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Entrevista

Magdalena Sánchez Blesa, poeta y diputada regional: “La cultura no son cuatro titiriteros”

La poeta y diputada socialista en la Asamblea Regional, Magdalena Sánchez Blesa

Elisa Reche

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La poesía le salvó de una depresión infantil a los ocho años al morir su padre. Ya adulta, la poeta, actriz y actual diputada socialista en la Asamblea Regional Magdalena Sánchez Blesa (Puerto Lumbreras, 1970) tuvo una cafetería literaria ‘El café de la feria’ en su pueblo Alhama de Murcia. En su primer libro, un cuadernillo con grapas llamado ‘Cosas de niña’, se encontraba el poema que le dio a conocer 'La madre', que refleja la enorme tarea que tienen las madres y las exigencias infinitas de los hijos. “Escribía sobre gente con muchas fatigas, muchas penas; como lo estaba sufriendo en mis propias carnes sabía que quería consolar a los que estaban más tristes”, dice.

Sus vídeo-poemas han atravesado el Atlántico: se han viralizado en los países de habla hispana, sobre todo, a raíz de su cuarto poemario ‘Instrucciones a mis hijos’. La diputada pasó hace tres años un cáncer de mama. Mientras recitaba en el Auditorio Víctor Villegas a mujeres que lo habían padecido, ella ya sufría sin saberlo esa enfermedad. A los dos meses se la diagnosticaron y su exmarido la casó “con mi pañuelico en la cabeza” como juez de paz con su actual pareja, David Perea, responsable de la maquetación de su último libro ‘Te necesitas’. “Tengo dos hijos preciosos con mi ex y otro con mi actual marido. Mi ex entra en mi casa y se sienta con nosotros. Digamos que hemos añadido amor a la familia en una convivencia hermosa”, apunta Magdalena mientras desayuna un café con leche y una tostada con tomate.

 A veces es difícil distinguir a la poeta de una gurú espiritual, aunque no se considera creyente, sino “practicante”. Sánchez Blesa pone su número de teléfono en sus libros y la gente la llama. “Me quiero suicidar”; “Mi hijo con 24 años ha empezado a pegarme”; “Mi madre me metió a la prostitución”; “Mi hijo es un drogadicto y se muere”, le dicen. “Me han contado lo más grande que te puedas imaginar”, señala Sánchez Blesa, “yo les doy mis palabras y les recomiendo entrar en acción”.

Te defines como poeta de aceras y patios.

Así es. ‘La madre’ lo escribí con 20 años. Pensé cómo puedo hacer entender a la gente que cuando lleguen a casa no pueden poner a su madre de esclava. No era de una calidad literaria de la que me sienta satisfecha, pero fue el poema que me dio a conocer porque lo que quería era usar palabras con las que la gente se sintiera identificada. Quizás mi literatura es muchísimo más sencilla y tenga menos calidad literaria que otra, pero por lo que sea llega a un ama de casa y ese ama de casa se sienta y llora.

Pones tu número de teléfono en el libro ‘Te necesitas’. ¿Te llaman?

Hay gente que me dice que se quiere suicidar. Les propongo hablar de la vida: ve a una residencia de ancianos y dales consuelo; no te vayas de la vida sin leerte ‘El Quijote’, no te mires solo a tu ombligo y luego vete a un psiquiatra que te ponga un tratamiento porque a veces se requiere de una química o de un psicólogo que encamine a una persona con dificultades. Pero puedo hablar un rato un contigo y decirte que también he pasado muchas fatigas y que todo lo he convertido en una enseñanza para mí y para quien venga detrás.

He tenido un cáncer, que no ha sido lo peor que me he pasado en la vida, pero que cuando me miraba en un espejo no me conocía. Algunas mujeres me llamaban y me decían: “¿Cuándo me tenga que rapar el pelo o ponerme un pañuelo que pasará?” Hay gente que no supera ciertas cosas y es entendible. Si te enseño una foto de hace tres años no me reconoces. Tengo las secuelas de esa quimioterapia en las pestañas, en el pelo que ya no es mi pelo, el pecho de silicona que no es mi pecho y mil cosas íntimas de una persona. Pero siempre digo, no anticipéis el miedo. “Miedos tengo los justos, los del día/ Mañana tendré el miedo de mañana”, dice uno de mis poemas. Mi decisión de vivir es disfrutar hasta que llegue el momento.

Justamente el pasado 19 de octubre se celebró el Día del Cáncer. ¿Es suficiente con iluminar las fachadas de los edificios o habría que hacer algo más?

Lo que hay que apoyar es la investigación, sobre todo. Sin dinero, ¿qué pueden hacer los científicos? Tengo un poema dedicado a las mujeres que padecen cáncer de mama, pero en ese poema hablo de todos los cánceres del mundo, de todos los coronavirus y de todas las enfermedades. Podemos encender fachadas y llevar lazos, pero si no destina dinero a la investigación no estamos haciendo absolutamente nada.

La figura de tu madre es fundamental para tu obra.

Mi madre era como la tortuga Morla de ‘La historia interminable’: viuda a los 40 años con seis hijos, uno de ellos en su vientre y siempre decía “No pasa nada”. Cuando perdí a mi madre fue uno de los momentos más duros de mi vida porque era mi musa, mi inspiración. Murió hace tres años de un tumor cerebral que se la llevó en tres meses. En el epitafio de su lápida pone ‘Presiento que a partir de hoy todo va a ir bien’ y fue lo que dijo tres días antes de morirse. Sabía que se moría, pero fue positiva hasta el final de sus días.

No podemos irnos a la derrota total: yo soy polvo, pero he dejado mi huella en mi mundo y he vivido feliz, eso es lo que quiero mostrar en esta obra.

También ha sido muy importante para ti traspasarle ese conocimiento a tus hijos y a otras personas.

‘Instrucciones a mis hijos’ puede llevar 100 millones de visualizaciones. Se ha compartido, sobre todo, por grupos de WhatsApp. No soy una persona famosa porque no salgo en la tele, pero sí popular. Los vídeos míos que más se han viralizado a veces no llevan mi nombre. Me da igual si sabes quién soy cuando paso por tu lado, soy una criatura de este mundo. Nunca he buscado viralizar por viralizar; yo quiero decirte un poema esta noche en tu cama y que te sirva de consuelo.

¿Cómo ves las redes sociales? Por un lado, te han ayudado a dar a conocer tu poesía, pero, por otro, también son un espacio en el que acentúa la agresividad y la polarización.

Una de mis obsesiones es que sepamos usar bien las redes sociales porque veo que es un arma muy peligrosa para mucha gente. Hay una desertización de la que no se habla y es hay que tener acceso a la cultura y a la educación. Todo eso te amuebla la cabeza. Apuesto mucho por solucionar este tema desde muy abajo con la educación. Apuesto por el poder de la palabra y del diálogo.

Últimamente en las tribunas políticas se oye toda clase de improperio, ¿es posible hacer ahora una política de diálogo?

No puedo decir que todos pensemos igual, eso es imposible. Pero la política es decir que yo lo veo de una manera y tú de otra y a ver cómo lo conjugamos para ver cómo sale adelante. Hablar de los demás con desprecio: ¿eso qué es? No entiendo eso de decir perrerías. Vengo de un mundo tranquilo, amable y no voy a llegar a la política armando jaleo; sino que digo las cosas con serenidad. Conesa me dijo que había que poetizar la política y yo le dije que a lo mejor también había que politizar la poesía [Sonríe]. Soy responsable de Cultura y Pobreza en la Asamblea. Es momento de vivir una política de unión y de diálogo. No hay más secreto.

Pero la situación cultural en la Región deja mucho que desear y más ahora con la pandemia.

Hay que apostar por la cultura desde muy abajo. En la Asamblea he escuchado a otros partidos hablando de los creadores y creo que no entienden lo que es la cultura. La cultura no son sólo los creadores: la cultura son millones de oficios alrededor del creador. Es un tejido industrial que aporta el 3,2 % del PIB y da trabajo a más de 700.000 familias de España: desde el camionero que lleva los decorados, un foquista, un peluquero o un maquillador. No es que sean cuatro hippies que quieren pintar un cuadro y escribir un poema. El discurso de la derecha más extrema se ha ido a que son cuatro titiriteros, pero esos titiriteros te hacen disfrutar y emocionarte con un poema, una canción o una película. Todos estamos consumiendo cultura sin darnos cuenta y eso lo hacen personas con muchísimo trabajo detrás. No entiendo denostar así a la gente de la cultura: son gente que aporta con sus impuestos y a la que hay que ayudar a salir adelante, más en esta crisis.

Y todos queremos consumir cultura gratis y eso no puede ser. Hay que mirar por esos artistas. ¿Sabes lo que es escribir un poema? He tardado hasta seis meses en escribir uno. ¿Qué hago: regalarte mi poesía? ¿Te gusta la poesía? Compra el libro y ayúdale a ese autor salir adelante. Luego, la política también tiene que estar ahí.

Sólo vas a recitar tu último libro en la Región en Alhama y en Puerto Lumbreras.

El viernes recité en mi pueblo porque es mi pueblo y porque siempre que he sacado un libro lo he presentado allí. Y haré otro en Puerto Lumbreras, donde nací. Que nadie se crea que voy a sacar el más mínimo provecho de la política para recitar porque a mí antes me llamaban de tantísimos sitios que estaba ganando más con la poesía que con la política.

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