Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

A bonico hay que hablarle a la catedral de Murcia

Antonio Martínez Cerezo

0

Me llegan noticias de Murcia de que han acordonado parte de la fachada de la catedral porque se han producido desprendimientos de cascotes en su ala este. Nada de particular. La catedral de Murcia sufre de mal de piedra desde que la pusieron en pie. La piedra, rubia, dorada, trigal, es hermosa; pero frágil. Y ha de soportar a la intemperie el azote de los elementos. La lluvia, el viento, los cambios de temperatura, el sol que destorma los pedregales, la gélida noche de los inviernos, las escarchas, el excremento de las palomas y lo que es peor: las locuras humanas. Todo lo cual unido produce a la fachada de la catedral un estrés insoportable. He ahí su verdadero mal. La fachada de la catedral sufre de piedra porque la fachada de la catedral no es de piedra.

Entiéndase el juego de palabras, la ironía: la fachada de la catedral es de piedra pero no es de piedra. La fachada de la catedral también tiene su espina dorsal, su raspa, su alma, su corazoncito. Y sufre. Sufre estrés. Cada vez más. Más y más estrés, porque se somete a diario a una infernal y desaforada sucesión de ruidos, a una injustificada concatenación de decibelios.

En los últimos tiempos, la plaza de Belluga se ha convertido en una especie de corral de comedias donde tienen lugar buena parte de las comedias que en la ciudad se organizan para mantener en permanente aire de fiesta al personal. La mayor parte de las comedias organizadas o patrocinadas por el Ayuntamiento de la ciudad, que ha hecho de la plaza de Belluga su particular plaza de recibo. Y que en su puerta principal monta corralitos de vallas metálicas para repartir pasteles de carne y latas de cerveza o para recoger macetas de flores, cantar y bailar boleros o presenciar marchas militares.

Hace año denuncié tal desatino. Ni caso. Organizar fiestas multitudinarias, cargar y descargar camiones, poner y quitar tribunas, arrastrar sillas, plantar escenarios, tablados, columnas de altavoces de intolerable alcance, micrófonos a porrillo, focos de luces, iluminaciones polícromas con led (o sin led), lanzar proclamas, orquestar canciones, saltar, brincar, bailar parrandas ante la catedral, en la puerta misma, ante el imafronte, que es de piedra pero no es de piedra, es una locura, una insensatez, una temeridad.

El imafronte de la catedral aguanta porque es de piedra. Pero sufre porque no es de piedra. El imafronte de la catedral es orgullo de la ciudad. Pero la piedra no sabe de orgullos. La piedra se lleva mejor con el silencio que con los ruidos, con la paz que el alma serena que con la multitud que el pulso altera.

Dos o tres años atrás, presencié con enojo cómo plantaban ante los ojos atónitos de los mismísimos cuatro santos de Cartagena una columna de altavoces de no sé cuantísimos decibelios para que la misa se oyera desde el Puente Viejo, que también es de piedra, pero no es de piedra. En vísperas, pregunté a los que hacían las pruebas de sonido, a toda mecha, si sabían lo que estaban haciendo, que a un paso de ellos, ahí mismo, detrás, quietos en sus nichos dormían el sueño de los justos estatuas frágiles, de piedra mortal. Me respondieron alzando los hombros y tildándome de tonto.

Ciertamente lo soy. Pero ser tonto no me impide saber que ahí, justo detrás de la puerta del Perdón, donde a toda pastilla se cantan misas e himnos, corridos mejicanos y melosos boleros con arrope murciano, apenas entrar dentro de la catedral, a la derecha, en la capilla de Junterón (de Junterón es) hay una maravilla renacentista en mármol blanco, una obra simpar que en Murcia no se ha sabido ver, «La adoración de los pastores», atribuida a Jerónimo Quijano «el Montañés», que precisa de urgente cura y profesional restauración porque el bajorrelieve ya ha perdido varios detalles, mismamente parte de la mano de san José, el carpintero. A saber cuándo y dónde han ido a parar los pedazos, o el polvo de mármol de los pedazos de mármol, porque el mármol también se desharina cuando se le somete a un estrés insoportable.

El mal de la catedral murciana se diagnosticó hace mucho por los técnicos, siendo yo niño. La catedral sufre de sempiterno mal de piedra. Y cuando menos se espera, por sorpresa, uno de esos pedazos cae sobre un pedigüeño que duerme a su amparo y se lo lleva al otro mundo. Como hace años lamentablemente ya ocurriera.

Que los ediles manden poner discreta tela metálica para que la palomas no aniden y viertan sus corrosivos excrementos sobre la piedra de la fachada no seré yo quien diga que no es conveniente o que me parece mal. Pero... ¿A ninguno de esos ediles se le ha ocurrido hacerle ver al que luce en fiestas la vara con borlas que se prohíba celebrar sonadas fiestas ante el imafronte de la catedral? A la fachada de la catedral, que es de piedra pero no es de piedra, hay que hablarle como a la criatura más delicada del jardín: a bonico. Que es como en Murcia, de siempre, se habla a la madre.

Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Etiquetas
stats