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Hacia una recuperación digital y sostenible

Parque eólico central en Gorona, El Hierro. | Efe

Santiago Martín

CEO de Axesor —

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Nos adentramos en tiempos de incertidumbre en los que la cohesión y el diseño de una hoja de ruta común se hace imprescindible, siempre que ésta se sostenga en el diálogo y la unidad de acción de todos los actores en pro de la recuperación de la economía española. Desde Axesor prevemos que la secuela de la crisis sanitaria sobre el PIB de España sea del 10,8%, contracción muy por encima de la de nuestros principales socios europeos. Pese a entrar en recesión, la economía alemana caerá en torno al 6,3%. En Francia, las previsiones apuntan un negativo del 8%, cifra en línea con la de Italia, país que también ha sido azotado con dureza por la COVID-19.

La terciarización de la economía española, es decir, nuestra dependencia del sector servicios, es el punto débil de una armadura forjada a golpe de turismo y comercio. Ambos suponen cerca del 30% del PIB, mientras que la industria representa poco más del 14% -habiéndose reducido su peso casi cinco décimas desde principios del milenio, cuando se llegó a alcanzar el 18,7%-. Cifra que, tal y como recordaban los empresarios durante la Cumbre Empresarial organizada por CEOE a mediados de junio, queda muy alejada de los objetivos del 20% establecidos por la Unión Europea y por el propio sector industrial.

Si bien no podemos cambiar una moneda por otra y el turismo debe continuar, siendo uno de nuestros valores añadidos, sí podemos equiparar valores y hacer de la industria la escarcela que nos proteja en el futuro inmediato. La cuestión es ¿cómo? y la respuesta es ganando en competitividad. Para ello es imprescindible apoyarse en dos tendencias que marcarán -ya están marcando- la economía del futuro: la digitalización y la sostenibilidad.

La COVID-19 ha puesto de manifiesto lo que ya se anunciaba desde hace tiempo, la Industria 4.0 es clave para la supervivencia en situaciones de emergencia y posteriores tiempos de crisis. Entre otras razones, porque garantiza la cohesión social y sostiene la actividad productiva de los países. A este respecto, conviene recordar que los ciclos económicos se acortan cada vez más. Las inversiones en digitalización, robotización, big data, sistemas de flexibilización de la producción son una necesidad, no una opción. Por tanto, se hace prioritario potenciar hasta máximos programas y planes de ayuda como el Plan Reindus, que ofrece apoyo financiero a las inversiones de carácter industrial, así como medidas para impulsar la implantación de las TIC entre las pymes. Desde Axesor, siempre hemos defendido la capacidad del crédito comercial como impulsor de nuestro tejido empresarial. Crédito que debe canalizarse hacia aquellos negocios y empresas con potencial de crecimiento. En definitiva, el objetivo último de la financiación ha de ser que nuestras empresas ganen competitividad, incrementen su tamaño y se internacionalicen.

A este propósito, entre los retos a afrontar en la era post-COVID, está el reducir la excesiva dependencia del crédito bancario de las empresas españolas. Los mercados financieros, como el MARF o el MAB, son excelentes oportunidades para nuestras empresas, tanto por el atractivo que pueden suscitar entre los pequeños inversores, que cada vez más se inclinan por carteras diversificadas, como por la visibilidad que les aporta en los mercados internacionales.

Por otra parte, incentivar la inversión -especialmente en las empresas de menor tamaño- requiere de seguridad jurídica y transparencia fiscal.

Además de la digitalización, el segundo pilar del EU Recovery Package, que recoge las medidas para la recuperación de la Unión Europea tras la pandemia, será el European Green Deal. El sector empresarial en su conjunto defiende una recuperación en verde. Pensemos, por ejemplo, en cómo el uso de las energías renovables actuará de punta de lanza de sectores como el automóvil, en plena transición hacia el vehículo eléctrico, o la construcción, con edificaciones cada vez más sostenibles. A este respecto, desde Axesor venimos defendiendo la necesidad de incorporar los criterios Medioambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) en las estrategias de empresas y gobiernos, tanto por su impacto social como por su rentabilidad y mejora de valoración por parte de los inversores. Ahora bien, para ser eficaces, los ESG deben partir del convencimiento y la propia toma de conciencia: hemos de huir de la trampa del greenwashing. La definición de estándares en los que trabajan con intensidad instituciones como el BEI (Banco Europeo de Inversiones), y el sector privado financiero y no financiero, contribuirá de forma decisiva a ello.

Volviendo al ámbito coyuntural, todo apunta a que España, si quiere beneficiarse de los 140.446 millones de inyección económica (de los que 63.122 son prestamos que habrá que devolver) de la Unión Europea, tendrá que adentrarse en el terreno pantanoso de las reformas, la optimización del gasto público y el incremento de la presión fiscal. Esto es algo que viene avanzando el presidente del Gobierno en sus últimas intervenciones, y que cuenta con el respaldo de la vicepresidenta de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, que de resultar nombrada presidenta del Eurogrupo ejercería de garante del compromiso de España con los 27.

Al igual que el vicepresidente del BCE (Banco Central Europeo) Luis de Guindos, Calviño ya ve señales de recuperación en la economía española. Si bien, como recordó en la Cámara Baja pocos días antes del fin del Estado de Alarma, España cuenta con “bases suficientes” para una “recuperación robusta y sostenible”, es indudable que no podemos quedarnos aquí.

Además de prolongar actuaciones que incentiven el consumo, desde Axesor consideramos que la esperada recuperación en V debe acompañarse de un plan de consolidación fiscal hasta 2022 – 2023 que huya de financiarse a través de deuda pública, incentive la inversión público/privada -siempre y cuando ésta sea sostenible y productiva-, bonifique la transición hacia una economía verde, digitalizada e internacionalizada, recupere la imagen de España como país friendly para la inversión internacional, transforme la estructura funcionarial e impulse la flexibilidad en el mercado laboral para favorecer la creación de empleo. En definitiva, medidas creíbles y enmarcadas en la estrategia de la Unión Europea en las que las empresas -que son los motores de la creación de empleo y riqueza- formen parte activa del elenco de asesores y expertos.

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