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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Del cartucho de pipas al cartucho navideño

Antonio Martínez Cerezo

Del salado cartucho de pipas hemos pasado al insulso cartucho

navideño. Un cartucho boca abajo (o maceta de helado invertida) con

mástil de acero, varillaje flexible y profusión de multicolores

bombillas de bajo consumo, patrocinado por una eléctrica, una entidad

bancaria o un supermercado y predispuesto a guisa de parpadeante gran

abeto nórdico donde los afortunados ciudadanos pueden celebrar la

Navidad dándose un baño de luces que predisponga su ánimo a salir

corriendo a comprar lo que sea en el gran almacén de la esquina, donde

ofrecen la ilusión del tres por dos.

El salado cartucho de papel lo improvisaba sobre la marcha el pipero

ahuecando con maestría una hoja de papel de periódico que remataba por

la base con una punta sellada con donaire, desparpajo y chulería:

«¡Pipas recién tostadicas, una delicia para los paladares más

exigentes, otro... para quién!». Por una perra chica o una perra gorda

los críos de mi generación nos llevábamos un cartucho de pipas muy

ilustrado. Porque, con las pipas, el cartucho nos procuraba noticias

de la muerte de Manolete en Linares, el baño de masas de Eisenhower en

Madrid o la llegada del barbudo Fidel a la Habana.  

El insulso cartucho navideño han dado en plantarlo al unísono en el

año que se fue los 8.112 alcaldes de todos los municipios de las

Españas; que, superadas las dos que nos helaban el corazón, van ya por

no menos de diecisiete. En mis viajes del norte al sur y del este al

oeste peninsular, no he parado en los últimos días de encontrarme de

buenas a primeras con el cartucho navideño que todo alcalde que se

precie de novedoso se jacta en plantar más enhiesto y con más luces

que el del pueblo vecino.

 

A una jovencita que preguntó a su madre qué era la moda la madre le

respondió que ponerse lo que todo el mundo lleva. Pues eso. Que este

año la moda ha impuesto que todos los cartuchos navideños tildados de

abetos nevados sean tan iguales que dan el tufo de ser de la misma

madre. O sea: del avispado industrial que ha vendido la idea a quienes

de ideas no andan muy sobros. Los alcaldes y ediles en pleno.

  

Otra china en el zapato de nuestros días son las cabalgatas de Reyes,

que cada vez se parecen más a un Entierro de la Sardina anticipado.

Pero con tres lustrosas sardinas convenientemente elegidas por la

autoridad competente. Que, en su desvarío ordenancista, se irroga

hasta el derecho de decidir a quién le corresponde ser Melchor, Gaspar

o Baltasar. No vaya a colarse un inapropiado.

Y en estas estábamos cuando otra malsana moda anda ya instalada en

las esquinas. Inaugurar maquetas. No ya la obra felizmente culminada,

sino la mera intención de hacer la obra del siglo. El alcalde de

turno, en su atril de metacrilato, con mucho aparataje digital,

explicando en plaza pública al pueblo soberano lo que se propone

hacer. Y Vicente Medina, que no se chupaba el dedo, echándole hilo a

la birlocha:

No hay en el mundo una fe

más pura y más inocente;

los ángeles desde el cielo

ven el cuadro sonrientes...

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