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Pesar por el fallecimiento de Javier Azagra

Pedro Serrano Solana

Murcia —

Ayer por la tarde falleció Javier Azagra Labiano en el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia a la edad de 91 años. Azagra era obispo emérito de la Diócesis de Cartagena, a la que llegó en 1970 como obispo auxiliar y de la que fue obispo titular durante veinte años, entre 1978 y 1998. Azagra nació en Pamplona pero estaba afincado en la ciudad desde que llegó a Murcia.

Las reacciones a la muerte del obispo emérito se han ido produciendo desde la tarde de ayer y durante toda la mañana del lunes. El presidente de la Región de Murcia, Alberto Garre, ha destacado “las cualidades humanas y el compromiso” del obispo Azagra, “manifestado siempre desde la cercanía y una afabilidad que le hizo ser una persona muy querida y respetada por todos”. En opinión de Garre, “durante las décadas en que estuvo al frente de la Diócesis y junto al desarrollo de una amplia labor pastoral, la preocupación de Javier Azagra por todos los sectores de la sociedad fue constante”.

Además, Alberto Garre recordó las numerosos distinciones y los homenajes que se le brindaron a Azagra en vida, en reconocimiento a su labor. Entre esos homenajes se encuentra el nombramiento del obispo emérito como Hijo Predilecto de la Región de Murcia en 1995.

Por su parte, el secretario general del PSRM, Rafael González Tovar, también ha mostrado su pesar por el fallecimiento de Javier Azagra, de quien ha destacado que “fue una persona entrañable y bondadosa, el buen amigo de todos que buscaba siempre encontrar las coincidencias y no las diferencias”. En opinión de González Tovar, Azagra “era alguien con quien resultaba muy agradable encontrarse, siempre contagiaba bonhomía y positivismo, y a quien muchos tuvimos la suerte de tratar habitualmente”.

Tanto la alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, como el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, han mostrado también su pena por la muerte de Javer Azagra y han recordado que el obispo fue nombrado Hijo Adoptivo de ambas ciudades. Cámara ha destacado que Javier Azagra fue “un buen obispo y una persona entrañable”, y Barreiro ha destacado “la profunda humanidad” del desparecido obispo “y su cercanía a los problemas del pueblo”, así como “la lucidez y mesura con la que siempre ejerció su misión pastoral”.

La capilla ardiente de Javier Azagra ha estado abierta al público en el Palacio Episcopal de Murcia hasta la celebración de su misa funeral, que ha tenido lugar esta tarde en la Catedral.

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