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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Ahora sí, podemos ganar Madrid

Reunión del Consejo Ciudadano de la Comunidad de Madrid. / Podemos

Eduardo F. Rubiño / Sarah Bienzobas

No era tarea fácil cuando hace un año decíamos que queríamos construir la herramienta de la gente y para la gente, no era fácil ni demostrarlo ni ponerlo en práctica. Y lo que era imposible era evitar las críticas, y cierta desconfianza en que fuéramos capaces de poner en marcha un proyecto para la mayoría social existente. Poco después pusimos sobre la mesa la clave: un método democrático para que decidiera la gente. Y entonces vino el proceso de la Asamblea Ciudadana, en la que participaron miles de personas y donde, después del debate de Vistalegre se eligieron los documentos político, organizativo y ético que hoy definen la organización. No hemos descubierto la pólvora, pero hicimos algo que ningún otro partido político se había atrevido a hacer con anterioridad, abriéndonos a la ciudadanía y constituyendo una organización potencialmente de todos y todas.

El 14 de febrero se cerró el proceso de constitución de Podemos con la elección de los órganos de las comunidades autónomas. A día de hoy, tras muchos meses de intenso proceso participativo, Podemos cuenta con órganos formales y con una estructura definida de funcionamiento a nivel estatal, autonómico y municipal.

Ha sido una ardua tarea que ha transformado una masa con enorme potencia pero totalmente desordenada y caótica, en una maquinaria capaz de construir una alternativa política real en nuestro país. Sin duda, aún necesitaremos tiempo para engrasar las piezas y para hacer funcionar los engranajes pero hemos logrado lo fundamental. Contra todo pronóstico hemos dado a luz una nueva fuerza política que ha elegido a todos sus cargos internos en procesos de primarias abiertas y ha tenido como uno de los ejes fundamentales de su construcción la necesidad del protagonismo ciudadano.

Un caso ilustrativo de lo que hemos vivido es el nuestro, el de la comunidad autónoma de Madrid. El sábado 14 de febrero por la noche conocíamos los resultados de la Secretaría General y el Consejo Ciudadano y nos encontrábamos con una singular situación. Dos listas, Claro Que Podemos y Podemos Ganar Madrid, habían logrado un ajustado resultado por el que si bien ganaba la primera, apenas las separaba un 5% de los votos. Luis Alegre será el Secretario General de Podemos Comunidad de Madrid, y el Consejo Ciudadano estará formado por personas de ambas listas. Varios medios de comunicación se apresuraban entonces a relatar el inminente cisma que se estaba produciendo en Podemos, pronosticando una debilidad cada vez más palpable de nuestros líderes y de nuestra organización.

Pero parece que no querían reparar en otro asunto: en Podemos ha ganado la pluralidad, ha ganado la unidad y ha ganado la integración de las diferentes posiciones. En Podemos todos los cargos se escogen por primarias abiertas, desde los miembros de la dirección, hasta el Secretario o Secretaria general pasando por las listas electorales. No tenemos un sistema para neutralizar los conflictos mediante golpes autoritarios sino para favorecer que se expresen las diferencias y canalizarlas democráticamente. La democracia en las organizaciones políticas debería medirse por la publicidad de los debates, la capacidad de expresar diferencias y la confrontación de ideas distintas sobre la base de un suelo común.

Se ha procurado construir una estructura que garantiza la estabilidad al mismo tiempo que asegura que el guión no está escrito de antemano y cuenta con mecanismos suficientes de control. Luis Alegre, el Secretario General de Podemos Madrid, tendrá que contar en su equipo de dirección con 16 personas que no formaban parte de la lista con la que concurrió al proceso interno (y con la que también concurrimos los que firmamos este artículo). Esas 16 personas han sido escogidas por la gente de Podemos y es un enorme signo de salud democrática que así sea.

Cuando decíamos que claro que podíamos era esto. Significa poner el método encima de la mesa y exponerse al resultado. Significa escapar de modelos burocráticos de viejos partidos, que tienen ritmos propios y alejados de la ciudadanía. Significa que todas las decisiones recaerán sobre la gente; no sobre las personas que tienen todo el tiempo del mundo para dedicarse a la política, sino sobre toda aquella persona que quiera formar parte de la decisión.

Todos los procesos internos son duros y conllevan discusiones y debates complejos, pero lo importante es el verdadero resultado: un Podemos plural sale reforzado y dispuesto a ganar la Comunidad. Nosotros salimos mucho más unidos que nunca y más unidos que nadie. Ningún otro partido en Madrid afrontará los próximos comicios en esta situación interna que proviene de las propuestas y de la elección de la gente. Mientras, otros partidos siguen esperando a órdenes desde arriba a través de dedazos, o avergüenzan a la ciudadanía con espectáculos mediáticos indignos de los madrileños y las madrileñas que merecen unos representantes a su altura y a la altura del momento histórico.

Sentimos decepcionar a los que les gustaría que no fuéramos capaces de organizarnos y de arreglar nuestras diferencias. Sentimos haber puesto en funcionamiento las arriesgadas demandas de la democracia: participar, elegir, formar parte y tener voz y voto; que parece que a muchos les da miedo replicar, y aún quieren lavar la cara a golpe de gestora, rescate de “viejos héroes” y simulacro de consulta a “los militantes”. La democracia no está reñida con la eficacia y la capacidad. Hay quien lo pasa peor con las diferencias y cambia cerraduras de despacho para mover las piezas a gusto. A nosotros no nos hace falta, somos transparentes en todos los sentidos; y ya, por fin, estamos listos para salir a ganar la Comunidad de Madrid primero, y luego el país.

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