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Ayuso vuelve a la facul

Un agente de la Policía Nacional frente a una concentración en contra de la distinción de la presidenta de la Comunidad de Madrid como alumna ilustre de la Complutense.

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No sé si os ha pasado que volvéis muchos años después a la facultad donde estudiasteis, y nada más cruzar la puerta sentís la sacudida de un irresistible viaje en el tiempo: ¡pluf!, de pronto vuelves a tener veinte años, caminas por los pasillos como si te hubieses marchado ayer mismo, te asomas a la cafetería y te parece que tus colegas te estarán esperando en una mesa llena de carpetas y botellines, te dan ganas de entrar en un aula, ponerte a la cola de reprografía o salir al sol y unirte a los del césped. “Volver a la facul”, si no lo probaste te lo recomiendo.

Supongo que Isabel Díaz Ayuso sintió ese mismo pellizco de nostalgia cuando este martes volvió a la facul, a Ciencias de la Información. De hecho, lo dijo en su discurso tras ser nombrada “alumna ilustre” de la Complutense: “Ayer estábamos aquí estudiando, hoy estoy aquí y me veo igual”, y habló de lo maravilloso que es “de vez en cuando retrotraernos a nuestro yo universitario”.

La entiendo perfectamente, porque yo estudié en esa misma facultad pocos años antes que ella. Viendo las imágenes, me retrotraje también a mi yo universitario: yo habría sido con seguridad uno de los que estaban en la calle, intentando cruzar el cordón policial y gritando contra la presidenta madrileña, como hicieron ayer tantos universitarios. Imagino que lo mismo le pasó a otro de los ilustres, el actor Antonio de la Torre. Oyendo sus palabras en defensa de la educación pública y de los trabajadores públicos como gente que hace patria de verdad, estoy seguro de que él en sus años universitarios habría estado también protestando contra un acto así.

En cambio Díaz Ayuso no debió de reconocerse en quienes la abuchearon al entrar, ni en quienes ya dentro del edificio siguieron gritando por escaleras y pasillos. Tampoco creo que se identificase con Elisa, la joven que subió al escenario y aprovechó su reconocimiento como mejor expediente para lanzar un valiente y vibrante discurso contra la “alumna ilustre”. Su pellizco de nostalgia lo debió de sentir al ver al puñado de jóvenes que la aplaudían y vitoreaban, los que gritaban “libertad” y “¡fuera comunistas de la universidad!”, los que sí pudieron pasar el cordón policial e incluso fueron escoltados por la policía para entrar en una facultad blindada, pese a que algunos no eran ni siquiera alumnos de la misma. Entre ellos, el presidente de Nuevas Generaciones.

En varias entrevistas de los últimos años la presidenta madrileña ha recordado sus años universitarios. Sabemos por sus palabras y por quienes la conocieron que Ayuso fue miembro de una asociación estudiantil, una de aquellas que no eran “ni de derecha ni de izquierda” (quienes pasasteis por la uni las recordaréis), y que rechazaba todo intento de politizar la universidad (¡politizar la universidad!, como si fuese posible una universidad apolítica, blanca, neutra). Recuerda Ayuso que en sus años de facultad ya estaban “los podemitas” montando jaleo, y estudiantes como ella “nos pusimos en pie”, “tuvimos claro dónde estaba el enemigo y supimos hacerle frente” para que no pudieran “ejercer su agenda totalitaria”. Es sabido que en aquellos años ya hizo contactos con algunos jóvenes políticos de derecha con los que años después se reencontraría, y muy poco después de salir de la universidad ya estaba en el PP y trabajando para el Gobierno regional madrileño en tiempos de Esperanza Aguirre.

Sí, la presidenta viajó ayer en el tiempo, volvió a los veinte años cuando vio a esos jóvenes “defensores de la libertad”. Sin duda, ella también habría estado en su día con ellos, aplaudiendo la decisión del rector de honrar a una política en activo pese al rechazo de buena parte de la comunidad universitaria; honrar a una presidenta que favorece la enseñanza privada y limita los recursos de la pública (incluidas las universidades públicas), conocida por sus opiniones incendiarias y hasta su negacionismo científico, y que busca este tipo de actos calientes para excitar la polarización y presentarse como víctima. Ahí estaban sus muchachos aplaudiéndola, y ahí habría estado la joven Ayuso gritando “¡libertad, libertad!”.

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