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El factor Sánchez-Iglesias versus Sevilla-Garicano

Ana R. Cañil

El factor humano, la empatía o el “buen rollo” son clave para que avancen las negociaciones de los pactos. Y el tamaño del Ego –con mayúscula– de quienes mandan, también. Las reuniones están repletas de egos muy revueltos. A nadie se le escapa que un hipotético gobierno con Pedro Sánchez de presidente y Pablo Iglesias de vicepresidente tendría corto recorrido. A primera vista, son incompatibles, como se han encargado de demostrar ambos.

Menos evidente que la nula empatía entre Pedro y Pablo pero igual de importante, es la compatibilidad por descubrir entre Jordi Sevilla, el factótum económico del PSOE, y Luis Garicano, el gurú económico de Albert Rivera y profesor de la London School of Economics, el título más sobado del genio económico que lleva décadas sin vivir en España. De tan cansino, lo de la “London” suena a papanatismo. Hace lustros que son pelotón los economistas españoles -ya sean conservadores o progresistas- que pasan por las mejores escuelas y universidades económicas, norteamericanas o europeas. Lo mismo sucede con la numerosa lista de quienes han trabajado en instituciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el BCE y no fardan de ello. Pero si hasta la Iglesia tiene doctores que siempre necesitan que se les eche más aceite cuando se les unge, no digamos entre algunos economistas, que aún tendrán que demostrar cuánto saben de política, más allá de la teoría económica.

Durante las numerosas reuniones que los equipos de PSOE y Ciudadanos han mantenido, no han sido pocos los momentos en que el catedrático Garicano ha ido a su bola e incluso ha puesto en peligro los posibles acuerdos, ya sea dando entrevistas donde declaraba cosas que molestaron seriamente no solo a los socialistas, sino a los compañeros de Ciudadanos -“es un incontrolado” reconocen entre los suyos- como cuando organizó su viaje a Bruselas para “sondear” qué posibilidades hay de renegociar plazos del déficit. Fue recibido por los segundos niveles del comisario Pierre Moscovici, pero aireó a bombo y platillo la nada. Justo en el sentido opuesto que lo que ha hecho Manuel de la Rocha Vázquez -uno de los economistas socialistas- que se ha pasado por la capital europea en tres ocasiones sin que trascendiera, manteniendo la discreción.

Si el engrase político entre los negociadores de los pactos es importante para el país, el encaje de un futuro equipo económico, capaz de negociar en Europa una reducción de los plazos de la deuda como primer paso imprescindible para cambiar la política de austeridad, es vital para los ciudadanos españoles. De ahí la importancia no solo de que coincidan los puntos, sino también los talantes que diría Zapatero.

En este contexto, si la relación entre Sánchez e Iglesias o entre Sevilla y Garicano es más que complicada, tras la reunión de anoche se verá si el contacto entre Sevilla y Nacho Álvarez -el alma económica de Podemos por ahora- es más rentable que con el ilustre profesor de la London. Por títulos que no sea, hasta en Podemos hay economistas -más de uno y de dos- que han pasado por notables escuelas e instituciones económicas internacionales, como es el caso de Álvarez.

Lo asombroso es que hasta ahora, ni Sevilla ni Álvarez se conocían, más allá de alguna coincidencia en tránsito por algún acto, aunque los economistas de Podemos sí que tienen contactos con otros del PSOE, como el citado Manuel de la Rocha o la exsecretaria de Estado Luz Rodríguez.

Lo más probable es que los hombres económicos de Sánchez e Iglesias queden sepultados por el guirigay que habrá en las reuniones. Por parte de la comisión negociadora de Podemos, Iglesias ha tenido que incluir a ocho personas, con el ánimo de contentar a todas las confluencias, que exigen voz propia. Entre otras cosas, porque hablar con “el líder Iglesias” cada vez es más difícil, dada la guardia pretoriana que se ha montado alrededor. Lo dicho, es imprescindible no perder de vista el factor humano y los egos revueltos en los próximos días.

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