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Alcaraz. Tan cerca, tan lejos
Antonio Martínez Cerezo
Murcia —
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De sentido común es que Murcia se hermane con Alcaraz:
1-Físicamente Alcaraz dista poco de Murcia. Emocionalmente la distancia es infinita. Qué poco se sabe de Alcaraz en Murcia, de su rico pasado tan común al nuestro. A qué grado de ignorancia supina se tiene relegado el conocimiento del nudo gordiano que ata a Murcia con Alcaraz. Antiquísima villa asentada en la ladera de un cerro coronado por un castillo árabe, donde el signo de los tiempos comenzó a cambiar (la cruz por la media luna), tras su reconquista por el rey Alfonso VIII (1213).
2-Sin saberlo ni reconocerlo, Murcia tiene en Alcaraz su particular puerta de Toledo. Que está ahí, como en la popular canción, viendo pasar el tiempo. Un siglo tras otro, personajes van y personajes vienen; todos con su Dios particular y su pasión por imponerlo al contrario a toda costa. Finalmente, por la puerta de Alcaraz, fornidos reyes de espadas a caballo y con la cruz al pecho vinieron del norte a Murcia a fundarnos la patria e impartirnos la doctrina. Salve. De un lado, castellanos y leoneses. Y del otro, aragoneses y catalanes. Éstos y aquéllos con sus latines, romancerías, cantigas, fablas y algarabías. Por ellos, los murcianos somos lo que somos.
3-En las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212), Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra doblegaron al ejército almohade del califa Miramamolín. Mas de tan gloriosos tres reyes de espadas sólo el castellano consta en los libros de Historia como «el de las Navas». Y es que de esta batalla salió tan fortalecido que, entre marzo y mayo siguientes, sentó sus reales en el castillo de Atalay, próximo al actual Monasterio de Cortes, y puso cerco a la fortaleza de Alcaraz, gobernada por Aben-Hamed, valí local independizado del reino de Murcia. Tomada la plaza, Alfonso VIII confirió a Alcaraz el fuero de Cuenca. Desde entonces, la atalaya de Alcaraz, en la sierra de su nombre, permaneció como avanzadilla de la reconquista, punta de flecha dirigida al mediodía peninsular.
4-Fronteriza desde entonces Alcaraz con la Murcia musulmana, prosperó luego en Ricote Abenhut (o Abenhud); quien tenía al dios de la guerra de su parte. Cimitarra en mano, éste se autoproclamó emir de Murcia el 4 de agosto de 1228, extendiendo su poder hasta Algeciras, Gibraltar y Ceuta. Fulgurante fue su ascenso y vertiginosa su caída. Pues, en 1238, su gobernador almeriense le mandó al infierno con mucha cordialidad, ahogándole en el baño por el amor de una cristiana. Tras su asesinato, la Murcia musulmana conoció un momento de intensa fragmentación política, sucediéndose en el poder tres fugaces emires. El último de los cuales fue el grisáceo Muhammad al-Dawla (castellanizado Abenhudiel), con poder difuso desde Murcia hasta Alicante. Amenazado por Granada a poniente y Castilla y Aragón al norte, dicho emir murciano envió emisarios a negociar su rendición a Castilla en condiciones honrosas (15 febrero de 1243). El encuentro para el pacto ya no sería en Toledo ni en Murcia. Sino a medio camino, en la cristiana Alcaraz, adonde el infante Alfonso llegó el 1º de abril siguiente, morando provechosamente en su fortaleza.
5-De finales de abril es el Pacto de Alcaraz. Por parte musulmana, lo firmaron Ahmed, hijo del emir, y los arraeces de Crevillente, Alicante, Orihuela y Elche. Y por parte cristiana, el infante Alfonso, Pelay Pérez Correa (maestre de Santiago) y varios caballeros castellanos. Lo rechazaron: Cartagena, Mula y Lorca. Seguidamente, y por lo aquí pactado, de Alcaraz partió el infante Alfonso, entrando en Murcia el 1º de mayo de 1243, donde se le entregó el alcázar y «apoderaronle en todo el sennorio». Con la rebelión de los mudéjares murcianos y andaluces (1264), Alcaraz reganó protagonismo en diciembre de 1265. Jaime I lo cuenta en El libro de los Hechos: «Llegamos a Alcaraz el día que habíamos fijado con el rey de Castilla». Aquí, el suegro prometió reconquistar Murcia para el yerno. Y, fiel a la palabra empeñada, de Alcaraz partió a primeros de enero de 1266, entrando en Murcia el siguiente 2 de febrero.
6-Alcaraz por Murcia. Tan relevantes hechos históricos se magnifican en tres: el Pacto de Alcaraz y la briosa partida para Murcia del infante Alonso (1243), la promesa de ayuda de Jaime I al rey Alfonso X (1265) y la partida de éste para la definitiva reconquista de Murcia y su reino (1266). Al menos dos estancias más de Alfonso X se documentan en Alcaraz (en 1244 y 1272), parada y fonda entre Murcia y Toledo. Y la fantástica (por fabulosa) cantiga alfonsí «El niño de Alcaraz» (la CLXXVIII). Ergo: si el sentido común primara sobre la mediocridad rampante, ha mucho que Murcia debería haberse hermanado con Alcaraz. Pues ninguna otra plaza registra tantos y tan decisivos hechos históricos concernientes a Murcia. Del útimo gran suceso, en diciembre hará setecientos cincuenta años. El expediente administrativo de HERMANAMIENTO MURCIA-ALCARAZ debería sustanciarse en el Ayuntamiento murciano pronto y sin reservas. En un próximo pleno de la Corporación. Sin falta. Ya.
Antonio Martínez Cerezo es escritor, historiador y académico
Sobre este blog
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