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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Las mentiras de la Industria Alimentaria: Patata a precio de carne

Este artículo no me procurará muchos amigos, porque hace énfasis en muchos problemas derivados de lo que hemos convertido la alimentación.

Hace alrededor de 50.000 años el hombre ya conocía el fuego, y sabía que era su mejor amigo y debía conservarlo. El hombre vivía en cavernas y se cubría con pieles de animales. Se desayunaban con algunas larvas e insectos, pero también comían nueces, fresas y huevos de aves salvajes. La alimentación entonces era el medio para subsistir. Nada que añadir, excepto que la agricultura cambió el nomadeo por el sedentarismo y luego se socializó para construir ciudades.

De la alimentación de entonces a ahora, aparte del cambio de la necesidad por otra serie de factores, hemos añadido una serie de tópicos o errores por la cultura, o más bien por la incultura. Los occidentales, en general, estamos gordos. Estamos gordos porque llevamos una vida sedentaria y, además, ingerimos alimentos erróneos o con más calorías de los que necesitamos. Y dicho esto, una obviedad, la estructura de la industria lleva a que tomemos algunos alimentos en exceso o a que no tengamos la información clara sobre lo que comemos.

La industria de los alimentos elaborados está basada en el azúcar, la fécula y los aceites como elementos necesarios y baratos para conservar o para abaratar determinados alimentos. Si usted tiene un hijo diabético -algo bastante común- que pese a que no tiene prohibido el azúcar sí que tiene que controlar la cantidad que ingiere de azúcares y de carbohidratos, entonces verá que muy pocos alimentos elaborados están libres de azúcar y le será muy difícil controlar y dar las dosis adecuadas para un control de la glucemia adecuado.

Igual ocurre con el gluten. El gluten es un conjunto de proteínas contenidas exclusivamente en la harina de los cereales de secano, fundamentalmente el trigo, pero también la cebada, el centeno y la avena, o cualquiera de sus variedades e híbridos -espelta, escanda, kamut, triticale...-. Muchos alimentos lo contienen porque utilizan proteínas del trigo o de otros cereales en su composición.

Querido amigo, no se fije en mensajes tan sutiles como “sin azúcar añadido”, “bajo en calorías”, “100% natural”. Son mensajes de publicidad que ante la tibieza de la ley, dejan a los fabricantes que nos den gato por liebre, o más bien fécula, grasas o cualquier cosa por lo que debería contener. Bajo el hashtag #EtiquetasTrampa y patrocinado por OCU, podremos encontrar todo tipo de “errores” que sólo pretenden vendernos un producto que no es lo que debería ser. Algunos ejemplos:

Salchichas 'marca equis': “Carne 100% de pavo”, pero al final es 54% de pavo con grasa de pollo; Producto cárnico '100% vacuno', con un 20% de “otras sustancias”; Filetes de anchoa del Cantábrico en aceite de oliva 'marca equis', producido en Marruecos; Palitos integrales 'marca equis' que llevan harina de trigo más salvado; York sándwich 'marca equis', no es jamón york, es fiambre -trozos de carne- más féculas -patata-.

Todos estos ejemplos sólo nos dicen lo que realmente pasa: te pueden dar cualquier cosa que pagues por cualquier otra cosa siempre que no te mueras por ello. En ese caso, la Sanidad de turno investigará si se puede demostrar. Así, entendemos que se vendiera carne de caballo por carne de ternera por media Europa, con la colaboración inestimable de toda la industria. Interesa ampliar márgenes y reducir precios.

Si no queremos que nos atraquen, tenemos que leer y devolver aquellos productos que no tienen lo que dicen tener o que simplemente venden patata a precio de carne y azúcar y agua a precio de otras cosas. ¿Qué los precios subirán? Probablemente tengan que cerrar varias cadenas de supermercados, pero es una escándalo con la connivencia de nuestro Gobierno -y de las Comunidades Autónomas- y por extensión, de la Unión Europea.

Este artículo no me procurará muchos amigos, porque hace énfasis en muchos problemas derivados de lo que hemos convertido la alimentación.

Hace alrededor de 50.000 años el hombre ya conocía el fuego, y sabía que era su mejor amigo y debía conservarlo. El hombre vivía en cavernas y se cubría con pieles de animales. Se desayunaban con algunas larvas e insectos, pero también comían nueces, fresas y huevos de aves salvajes. La alimentación entonces era el medio para subsistir. Nada que añadir, excepto que la agricultura cambió el nomadeo por el sedentarismo y luego se socializó para construir ciudades.