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Un impuesto mínimo europeo: un primer paso para una verdadera justicia social

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el pleno de Estrasburgo.

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Los nuevos planes publicados por la Comisión Europea establecen los próximos pasos necesarios para llevar a cabo el acuerdo fiscal global recientemente acordado para las empresas multinacionales más grandes del mundo.

A finales de octubre, 137 países acordaron un impuesto mínimo efectivo para las multinacionales tras años de negociaciones. El acuerdo establece un impuesto mínimo del 15% para las empresas con unos ingresos anuales de 750 millones de euros, lo que afectará directamente a las mayores multinacionales del mundo.

¿Qué cambiará este tipo impositivo mínimo?

Lo que esto significa en la práctica es que ya no habrá ningún incentivo para que, por ejemplo, un gran fabricante de automóviles alemán traslade sus beneficios a un país que tenga un tipo impositivo efectivo más bajo, ya que, en este caso, Alemania gravaría la diferencia. El objetivo es impedir que los países hagan una “carrera a la baja”, compitiendo entre ellos para bajar sus tipos impositivos.

Las grandes empresas multinacionales de la UE obtienen beneficios millonarios cada año, pero gracias a las diferentes normas fiscales de cada país pueden elegir la cantidad de impuestos que pagan. A menudo trasladan los beneficios a países con tipos impositivos muy bajos y esto significa que el conjunto de contribuyentes sale perdiendo. Las grandes empresas se benefician de todas las ventajas de comerciar en la UE sin devolver la parte que les corresponde. Por eso, hay que ser muy claro: las empresas que obtienen grandes beneficios deben pagar impuestos justos.

Desde el grupo de los Verdes/ALE queríamos que este acuerdo fiscal internacional fuera más ambicioso. Abogamos firmemente por un tipo impositivo mínimo del 21%, como el que propuso la administración Biden de los Estados Unidos. Lamentablemente, esta oportunidad se perdió durante las negociaciones internacionales. Presionados por paraísos fiscales, el tipo se redujo al 15% y parte de los beneficios quedaron exentos del tipo impositivo mínimo, siendo algunos Estados miembros de la UE los primeros en rebajar la ambición del acuerdo. Esto plantea nuevamente el grave problema de toma de decisiones por unanimidad en la UE en materia fiscal. En la actualidad, la amenaza del veto al que un único estado miembro puede someter a cualquier acuerdo tributario, permite a los países de la UE rebajar los acuerdos internacionales, incluso cuando cuentan con el apoyo una amplia mayoría.

¿Qué ocurrirá a continuación? La propuesta de la Comisión sobre la imposición mínima europea

Ahora todos los ojos están puestos en la propuesta de la Comisión Europea. Los mismos países de la UE que contribuyeron a diluir el acuerdo internacional están ahora dispuestos a utilizar su poder de veto contra cualquier intento de aumentar el impuesto mínimo por parte de la Comisión Europea. En realidad, la Comisión Europea tiene el poder de ir más allá del acuerdo y proponer normas fiscales mínimas para la UE que sean más fuertes y eficaces que el mínimo global.

Podrían rebajar el umbral de 750 millones de euros de beneficios y cubrir más empresas multinacionales. También podrían prescindir de las exenciones sobre determinados beneficios al aplicar las normas fiscales mínimas dentro de la UE. Esto aumentaría considerablemente la eficacia del impuesto mínimo.

¿Es la imposición mínima europea el camino hacia la justicia fiscal?

Un impuesto mínimo europeo es, sin duda, un paso necesario en la dirección correcta, pero los planes actuales tendrán que reforzarse considerablemente si queremos lograr la justicia fiscal. Como mínimo, el impuesto mínimo debería aplicarse a más empresas multinacionales y a todos los beneficios.

Paralizar este acuerdo y bloquear su aplicación sólo beneficiaría a los paraísos fiscales europeos y a los grupos de presión empresariales. Países de la UE como Estonia, Hungría e Irlanda atraen beneficios ofreciendo exenciones fiscales a las grandes empresas. Los grupos de presión empresariales ya se han movilizado para proteger los beneficios que obtienen de los países que compiten agresivamente entre sí para bajar los tipos impositivos a costa de los ingresos fiscales. No podemos permitir que ganen y destruyan cualquier ambición de justicia fiscal.

¿Qué debe cambiar en la fiscalidad europea?

Necesitamos un cambio en la fiscalidad de la UE. La Comisión Europea y la próxima presidencia francesa del Consejo Europeo deben esforzarse para alcanzar la máxima ambición al introducir el impuesto mínimo en la UE. No podemos permitir que unos pocos países de la UE bloqueen los avances necesarios en materia fiscal en 2022.

Si es necesario, los tratados de la UE ofrecen las herramientas para que la Comisión utilice una base legal que no requiera un voto unánime. Si no está dispuesta a utilizarla, los Estados miembros europeos más ambiciosos deberían fomentar su cooperación y avanzar juntos.

Este es el primer paso para lograr alguna forma de justicia fiscal en toda la UE. Si queremos que esto ocurra, no debemos escatimar esfuerzos.

Firman: Damien Carême, Claude Gruffat, Kira Peter-Hansen y Ernest Urtasun, miembros del Parlamento Europeo del grupo Verdes/ALE

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