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Cinco retos para la bicicleta urbana en Pamplona

Numerosas bicicletas, aparcadas en la céntrica plaza del Castillo.

Garikoitz Montañés

¿Cuál es el balance del uso de la bicicleta urbana en Pamplona? Este pasado domingo la ciudad celebró el Día de la Bicicleta y parece innegable que este sistema de transporte se ha hecho un hueco entre la movilidad de la capital navarra. Sin embargo, para lograr que se asiente como una opción más, no sólo de ocio sino del día a día, aún queda camino por recorrer. Eneko Astigarraga lo sabe bien. Como integrante de la asociación Ciudadanos Ciclistas de la Comarca de Pamplona, asistente a las reuniones del Observatorio de la Bicicleta y representante de una empresa de mensajería con veinte años de experiencia (Mundoraintxe), este bloguero y 'bicicletero' conoce de cerca cuáles son los principales puntos a mejorar para lograr una Pamplona más “ciclable”. Y, en general, estas medidas pasan por realizar una apuesta convencida por la bici, y no sólo para figurar en los rankings.

Astigarraga cree que, para asentar los desplazamientos en bicicleta, las instituciones (sobre todo el Ayuntamiento de Pamplona, pero no es el único ente implicado) tienen que suavizar el tráfico de coches y reducir el espacio destinado a estos vehículos, por el momento los amos y señores de los núcleos urbanos, por mucho que en los últimos años se hayan potenciado las peatonalizaciones: “A todos nos interesa que el centro de la ciudad sea atractivo, que apetezca venir. Y hay que replantearse las ciudades. Pensar más en las personas y menos en cómo circulan”. Para empezar, este apasionado de la bici plantea cinco retos, para cuya realización se necesitan recursos pero, sobre todo, voluntad.

1. Hacer “ciclable” la ciudad.

Es el objetivo con mayúsculas, porque incluye a los demás. Y no hay que irse muy lejos para encontrar modelos en los que fijarse: por ejemplo, Vitoria o San Sebastián. Se trata de conseguir unas calles más amables para fomentar la convivencia entre los coches y las bicis, puesto que el lugar destinado para ambos tiene que ser la calzada. Y, por ello, la circulación debe ralentizarse. Pero no basta con apostar por reducir la velocidad a 30 kilómetros por hora, sino que también hay que limitar los espacios para aparcar (cuestión siempre polémica) y lograr calles más tranquilas, especialmente para los peatones, porque “todos, también conductores y ciclistas, luego somos peatones”.

2. Recuperar planes aparcados.

Pamplona se embarcó entre 2006 y 2007 en proyectos como el Plan de Movilidad Urbana Sostenible o el Plan Director de la Bicicleta. Medias como estas habrían servido para trazar una estrategia común en materia de movilidad sostenible y, sin embargo, “quedaron en agua de borrajas”. Astigarraga ve que planes como estos, que dependen de la voluntad política, demuestran un verdadero compromiso con la bicicleta y no el mero “posibilismo”, ese que crea kilómetros y kilómetros de carril bici sin convencimiento ni objetivo claro.

3. Una estrategia coordinada en toda la comarca.

Al hilo de la anterior, Astigarraga plantea la necesidad de acordar los criterios para construir los carriles bici en torno a Pamplona. Porque un ciclista no entiende de términos municipales si, por poner un ejemplo, se desplaza desde Burlada hasta la Rochapea y pasa por la Chantrea y Ansoain. De ahí la necesidad de coordinar las actuaciones. Todo, al final, compone un mismo espacio urbano.

4. Eliminar los carriles bici mal diseñados.

Así, sin medias tintas. Astigarraga destaca, de entre toda la red, las actuaciones realizadas en Labrit, Beloso o la cuesta de San Jorge como las peor diseñadas del sistema actual: se trata de unos carriles demasiado estrechos y donde, supuestamente, deberían convivir peatones y ciclistas. Para este experto, sin embargo, la medida no tiene sentido. Es más, le parece “una gamberrada. Simplemente pintaron la acera y lo que han hecho no cumple ningún requisito”. Por eso aboga por eliminarlos y, además, por realizar una auditoría que repase toda la red. No porque algo esté construido, y sume kilómetros a las estadísticas, quiere decir que deba mantenerse pese a estar mal diseñado.

5. Más aparcamientos.

Otro reto “muy claro”. Astigarraga insiste en que la bicicleta debe ser considerada como un vehículo más, “con las mismas necesidades”. Por ejemplo, de aparcamiento. Una posibilidad en este sentido sería habilitar en parkings de concesión pública un espacio para las bicicletas: “Hasta ahora se piensa en ellos como algo únicamente para el coche, pero no tiene por qué ser así”. Y no sólo se trata de instalar aparcabicis en el centro, sino también de pensar en los lugares de trabajo a los que se desplazan cada día miles de pamploneses. Medidas como estas, además, ayudarían a combatir los robos de bicis en la ciudad, otra preocupación de los usuarios.

Cada pedalada para mejorar la seguridad, los carriles bici, los planes y la convivencia en general, forma parte de una carrera que ayudaría a fomentar la bicicleta y, por fin, a aparcar el coche. Y no precisamente en un parking.

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