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Aznar se va, pero no del todo

Aznar con Rajoy, en una imagen de archivo.

José María Calleja

José María Aznar ha preferido pasar la Navidad bien antes que en familia. Se ha ido de la presidencia de honor del PP, su familia política de los últimos lustros. No sabemos si quería evitar tener que ir a las cenas de empresa con gente como Rajoy, a la que desprecia profundamente. O si realmente está preparando una operación golpe para convertirse en protagonista del congreso del PP, que se celebrará en febrero de 2017

Ha escrito Aznar una carta prusiana que es imposible no comparar con aquella que rompió Manuel Fraga “ni tutelas ni tu tías”, cuando ungió como su sucesor en cada rincón de la casa pepera al hoy dimitido como presidente de honor.

En su carta del 20 de diciembre –¡qué puntería con la fecha, el día que asesinaron a Carrero!–, Aznar acaba reconociendo que no habido forma de tutelar a Mariano, y mira que lo puso él, pero me ha salido rana, viene a decir. (Se puede consolar Aznar, su candidato en origen era Rato, y miren).

Aznar ha dicho que se va. Queda por saber ahora si lo hace para montar otro partido (PP, auténtico) o porque sencillamente no soportaba la idea de asistir al congreso del espíritu del 12 de febrero y se ha bajado antes de tener que saludar a Mariano.

El portazo ha retumbado en el PP del que Aznar ya estaba fuera de hecho.

En el funeral por Rita Barberá, Aznar riñó a Mariano por haber echado en vida a la alcaldesa de España. Bramó antes porque en el PP le cerraron el grifo a las FAES. El último puñetazo que soltó fue llamar “acomplejado” a Rajoy, al que acusaba de comprar los argumentos de sus adversarios en lo tocante a Catalunya. (Creo que de saque escribió enemigos, y luego lo cambió).

No ha debido gustarle tampoco nada a Aznar que la joven guardia, pongamos Maíllo, le dijera el otro día que las decisiones del PP se tomaban en el PP –es decir, Rajoy– y no Aznar.

La carta de despedida de Aznar –ha preferido no enviar un sms– es una sarta de consecuencias establecidas en los párrafos pares que no se deducen de los argumentos esgrimidos en los impares. Vean: “Hoy la nueva situación de la Fundación Faes, que desde de su creación” (sic), “aconseja la decisión”; esto después de decir que está orgulloso por haber sido elegido presidente de honor.

Habla sobre todo del agravio de las FAES y se ahorra la retahíla de desencuentros con la dirección de su partido con un “junto otras consideraciones que alargarían innecesariamente estas líneas”.

Con esa sintaxis atormentada habla de “mi no participación” en el Congreso. “He participado en todos los congresos del Partido Popular desde 1979. Será la primera vez que no lo haga, y, por lo tanto, quiero expresar mis mejores deseos de éxito en tan importante cita”. Tal cual.

Se larga Aznar con una herencia impagable, el enorme fondo de armario de imágenes de corruptos, buena parte de ellos presentes en la fiesta escurialense que se montó con la coartada de que se casaba su hija.

Se larga Aznar cuando en el PP no hay nadie dispuesto a defender la brillante idea de haber hecho autopistas radiales que iban a cambiar España y que tendremos que rescatar, como tuvimos que rescatar la Caja de Ahorros madrileña en la que Aznar puso a Miguel Blesa, su conmilitón opositor.

Se va, pero volverá.

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