de llevarnos mucho al teatro. Al finalizar el bachillerato me animó a entrar en el Aula de Teatro de la Universidad de Murcia. Lo que más me gustaba era formar parte de una compañía. Poco a poco me alejé del mundo actoral y me acerqué a la técnica y producción teatral. Me formé con César Oliva, José Félix Gómez, Concha Lavella y César Bernal. También estaba Paco Leal que, a día de hoy, es el director técnico del Teatro Circo Murcia (TCM) y del Festival de Almagro. Tengo la sensación de haber pasado la carrera dentro del teatro de la Universidad.

¿Recuerdas la primera vez que fuiste al teatro?

Tengo un recuerdo muy bestia de una obra de Els Joglars, `Yo tengo un tío en América´, en el Teatro Romea. No sé si fue la primera, pero sí la que más me marcó. Tenía 14 años. Recuerdo perfectamente hasta dónde estaba sentado. Son butacas que ahora no se venden ni se ocuparían gratis porque apenas se ve el escenario.

Coordinas y ejecutas la programación de los dos teatros más importantes de la Región de Murcia, el Teatro Circo Murcia y el Romea. Suena estresante, ¿cómo lo haces para conciliar con la vida familiar?

Es difícil. Mi vida laboral es una mezcla de pasión y vicio. Buscar una programación equilibrada para los dos espacios no es lo más estresante. La dirección de producción del TCM, entre otras cosas, implica venir por las noches a ver las funciones. Para mí es muy importante el retorno del púbico. El día a día es complicado y el sacrificio, absoluto. Trabajas mañana, tarde y noche de lunes a domingo, conciliar esto con una vida familiar es complejo. Paso la vida entera intentándolo. Por suerte, hay épocas que tengo más capacidad de renunciar a momentos familiares y, en otras ocasiones, relacionados con mi trabajo. Tener dos hijos y gestionar dos teatros debería estar prohibido.

En 2011, te encargan, junto a César Oliva, entrar en la dirección del TCM. ¿Cómo recibes la noticia? Poner en marcha un teatro parece un reto apasionante.

Al terminar Filología Inglesa aprobé las oposiciones de Técnico Auxiliar de Actividades Socioculturales del Ayuntamiento de Murcia en el 2002. Durante diez años trabajé en el auditorio de Beniaján. César Oliva, al que conocía de mi época universitaria, me llamó para integrarme en la estructura del nuevo TCM. En ese momento, éramos muy críticos con la situación de las artes escénicas en la ciudad de Murcia. En concreto, con la programación del Romea que estaba muy centrada en un tipo específico de teatro. En el proceso de restauración del TCM estuvimos presentes Paco Leal, César Oliva y yo. Comenzamos de cero, una mesa en el camerino con nuestro ordenador personal y sin wifi. Recuerdo que muchas noches me desvelaba e iba al teatro a las cinco de la mañana. Trabajando en el camerino oía a la gente salir de las discotecas cercanas al teatro. Ahora recuerdo aquella época como algo bonito.

Cuatro años más tarde, en 2015, se despide a Lorenzo Píriz, después de 20 años en la dirección del Teatro Romea. El actual concejal de Cultura, Jesús Pacheco, anuncia la creación de un puesto de Dirección Artística que estaría al frente de tres teatros (TCM, Romea y Bernal) y cinco auditorios municipales, ¿conoces en España o Europa alguna figura similar?

No, pero conozco casos similares. Por el nivel de responsabilidad, presupuesto y personal me viene a la mente, ahora mismo, Manuel Llanes en el Teatro Central de Sevilla. Llanes programa El Central y El Alhambra en Granada. Desde mi punto de vista, la dirección artística de esos ocho espacios conllevaría liderar la programación de los Teatros Romea y Circo, algo factible teniendo una estructura coordinada y coherente. Los técnicos que trabajan en los centros escénicos de pedanías tienen capacidad, más que de sobra, para hacer una propuesta de programación. Si se consigue una buena coordinación, seríamos un referente a nivel europeo. No hay ciudad del tamaño de Murcia con esa dotación de instalaciones y equipamiento.

Ahora mismo ¿quién es el director del TCM y el Teatro Romea?

En la estructura de la RPT (relación de puestos de trabajo) del Ayuntamiento de Murcia no existe director en ninguno de los teatros. Cuando César Oliva era director sí existía esa figura. Después pasó a ser asesor artístico y me quedé como coordinador.

Mi puesto es técnico auxiliar de actividades socioculturales asociado al TCM como coordinador y al Romea como responsable de coordinación y programación.

Me llama la atención que de los tres principales centros de artes escénicas de la Región de Murcia (incluido el Centro Párraga) haya desaparecido esta figura cuando en la práctica ejercéis la dirección.

Sí. Eso es así.

Ese puesto de Dirección Artística de los teatros y auditorios de Murcia nunca salió a concurso y la situación provisional se ha quedado, de momento, en definitiva. Desde entonces coordinas y programas el Teatro Romea y el Teatro Circo Murcia, ¿te pagan el doble?

No (risas). El 26 de agosto de 2015, me acuerdo perfectamente, a la vuelta de vacaciones, Jesús Pacheco nos encomendó llevar las riendas del Teatro Romea. Para algunas cosas César Oliva y yo somos muy murcianos. Teníamos tantas cosas que decir, lo que podía significar para nuestra ciudad un proyecto común junto al Teatro Romea que sin pensarlo, dijimos: sí, lo que haga falta. César Oliva continuó en la dirección a través del convenio con la Universidad y yo, mediante un complemento de productividad, asumí esa responsabilidad que sí se tradujo en el sueldo pero que no es, ni muchísimo menos, el doble de lo que cobraba.

Tanto los concursos públicos como los puestos de dirección dados a dedo, generalmente a artistas, han generado muchos enfrentamientos en el sector cultural. Echo en falta que los gestores culturales asuman estos puestos y expresen también su creatividad al realizar la programación.

¿Por qué es tan difícil conseguir residencias artísticas para la producción de espectáculos de las compañías locales en los teatros y auditorios municipales?

Es una asignatura pendiente y, ahora mismo, de las más importantes para mí junto con acercar más el teatro a los jóvenes. Tenemos carencias en las normativas de gestión de los espacios públicos. Por un lado, apoyamos la cultura y, por otro, en el terreno administrativo jurídico, nos cuesta ceder espacios a empresas privadas, ser flexibles en los horarios y atender la singularidad del sector de las artes escénicas, es incoherente. Tengo la sensación de que se solucionará en breve.

En el TCM atendéis a una gran diversidad de la demanda y del propio hecho teatral, ¿cómo lo hacéis? No parece sencillo conjugar tantas sensibilidades y públicos.

Durante estos años hemos recopilado mucha información del sector de las artes escénicas y del público a quién nos dirigimos. Hay una decisión bastante acertada con respecto al TCM que está desde su origen: convertir la asistencia al teatro en un acto cotidiano. En Murcia, hasta hace no mucho, existía un cierto protocolo y elitismo en el hecho de asistir al teatro, que no tiene por qué desaparecer, pero ha de ser compatible con un teatro accesible y entradas económicas. Nos hemos podido equivocar, pero el TCM es un espacio vivo que cambia cada año y tanto la ciudadanía como el sector lo siente como algo cercano y suyo.

¿Qué destacarías de la escena teatral murciana? Alguna fortaleza y debilidad.

Históricamente se han hecho cosas relacionadas con el sector de las artes escénicas que a día de hoy no son positivas. Arrastramos costumbres y maneras de hacer que no aportan nada nuevo.

¿A qué te refieres?

El sector no merece estar desatendido por parte de la administración, pero tampoco vivir sólo a base de subvenciones. Por ejemplo, estrenar un espectáculo, que muera en la primera función y, aún así, ser rentable para la compañía. Entiendo que los artistas son los primeros perjudicados, pero debemos buscar un término medio.

La distribución teatral es otra de las principales debilidades. Son perfiles profesionales muy específicos y no existen en Murcia varias empresas en este sector. La situación está cambiando. Se ha incorporado una nueva generación con conceptos revolucionarios, mucho talento y una energía muy bonita que junto a las compañías históricas murcianas de una gran trayectoria va a traer cosas muy positivas e interesantes.

El sector de las artes escénicas es muy complejo de entender. Siempre he dicho que a la cultura le iría muy bien un matemático. Hay que repensar qué es cultura y qué aporta a la sociedad en la que vivimos. Me gustaría que fuera un sector más crítico con lo que se está haciendo.

De las incontables actividades que realizáis relacionadas con las artes escénicas ¿qué tienen de especial el teatro y los conciertos para la infancia de 0 a 3 años y desde cuándo se están realizando?

Para nosotros es muy importante que la programación de los dos teatros, con un sello de calidad, sea el reflejo de lo que está pasando en España e incluso en Europa. Desde hace cinco o seis años nos llegan muchas propuestas de ese formato y destinada a esos públicos.

De los primeros años recuerdo la obra de Juan Pedro Romera con Luis Paniagua y una bailarina. Ahora hay hasta un festival específico en Barcelona, El Més Petit de Tots, con el que colaboramos para traer incluso propuestas del extranjero.

Cuando creamos la guía conjunta del Teatro Romea y TCM la idea era que tengas la edad que tengas, tengas el nivel sociocultural y económico que tengas abras el programa y encuentres, al menos, dos o tres espectáculos que te puedan interesar. El primero que me llamó la atención con respecto a esta novedad fue mi padre, que ahora mismo tiene 74 años. Al ver la nueva programación me dijo: “Oye Juan Pablo, antes en el Romea había más cosas que me gustaban”. Le dije: “Claro, padre, es que antes tú eras el perfil único que entraba al Romea”. Ahora atendemos a muchos perfiles de público con una programación diversa. Y eso, junto con la vocación de servicio público, es lo que nos ha traído hasta aquí y creo que es positivo.

Aparte del teatro, ¿qué te gusta?

Leer novela, parece mentira, pero lo echo mucho de menos, sólo leo dramaturgia. Y me sienta muy bien hacer deporte, me relaja mucho. También me gusta probar comidas nuevas, esto lo he descubierto hace poco, como la vietnamita, que es la última que me ha sorprendido.

¿Vas a votar en las próximas elecciones generales del 10N?

Sí, por supuesto.

¿Cómo te gustaría terminar la entrevista?

Con una línea de focos PAR 64 en la contra que poco a poco se apaga mientras pido perdón por mis faltas.

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