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Los ciudadanos rebaten al 'charlatán' del TTIP

El charlatán representando el papel de las empresas multinacionales en la negociación del Tratado de Libre Comercio.

Rubén Vivar

Una “gran oportunidad”. Así es como los dirigentes europeos y americanos están presentando el Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, en sus siglas en inglés) que ambos territorios llevan meses negociando y que supondrá un nuevo marco regulatorio en las relaciones comerciales y empresariales entre la Unión Europea y Estados Unidos. Muchas de las cláusulas aún son un misterio, ya que la negociación se mantiene bajo un estricto hermetismo, y pocas son las declaraciones o explicaciones que se han aportado por parte de los gobernantes.

Para contrarrestar esa imagen bondadosa, arrojar un poco de luz y explicar a los ciudadanos los efectos de este acuerdo, organizaciones sindicales, partidos de izquierdas y movimientos sociales han convocado a nivel global una jornada de protesta que se ha celebrado este sábado.

En la comunidad autónoma, la Plataforma Cantabria por lo Público y sin Recortes, además de leer un manifiesto, ha representado una pequeña obra de teatro en la plaza del Ayuntamiento de Santander a través de la cual varios de sus miembros han escenificado las consecuencias que tendrá el Tratado en la vida cotidiana. Los servicios públicos, como la educación o la sanidad, y los derechos medioambientales y laborales, entre otros, quedarán a merced de los grandes 'lobbies' empresariales, según han denunciado.

Ante la atenta mirada de los cerca de 300 curiosos y manifestantes que se han congregado en la plaza, 'ciudadanos anónimos' replicaban a un charlatán que representaba a las multinacionales y que vendía los beneficios que supuestamente acarreará la liberalización comercial. Así, si uno anunciaba la creación de un millón de puestos de trabajo -como se ha aventurado-, otros explicaban que ese mismo acuerdo ya firmado entre Canadá y Estados Unidos ha supuesto la destrucción de 600.000 empleos; si se garantizaba la protección del medio ambiente, se replicaba que el contrato abre la puerta a la práctica del fracking en Cantabria y en el resto del territorio europeo; y si se afirmaba que cada país mantendrá sus derechos laborales, se rebatía que el Tratado crea un órgano en el que cualquier empresa podrá hacer valer sus intereses ante los Gobiernos.

Un acto llamativo para acaparar la atención y despertar la curiosidad de la ciudadanía sobre este convenio que se viene negociando desde junio de 2013, y que tendrá importantes repercusiones, según advierten los convocantes.

En el manifiesto, la Plataforma Cantabria por lo Público y sin Recortes alerta de que en el TTIP los servicios públicos, la educación, la sanidad, el transporte, las pensiones están siendo “objeto de negocio” para las grandes empresas. “Donde antes había becas ahora habrá créditos, donde había pensiones públicas habrá fondos privados y la cobertura sanitaria pública se convertirá en seguros privados”, asevera el colectivo. Harán “negocio” con estos servicios “los fondos buitre, los grandes bancos y las grandes empresas”, añaden.

En el mundo del trabajo, el TTIP representa una “amenaza para el empleo y los derechos de los trabajadores al favorecer la deslocalización y relajar las normativas laborales”, así como restringir el derecho de sindicación y de huelga“.

Pero lo “peor”, continúan, es la pretensión de instaurar el ISDS, Mecanismo de Resolución de Conflictos entre inversores y Estados, que permitirá a las grandes corporaciones y empresas “denunciar a los gobiernos locales, regionales y estatales cuando consideren que una norma emitida por cualquiera de ellos puede restringir o limitar sus ganancias presentes o futuras”. “Habrá tribunales especiales, formados por tres abogados privados, al margen de cualquier tribunal estatal o internacional, y al que solo podrán recurrir los inversores. Sus fallos serán inapelables”.

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