El pasado Miércoles Santo, el pueblo de Torrealta y sus visitantes, han vuelto a vibrar con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Los jóvenes de Torrealta, una pequeña pedanía de Molina de Segura en Murcia, unidos por su párroco, don José Moreno, decidieron organizar un Vía Crucis viviente, con la finalidad de unir al pueblo en una actividad ilusionante, que sirviera de catequesis sobre la Pasión y Muerte de Jesús para los feligreses.
Con retales de tela que tenían en sus casas, confeccionaron unos rudimentarios trajes, y salieron a las calles el día de Miércoles Santo a las 11 de la noche, en el año 1982, representando las tradicionales catorce Estaciones del Vía Crucis. Al año siguiente se repitió la experiencia, pero se interrumpió debido al traslado del párroco.
Aquel germen nunca murió, sino que se reactivó a partir de las recomendaciones del Papa Juan Pablo II, hoy San Juan Pablo II, de que los católicos llevasen a cabo la escenificación de la Pasión de Jesucristo, y a que lo hiciesen con algunas modificaciones en la Estaciones.
El grupo de jóvenes convocó entonces a su antiguo párroco para que volviese a organizar el Vía Crucis viviente, que se materializó en 1998, con la inequívoca intención de que perdurase en el tiempo, y con la creación de la asociación cultural La Cruz de Torrealta, que da cobertura legal a la organización del acto religioso.
El Vía Crucis viviente de Torrealta es único en Murcia, y posiblemente en toda España, por su misión catequética, y por la espectacularidad de su puesta en escena. Se inicia con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, en la que el pueblo vitorea a Jesucristo, para ver poco después, cómo ese mismo pueblo le pide a Pilato que lo crucifique.
Siguiendo las recomendaciones de Juan Pablo II, introducen la Decimoquinta Estación: La Resurrección, que da sentido al cristianismo, porque Cristo da su vida para salvar al mundo de sus pecados, y con su Resurrección promete nuestra vida eterna.
Escenifican también la Última Cena, la Oración en el Huerto de los Olivos, la Traición de Judas y la Negación de Pedro, en escenarios de la Plaza de la Iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios. En el mismo lugar celebran el Juicio en el Sanedrín y la Condena a Muerte por Poncio Pilato, los Azotes y la Primera Caída, que son las tres primeras Estaciones tradicionales.
El encuentro con su madre, la ayuda de Simón de Cirene a llevar la Cruz, el Encuentro con la Verónica, la Segunda Caída y el Consuelo a las Mujeres de Jerusalén, se escenifican por las calles del pueblo. Los visitantes que lo desean, portan candelas ofrecidas por la asociación.
Un grupo de cincuenta antorcheros rodean al séquito formado por Cristo cargado con la cruz y los personajes bíblicos, junto al grupo de tambores y de romanos, para dar luz en la oscuridad de la noche y para evitar que el numeroso público, que supera las cuatro mil personas, en su mayoría jóvenes, dificulte la progresión de la comitiva.
En la subida al cerro de El Calvario, frente a una enorme explanada, se escenifica la Tercera Caída, el Despojo y sorteo de las Vestiduras y la Crucifixión, con toda la crudeza del sonido del martillo, las Últimas Palabras y la Expiración, seguida de efectos especiales de luz y sonido. Al pie de la Cruz, María su madre, María la de Magdala, María la de Cleofás y el discípulo Juan. A su izquierda y a su derecha, los dos ladrones crucificados también. Tras el Descendimiento, el cadáver de Cristo es reclamado por José de Arimatea, y transportado hasta el sepulcro.
Una narradora va relatando las Estaciones, explicando su significado, nuestra relación con ellas como pecadores, vinculándolas a situaciones de nuestras vidas, como las guerras, el paro o la drogadicción, y cómo siempre encontramos el perdón de Dios.
Junto a esas peculiaridades, la Coral Municipal Hims Mola interpreta canciones sacras en diferentes momentos del inicio y durante el recorrido por el pueblo, propiciando la meditación y el recogimiento.
En el tránsito del cerro del Calvario hasta el cerro del sepulcro, la comitiva se detiene en un altozano, donde los discípulos comentan sus vivencias con Jesucristo y sus enseñanzas de amor y de generosidad en el perdón, sintiéndose todos ellos pecadores, e invitándonos a todos a seguirlas.
Junto al sepulcro acuden las mujeres que quieren honrar el cadáver de Jesús, y lo encuentran vacío. Un ángel les anuncia que ha resucitado, y en ese momento, en lo más alto del cerro, iluminado por un foco, aparece Jesús triunfante envuelto entre nubes, al sonido del Aleluya de Hendel.
La preparación del Vía Crucis les ocupa prácticamente todo el año, ideando nuevas actividades, mejoras en vestuario, en sonido y efectos especiales, aumento de plazas de aparcamiento, colocación de decorados, escenarios, colgaduras, y muchos ensayos, porque los actores son gente del pueblo sin estudios específicos, así como el grupo de tambores o el de soldados romanos. El grupo de actores está formado por doscientas personas.
Para la asociación La Cruz de Torrealta es muy importante una preparación espiritual, para vivir dignamente los Misterios de Semana Santa. Esa preparación se inicia Miércoles de Ceniza con un vía crucis tradicional por la calle, como se hacía antiguamente en casi todos los pueblos de España; charlas nazarenas impartidas por el párroco y otros sacerdotes; convivencias en el huerto de Getsemaní, instalado en un soto del río Segura; peregrinaciones a lugares emblemáticos como Caravaca de la Cruz o Roma, para adorar el madero de Cristo; pregones el Sábado de Pasión. En el año 2000 fue Pregonero Monseñor Azagra Labiano, en 2023 Monseñor Lorca Planes, y este año, el Periodista Alfonso Merlos, natural de Molina de Segura, donde había sido Pregonero de su Semana Santa de 2013.
La asociación La Cruz de Torrealta invita a todos a presenciar su Vía Crucis viviente en años sucesivos, sean creyentes o no, porque ésta vivencia les va a impactar, tanto por la espectacularidad de la puesta en escena, como por el mensaje que se transmite.
Al finalizar el acto han invitado a todos los asistentes a degustar monas con chocolate caliente, para mitigar el frio de la madrugada, en el tránsito de Miércoles Santo a Jueves Santo.