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Recuperar Madrid

Participantes tras una pancarta en la manifestación de la Marea blanca en defensa de la sanidad pública en Madrid, entre Neptuno y la plaza de Colón. EFE/ Chema Moya

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De la misma manera que la actual derecha tiene un problema con España, un país que ya no entiende ni en su pluralidad ni en su complejidad, la izquierda tiene un problema con Madrid. Si hoy parece muy lejano un gobierno de derechas en el Estado, imaginar un gobierno progresista en Madrid parece también un objetivo remoto.

El repliegue de la derecha hacia Madrid ha desplazado a la izquierda madrileña a posiciones cada vez más alejadas de lo que podríamos llamar el 'Madrid way of life'. Una concepción de la vida y de la sociedad que el PP se ha ocupado de modelar a lo largo de sus casi tres décadas de gobierno en Ayuntamiento y Comunidad, interrumpidas únicamente por el mandato de Manuela Carmena.

Quienes desde posiciones progresistas no nos resignamos a aceptar esta situación debemos asumir nuestra debilidad en la batalla ideológica. La mera crítica a los pelotazos y las privatizaciones, que indudablemente hay que seguir haciendo, se ha mostrado insuficiente para atraer al porcentaje de población necesario para conformar una mayoría alternativa a la que hoy tiene la derecha.

Aún estamos a tiempo de revertir la que hoy parece inevitable victoria conservadora en la siguiente contienda electoral, pero debemos ponernos a trabajar desde ya partiendo de premisas diferentes a las que nos han traído hasta aquí. 

Gran alianza progresista

A pesar de los conflictos que precedieron a las elecciones municipales y autonómicas de 2019, las fuerzas progresistas logramos la victoria, pero la suma de las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox) nos dejó fuera del gobierno. Esto ha generado una sensación de hartazgo y abatimiento en votantes, simpatizantes e, incluso, en los propios militantes.

En nuestra opinión, urge reconstruir los puentes que se han roto y trasladar el mensaje de que hemos aprendido de los errores cometidos y vamos a trabajar juntos. Que no volveremos a anteponer cuestiones personales o partidistas a los intereses del conjunto de la ciudadanía. De ahí que la primera tarea de las fuerzas progresistas madrileñas no es otra que recuperar el diálogo entre todas ellas, como paso previo imprescindible para empezar a actuar de forma coordinada. Y no se trata únicamente de sumarnos a las causas compartidas, algo que se da por hecho, sino establecer espacios de discusión y acción conjunta para definir y desplegar una estrategia común que desemboque en la construcción de una gran alianza de progreso.

No es evidente que toda la izquierda quiera sumarse, especialmente quienes suelen proclamarse como la izquierda auténtica (fenómeno recurrente desde hace décadas). Hay una izquierda que cree en el trabajo desde las instituciones, y otra que tiene su espacio en la calle, que también es muy necesario. Creemos que hay que juntar a quienes estén dispuestos a sumar para gobernar, a quienes entiendan lo mucho que ganaríamos con una opción progresista consensuada, frente a los auto-complacientes en sus exigencias minoritarias, y la pureza de no comprometerse en las transacciones con tantos agentes que actúan en nuestra ciudad a las que obliga la gestión pública.

Imaginar nuevas plataformas

El siguiente reto pasaría por buscar fórmulas que, sin que nadie tenga que renunciar a sus siglas, reduzcan la desconfianza y rechazo que los actuales partidos políticos generan en sectores cada vez más amplios de la población española y madrileña. Solo hay que observar el puesto que estos ocupan en las listas de preocupaciones ciudadanas para comprobarlo.

Para superar este escollo, debemos ensayar nuevas formas de intervención política y de relación con la sociedad. Si llegamos a 2023 con el actual reparto de papeletas, tres partidos de izquierdas (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, dando por sentado que estos últimos sí participarán esta vez en las elecciones municipales) y muy probablemente solo dos de derechas (asumiendo que Ciudadanos será absorbido por el PP antes de la siguiente cita electoral), las opciones de recuperar la alcaldía son prácticamente inexistentes.

La única manera de alterar ese escenario es plantear una candidatura capaz de convocar a muchos y muy diversos actores. No se trata de reproducir lo que fue Ahora Madrid en 2015, pero sí de asumir que desde plataformas amplias tendremos mayor capacidad de permear a sectores sociales que ahora se han distanciado, y conformar un proyecto ganador capaz de activar a todos los y las votantes progresistas que se quedarán en casa si no ven posibilidades reales de arrebatar el gobierno a la derecha.

Presentar una alternativa real a Almeida

El tercer gran desafío, posiblemente el más complicado de todos, será construir y explicar una alternativa al actual gobierno de Almeida que resulte, a la vez, ilusionante y creíble. Para ello, es imprescindible combatir la idea que repite sistemáticamente la derecha de que solo ellos saben gestionar (mantra que, por cierto, las recientes crisis acrecentadas por la desidia o incompetencia demostrada están erosionando día a día). Un discurso que en Madrid se ve reforzado por el hecho de que la izquierda lleve demasiado tiempo fuera del gobierno.

Si queremos revertir esta idea, debemos abandonar ese espacio de confort que consiste únicamente en criticar todo lo que hace la derecha y empezar a disputar la bandera de la gestión. Definir un proyecto de gobierno que debe concretarse en datos, medidas y, sobre todo, ejemplos. Y ahí, entre otras referencias, tenemos el gobierno de Carmena. Aquel gobierno, del que nos sentimos orgullosos y orgullosas de haber formado parte, fue capaz de gestionar con solvencia y sin sectarismo los asuntos de la capital de España. También de situar en la agenda temas como la lucha contra la contaminación, el fomento de la participación ciudadana o los derechos de los migrantes y personas LGTB. Políticas que fueron objeto de los ataques más furibundos de la derecha. Evidentemente, no es la única experiencia de gestión progresista pero sí la más cercana para la ciudadanía madrileña, por lo que deberíamos aprovecharla para construir esa alternativa de futuro respaldada por la experiencia. 

En definitiva, lo que pretendemos con este llamamiento no es aumentar la ya abundante oferta electoral de opciones progresistas sino contribuir a tejer las alianzas necesarias para acercar el objetivo de que en 2023 nuestra ciudad, y ojalá también nuestra Comunidad, estén gobernadas por fuerzas progresistas. 

Creemos que, por nuestra particular situación de no pertenecer a ningún partido político, tenemos un mayor margen de maniobra para hablar con unos y otras desde la tranquilidad que da verlos no como competidores potenciales, sino como aliados imprescindibles. Podemos ayudar a concentrar fuerzas para ampliar el alcance y aportar el conocimiento y experiencia acumulada en nuestra etapa de gobierno para Recuperar Madrid.

Si nuestra ciudad ha sido un ejemplo de consenso incluso con la derecha reaccionaria en los conocidos como Pactos de Cibeles, tenemos la oportunidad de que vuelva a ser un ejemplo de generosidad y coordinación entre las personas y sectores de la izquierda y progresistas para que Madrid recupere la senda del progreso. El tiempo apremia.

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