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El renacer de los cines de pueblo

Imagen de una sala de cine. /EFE

Gorka Ascorbebeitia

Bilbao —

La sangría de cines en Bizkaia parece imparable. Empezó en Bilbao, con los Mikeldi, los Capitol y los Ideales, pero ahora parece extenderse también a los centros comerciales. La semana pasada cerraban sus puertas las salas del Ballonti, en Portugalete, y muchos otros ya han alertado de que la crisis y, especialmente, la subida del IVA del 8% al 21% ha puesto en peligro la viabilidad de un sector del que dependen miles de puestos de trabajo en todo Euskadi.

Sin embargo, en medio de esta estampa de desolación las pantallas de los antiguos cines de pueblo recuperan el éxito del que antaño gozaron. Cuando a su alrededor las noticias son cada vez más pesimistas algunas salas se amplían y otras consiguen entrar entre las más visitadas de España. El de Durango es un perfecto ejemplo de esta situación. En pleno 2012, cuando la coyuntura parecía peor que nunca, Areto, la empresa que lo gestiona, decidió ampliarlo e incorporar una segunda sala para poder proyectar dos películas a la vez. La inversión ha debido funcionar porque ahora mismo se encuentra entre los 150 con mayor número de espectadores en todo el Estado. Pero no siempre fue así, el municipio vizcaíno a punto estuvo de quedarse sin la posibilidad de disfrutar del séptimo arte.

Durante años, fue un pequeño paraíso para los amantes del celuloide. A mediados de los ochenta hasta cuatro cines diferentes proyectaban películas semanalmente. Después vino la moda de las salas en los centros comerciales y el negocio en los pueblos se resintió. Antes del año 2000, en Durango ya sólo quedaba un único proyector al que a duras penas se le sacaba rendimiento para ir tirando. Entonces llegó la empresa zornotzarra Areto S. L. y decidió hacerse cargo de su gestión.

Primero renovaron el proyector para que manejara películas en 3D, luego incorporaron el cineclub de los jueves y su oferta de cine alternativo, después engrosaron su oferta con la retransmisión de ópera en directo vía satélite o conciertos de música y lo último ha sido la ampliación del cine con una segunda sala. Alfonso Benegas, responsable de programación de Areto, revela que lo próximo será incorporar vibración a las butacas. “Esta tecnología permite que los asientos se muevan de forma coordinada con la acción en pantalla”, explica. “Será una opción para el espectador, que al comprar la entrada determinará si quiere que se active o no”, añade. En cuanto a su precio, “será similar a lo que ahora se paga por el 3D”, 80 céntimos más que el ticket normal.

El cine de Durango no es más que un caso de éxito dentro de un negocio que Areto todavía ve rentable. A día de hoy ya gestionan más de 100 cines de pueblo, la gran mayoría de una o dos pantallas. 25 de ellas se encuentran en Euskadi y del resto, el 90% en la zona norte (Cantabria, La Rioja y Navarra más que nada). Su última incorporación ha sido la sala de Zornotza, municipio en el que empezaron a funcionar hace 28 años con un cineclub gratuito. En 2012, cuando el cine local todavía era de gestión municipal, consiguió atraer a 10.000 espectadores. En los 4 primeros meses de este año ha llegado hasta los 10.400.

Benegas cree que la clave del éxito está en los precios, más asequibles que los de los cines de los centros comerciales, y, sobre todo, en la variedad de la oferta. Además de las películas comerciales, que normalmente copan la cartelera los fines de semana, también ofrecen otros espectáculos culturales o cintas independientes los días de labor. “Lo que buscamos es que las salas estén ocupadas durante toda la semana”, detalla. Y han conseguido que a día de hoy “ninguno de nuestros cines esté en peligro de cerrarse”.

Apoyo de Zineuskadi

Apoyo de ZineuskadiA la hora de presentar una oferta cinematográfica alternativa a la comercial, los cines pequeños tienen el apoyo de Zineuskadi. Una asociación constituida por el Gobierno vasco y las organizaciones de productores Ibaia y EPE-APV y que dedica sus esfuerzos a “coordinar y dinamizar una red de salas cuyo objetivo esté dirigido a aumentar la circulación de obras europeas en Euskadi, con especial atención a las producciones en lenguas minoritarias, y en particular, al euskera y a aquellas obras con potencial comercial más débil”. Una de sus líneas de actuación más importantes es el doblaje y distribución de cintas en lengua vasca a través de su programa Zinema Euskaraz.

Su principal fin es dar la posibilidad de que los espectadores tengan la posibilidad de disfrutar del cine comercial y taquillero también en euskera. Para ello eligen normalmente películas “que lleguen al mayor número posible de personas”. “El cine infantil y familiar es fundamental para nosotros, pero intentamos que el abanico sea amplio”, explica Gurutze Peñalva, responsable del programa. El año pasado, por ejemplo, lo intentaron también con cintas juveniles como ‘Sinister’. Para este año preparan ‘Zipi y Zape’ y ‘Doraemon’ pensando en la campaña navideña.

El doblaje lo financia íntegramente el Gobierno vasco, de tal forma que si una sala compra los derechos de la película en castellano automáticamente tiene acceso también a la versión en euskera. Además, las películas tienen después un recorrido en casas de cultura y centros educativos. Llevan funcionando desde 2012 y todavía creen que es pronto para hacer un balance exhaustivo, pero Peñalva se aventura a dar sus impresiones: “Aunque el cine en general no pasa por su mejor momento, para ser películas en euskera la acogida ha sido muy buena”. Un éxito que sobre todo se da entre los más pequeños. “Es verdad, en ciertas edades nos falta oferta y que el público responda”, admite la responsable de Zinema Euskaraz.

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