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Arquitectura para el bienestar

Rehabilitación de una vivienda
29 de septiembre de 2022 22:46 h

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El preámbulo del texto constitucional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente de ausencia de afecciones o enfermedades”.

El derecho a la salud incluye medidas sanitarias, pero también medidas sociales, lo que lo conecta, de forma indisociable, con el derecho a una vivienda digna y adecuada y también con el derecho a disfrutar de un entorno urbano saludable, seguro y sostenible a todos los niveles, económico, social y medioambiental. El 80% de los determinantes sociales que influyen en la salud están fuera del sistema sanitario. Dependen de otros factores como, por ejemplo, las prestaciones de nuestros hogares y la manera en la que se planean y configuran nuestros pueblos y ciudades.

Con motivo del Día Mundial de la Arquitectura, que se celebra el 3 de octubre, los arquitectos y arquitectas queremos subrayar el valor del diseño arquitectónico y de la planificación urbana para garantizar el bienestar de las personas y mejorar su calidad de vida individual y colectiva, transformando realidades sociales y reduciendo la desigualdad. Parafraseando la declaración de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), “la buena arquitectura protege, desarrolla y restaura la salud medioambiental, humana y animal frente a la aparición de enfermedades y refuerza la conexión entre el entorno construido y el medio natural”.

Si, antes de la pandemia de Covid19, ya pasábamos el 80% del tiempo en espacios cerrados, el confinamiento provocado por el coronavirus lo magnificó y nos descubrió a todos la importancia de los lugares que habitamos en nuestra salud física y mental. El aislamiento de los interiores, la accesibilidad, las dimensiones de la vivienda, las ventanas, la existencia o no de terrazas, el ruido, la flexibilidad y la funcionalidad de los espacios... Todo ello influye en la salud de la vivienda y, por extensión, en la salud de las personas, pero también lo hace nuestro entorno inmediato. El diseño de calles y avenidas, su accesibilidad y también su mobiliario urbano, la existencia o no de zonas verdes y de equipamientos deportivos y culturales, así como una movilidad urbana sostenible son aspectos ligados a la estructura de nuestros entornos urbanos que condicionan y, en algunos casos, determinan nuestra salud.

Por ello, en este próximo Día Mundial de la Arquitectura, hacemos hincapié en la necesidad de que la rehabilitación de viviendas y edificios y la regeneración de barrios con cargo a los fondos europeos Next Generation se acometa desde una perspectiva integral y amplia para que las ayudas contribuyan a impulsar la transformación profunda que requiere nuestro parque edificado y beneficien al mayor número de personas.

Los efectos innegables del cambio climático y la crisis energética que ha provocado en Europa la guerra de Rusia contra Ucrania hacen fundamental la reducción de las emisiones contaminantes que genera nuestro parque edificado, responsable del 36% de los gases de efecto invernadero, y de la dependencia energética. Pero, junto con la disminución de la demanda y los consumos energéticos, no debemos olvidar la mejora de la accesibilidad de nuestros edificios y de nuestros barrios con intervenciones que redunden en el bienestar y la salud de las personas y que preserven el futuro del planeta y las singularidades de nuestros pueblos y edificios porque su idiosincrasia forma parte indisoluble de nuestra identidad colectiva. Los fondos europeos han concentrado los recursos de toda una generación y es preciso actuar con ambición, apostando por la regeneración de nuestros barrios y rehabilitaciones integrales que nos permitan dejar preparados los edificios para dos generaciones, por lo menos.

En ese sentido, es responsabilidad de todos los agentes implicados en el diseño, la planificación y la gestión de nuestros pueblos, ciudades y territorios integrar el factor salud, y hacerlo de una forma transversal que reequilibre la relación entre el mundo urbano y el rural y preserve la biodiversidad del planeta. La manera en la que planificamos y construimos nuestros entornos urbanos define nuestra calidad de vida. Afecta no sólo a la calidad de nuestros espacios vitales. Influye en las formas de movilidad y, en consecuencia, en el aire que respiramos, el agua que bebemos y en el acceso a los alimentos, la educación, los servicios sanitarios, el empleo y la cultura.

Los retos a los que nos enfrentamos como sociedad son ingentes, complejos y exigen un esfuerzo colectivo de profesionales, Administraciones Públicas y de la iniciativa privada para planificar y construir ese futuro mejor al que todos aspiramos y al que los arquitectos y arquitectas queremos contribuir, de forma activa, con todo nuestro conocimiento técnico y humanístico para avanzar hacia una sociedad más saludable, justa y sostenible sin renunciar a la belleza, tal y como prescriben la Declaración de Davos, la Nueva Bauhaus Europea y la Ley de Calidad de la Arquitectura.

La Arquitectura con mayúsculas garantiza el bienestar de las personas y aporta la emoción que da sentido a la existencia.

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