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Entrevista exclusiva (y falsa) a Íñigo Errejón

Íñigo Errejón en la Gran Vía de Madrid.

Jose A. Pérez Ledo

Íñigo Errejón (Madrid, 1983) me cita en un local alternativo ecofeminista libertario donde solo sirven zumos extraídos de frutas que han sido tratadas de usted por las agricultoras. Me pido uno de naranja que cuesta 17 euros con cincuenta céntimos. Al darme el cambio, la camarera parpadea muy rápido varias veces. Es código morse. Dice: “mátame, por favor”. Le pido perdón sin saber muy bien por qué y me alejo con el zumo.

El líder de Más País me espera en una mesa, leyendo las memorias de un filósofo ruso, un volumen de 1.974 páginas en Times New Roman 5,5.

Señor Errejón, gracias por recibirme.

¿Qué? ¡Oh, perdone, no le he visto entrar! A veces la erudición me nubla los sentidos, apuesto a que no sabe de qué le hablo. ¿Conoce a Oleg Zhdánov, San Petersburgo, 1845-1922?

La verdad es que no.

Es fascinante. Ya en el siglo XIX proponía que los países fuesen regidos por una élite universitaria en las horas de tutoría. Un gran libro. Lo leí en ruso a los 7 años y ahora lo estoy refrescando.

Ajá. Si le parece, empezamos hablando de su programa.

En realidad es de Ferreras, yo solo voy por la fama.

Me refería a su programa electoral.

¡Oh, claro! Ja, ja, ja. Sí, sí, estaba... Ejem. ¡Sí, hablemos de eso!

Señor Errejón, no se ofenda, pero está gritando mucho. La gente nos mira.

¡Oh! Lo siento, es que no acabo de acostumbrarme a no tener a un tío al lado hablando por encima de mi voz. Adelante, pregunte.

Desde Más País plantean una semana laboral de cuatro días.

No es cierto.

¿No? Pues juraría que lo leí.

Y lo leyó, pero le hemos dado una vuelta. Ahora apostamos por la semana laboral de tres días, de lunes a miércoles.

¿Y eso?

Los jueves son muy cansados.

¿Y no cree que un fin de semana de cuatro días se haría largo?

Lo tenemos en cuenta, pero desde el Gobierno organizaremos actividades lúdicas en defensa del medio ambiente.

¿Por ejemplo?

Pues mire, todos los ciudadanos tendrán que ir al mar a recoger plástico.

¿Y la gente que vive en el centro de la península?

Pondremos autobuses.

Pero tal vez haya algunos que no quieran pasar así su fin de semana.

Y lo respetamos, pero nuestra prioridad son los peces.

¿Por encima de los españoles?

Me refiero, por supuesto, a los peces españoles. Claro que nosotros preferimos llamarlos peces del Estado. Ya sabe: la merluza, los boquerones, el rape…

Ya, ya…

El lenguado…

Que sí, que sí.

Somos el único partido que se ocupa de los peces. Mire el programa de Podemos, haga comando F, ya verá como no encuentra “pez”. Nada, cero. Ni una triste anchoa. Dicen que son de izquierdas, pero, a la hora de la verdad, solo les importan los putos mamíferos.

Le veo resentido con Pod-...

¡Los periodistas siempre veis cosas donde no las hay! ¡Solo porque monto un partido con mi mejor amigo, discutimos porque uno de los dos, no diré cuál, es un puto egocéntrico, me largo y monto otro partido, ya dais por hecho que tiene que haber una mala relación!

Perdone, tiene razón.

No, por favor, perdóneme usted. Es que el terapeuta me ha dicho que no me lo quede dentro.

¿Va al psicólogo?

Sí. Me apunté a boxeo para sublimar, pero convencí al sparring de que la violencia no arreglaba nada. Ahora él es profesor de mindfulness y a mí me echaron del gimnasio.

Mejor pasamos a otra cosa. Su partido propone que se pueda votar a partir de los 16 años.

No, no, lo ha entendido mal.

¿Sí?

Sí. Yo dije que proponía votar a los 16 años.

¿Solo a los 16?

Eso es. Es que, verá, con la edad, la gente se vuelve de derechas.

¿A los 17 la gente se vuelve de derechas?

¡Uy, y antes! ¿No ha visto por la calle a esos bebés con rebeca de punto y lazos en la cabeza? ¿A quién cree que votarían si les dejásemos?

Nunca lo había pensado, la verdad.

En fin, no quiero atosigarle, pero me prometí a mí mismo que me leería 1.000 páginas en ruso antes de meterme en la cama y solo llevo 420.

Bien, acabo ya. Espero que no se enfade, pero tengo que preguntárselo: ¿cómo están sus relaciones con el señor Iglesias?

Pablo y yo nos respetamos muchísimo y no es cierto lo del escupitajo.

¿Qué escupitajo?

¿Cómo dice?

Acaba de mencionar un escupitajo.

¿Yo? Para nada. Lo habrá entendido mal. Oiga, ¿se va terminar ese zumo?

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