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De la vergüenza de las cifras a la dignidad de las personas

Otros 790 inmigrantes a bordo de un barco italiano esperan puerto para atracar

Marta Higueras Garrobo

Delegada del Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo del Ayuntamiento de Madrid —

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) 68,5 millones de personas viven en situación de refugio. Han tenido que huir de sus casas, de su entorno familiar, laboral y/o educativo obligados por los conflictos violentos, por los desastres naturales que les dejan sin recursos para la supervivencia, incluso por la falta de derechos humanos en sus países.

Seguimos viviendo, en estos últimos años, una de las mayores crisis humanitarias de la historia. Las cifras de personas solicitantes de asilo son abrumadoras. A pesar de su paulatina reducción, por los acuerdos con Libia y Turquía fundamentalmente, en 2017 más de 700.000 personas llamaron a las puertas de la Unión Europea, de las cuales 31.120 presentaron su solicitud en España. Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, el 65% de esas solicitudes han sido rechazadas, y más de 20.000 personas han quedado sin más posibilidad que seguir un camino sin destino, sin recursos, contando sólo con su tesón y la fuerza que da no tener nada que perder.

En estos primeros meses de 2018, las solicitudes han superado las 17.000, la mayoría sin resolver a día de hoy, lo que deja a las personas solicitantes de asilo sin ningún tipo de protección por parte del gobierno de España, dependiendo de los Ayuntamientos la atención a las personas en situación de refugio, sin tener ni recursos ni capacidad competencial para desarrollarlos.

Este 20 de Junio, Día Internacional de las Personas Refugiadas, tenemos en nuestras retinas los rostros de los ocupantes del Aquarius. Sus caras entre el miedo y el alivio, sus cuerpos golpeados por la desesperación y, ahora lo sabemos, la violencia de quienes se saben inmunes. Según Médicos Sin Fronteras, al menos 10 mujeres y 6 hombres presentaban secuelas de violencia sexual. Es decir, fueron violadas y violados en el trayecto migratorio. ¿Puede alguien querer dejar su vida para construirse este presente de horror, si no es porque saben que es la única manera de tener un futuro?

Desde el Ayuntamiento de Madrid hemos ofrecido al Gobierno de España, a través de la FEMP, la acogida a 20 familias procedentes del Aquarius, o un total de 100 personas, porque creemos que en esta solidaridad, Madrid continúa la construcción de su relato de ciudadanía diversa, inclusiva y multicultural.

Pero también en estos días presentamos nuestra Tarjeta de Vecindad, que se emitirá a partir de los primeros días del mes de julio. La Tarjeta servirá para que las personas que estén siendo atendidas, al menos durante seis meses, por los servicios sociales municipales puedan empadronarse. Además, con la Tarjeta de Vecindad se podrá acceder a recursos municipales como cursos de formación, bibliotecas o centros deportivos municipales. El reto, ahora, es conseguir que sirva como instrumento para demostrar el arraigo en la ciudad, acreditando la residencia, surtiendo efectos ante la administración central a la hora de otorgar autorizaciones de residencia y trabajo.

En nuestra próxima reunión con los nuevos responsables de Migraciones y del Ministerio de Interior, desde el Ayuntamiento de Madrid propondremos al Gobierno el reconocimiento del papel de las Administraciones Locales como interlocutores en el diseño e implementación de las políticas de Migración; la necesidad de trasladar a los Ayuntamientos las competencias necesarias para atender a la población solicitante de asilo y refugio mientras se resuelven los procedimientos administrativos, así como la atención temporal a las personas en movimiento, que llegan a nuestras ciudades de paso a sus destinos en otros países de Europa.

En un plano más cercano, seguimos trabajando en los distritos, en los barrios, para que se convierta en residual la estigmatización de las personas refugiadas y migrantes. Para ello, durante los últimos años venimos trabajando para desterrar tópicos y estereotipos, con acciones antirrumores y de sensibilización.

Por último, no podemos cejar en la exigencia de preservar los derechos humanos, incluidos los derechos sexuales y reproductivos, los derechos a la orientación sexual y a la identidad de género de las personas migrantes. Nuestro compromiso con la equidad tiene en cuenta la diversidad sexual y de género como la realidad que es, y estos derechos tienen que incluirse en todos los convenios, tratados y pactos locales, nacionales e internacionales sobre migración y refugio.

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