No está claro el origen de la expresión 'una imagen vale más que mil palabras', lo que sí parece cierto es que fue la industria del automóvil norteamericana la que la popularizó en 1913, en los tiempos en los que las instantáneas no eran un imperio y nadie sabía lo que era el Photoshop. En contraposición, el proverbio inglés 'pictures are the books of the unlearned' ('las imágenes son los libros de los ignorantes') eleva cualquier disciplina escrita a una élite muy por encima de las artes visuales.
Ha llovido mucho desde el nacimiento del refranero o de expresiones populares que seguimos utilizando cotidianamente y que, sin embargo, adquieren, sin darnos cuenta, nuevas dimensiones. La fotografía que acompaña estas líneas, requiere un pie de foto poco ortodoxo. En ella pueden verse los escudos del Estado español y de la Villa de Molina, sus banderas homólogas y también la europea. Se ven dos señores con traje sonriendo y dándose un cariñoso abrazo, prensa rodeándoles y a sus pies el pueblo, sobre todo mujeres con hijab. Parece que aplauden. Así, en frio, una pensaría que “están celebrando algo”, otro diría que “han premiado a alguna autoridad” y algún valiente osaría concluir con un “qué bonita imagen, parece un ayuntamiento con mucha población de orígenes diversos bien avenidos”.
La realidad es bien distinta, es 24 de febrero, el Ayuntamiento de Molina de Segura, Murcia; acaba de finalizar el pleno extraordinario solicitado por la oposición (PSOE) exigiendo el cese del primer teniente alcalde, Antonio Martínez (Vox), tras la publicación de un vídeo en TikTok. El vídeo en cuestión parece que fue tomado desde el coche del propio Antonio Martínez mientras conducía. Grabó sin consentimiento a vecinas del municipio, en su mayoría musulmanas, llevando a sus hijas e hijos menores al colegio. Podían verse los rostros de las mujeres, los niños y las niñas, además, añadía a la publicación el siguiente texto escrito: “Con las barrigas de nuestras mujeres os conquistaremos”.
A la imagen le preceden la exposición de la solicitud de la oposición y las intervenciones tanto del Espacio Social por la Convivencia de Molina de Segura, como de Interbarrios, manifestando su más profundo rechazo al vídeo y solicitando también el cese del teniente alcalde. Las dos últimas organizaciones mencionadas, están compuestas por entidades de una trayectoria más que significativa en el municipio, abogan por una convivencia amable, acogedora y plural. Intervino el protagonista también, por supuesto, sin hacer mención alguna al motivo que le llevaba a estar ahí; sí que mencionó al Imperio Romano y a la Grecia clásica e incluso a la dieta mediterránea, ¡ah!, y a la ideología woke, por darle un color de modernidad. El alcalde José Ángel Alfonso (PP), por su parte, tomó la palabra para explicar que no le correspondía a él ser juez y que como se había interpuesto una denuncia a la fiscalía, lo dejaba en manos de la justicia. Y ya está, listo de papeles.
Durante las intervenciones el pleno estaba repleto y candente, no cabía un alma, las personas asistentes se agolpaban intentado escuchar, incluso desde fuera. La tensión iba en aumento: “Que pida disculpas” unas, “Que se callen los rojos” otro; “Que hable del vídeo” indignada una, “Queremos la reconquista” otra experta en historia; “¡Vergüenza!” casi todas, “Venga, a casa a limpiar” el del gorro de felpa caqui. La liebre estaba a punto de saltar y había demasiados tiradores disponibles.
Las mujeres que se ven en la imagen no aplauden, usan las únicas herramientas de las que disponen para ser escuchadas mientras gritan “¡fuera racistas del ayuntamiento!”. No sólo ellas, es el clamor de la Molina de Segura palpitante, la que cuida a sus vecinos y vecinas, la que protege a sus niñas y niños. Arriba, los que se abrazan y sonríen, son Antonio Martínez y Luis Gestoso. Pero aquí las cosas tampoco son lo que parecen, los abucheos les calan por dentro y les manchan por fuera. Tras ese abrazo hicieron mutis por el foro por la puerta lateral, evitando el paseo de la vergüenza. A los dos minutos reaparecieron, cual vedetes amateurs, con risotadas impostadas: “Venga, que no pasa nada”, dice Gestoso, y a Martínez se le lee un pensamiento folclórico, “ dientes, dientes”. Iban protegidos por unos cuantos hombres con uniforme y otros con trajes no identificados, atrincherados y escoltados. Tras el séquito, un hombre iracundo, babeante, gritaba a las madres “¡fuera vosotras!”, su boca parecía un aspersor, por suerte mojó a los del uniforme. No sé, a mí me parece una imagen lejana a la de un reconquistador, eso de lo que se jacta ser Antonio Martínez, pero claro, no soy experta en historia.