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Lo que nos hace distintos, ministra

Carmen Montón en el acto en el que ha dimitido

Raquel Ejerique

Lo que nos hace distintos a unos y otros no es solamente decir que “no todos somos iguales”, sino actuar de modo diferente. La ministra Carmen Montón, si quería ser diferente, podría haber denunciado las facilidades que le estaba ofreciendo una pequeña organización corrupta al amparo de una universidad pública, en lugar de aceptarlas. Eso es lo que haría alguien distinto que ni propone ni acepta que se le trate de manera excepcional.

Por ejemplo, en lugar de decir “hice lo que se me pidió” podría haber hecho lo que se esperaba: exigir la igualdad académica predicando con el ejemplo y no prestarse a ningún carril rápido. No hace falta ser un experto universitario para saber que empezar con el curso a medias y aprobar seis asignaturas con nota sin conocer a los profesores no es una vía normal. Tampoco es normal entregar un TFM de 50 páginas con 19 plagiadas y sacar sobresaliente.

No sé en qué universidades han estudiado algunos de nuestros políticos, pero en las públicas españolas por lo general hay un profesor por asignatura, con el que se trata, que pone un examen o trabajo al alumno, que lo entrega, y se lo devuelven con una nota. Es un mecanismo fácil y comúnmente compartido. Para una mujer como Montón, representante pública y licenciada en medicina, no debía ser tan difícil distinguir entre ir a clase y no ir, o entre presentarse a asignaturas o no, entre exponerse a ser calificada o no. Entre hacer lo que había que hacer o hacer lo que “se me pidió”.

Si hubiera ido más a clase (un par de veces, según una alumna, y tres veces según una profesora), se habría dado cuenta de que esa veintena de chicas que estaban en el aula hacían trabajos de hasta 17.000 palabras. Lo habría sabido y quizás así hubiera podido darse cuenta de que el suyo no era el sistema común. Hubiera visto que leían textos largos y hacían comentarios, hubiera podido comprobar cómo preparaban su trabajo de investigación. Pero no se dio cuenta o no se quiso dar o no lo pensó, solo hizo lo que se le pidió, sin darle más vueltas.

También hubiera sido distinta a “todos” si, cuando un medio puede acreditar todo esto, en lugar de huir hacia adelante en una comparecencia llena de falsedades, hubiera pensado, hubiera hecho autocrítica y hubiera pedido disculpas. Sería muy diferente si, en lugar de justificarse a sí misma, Montón hubiera sido capaz de pensar que quizás se equivocó, que quizás se aprovechó del sistema que la había elegido. Un sistema público que no es suyo, es de los ciudadanos, y que seguirá siendo nuestro mientras que los políticos se suceden.

Hubiera sido distinto también si hubiera admitido que no tiene ningún control sobre el caos de su expediente (convalidación no pedida, fecha del título errónea, nota manipulada). Algo que solo puede pasar si no has sido tú, sino otros, quienes lo han construido y gestionado. Muy distinto sería si hubiera podido contestar a algo, ministra, algún detalle al que aferrarse, más allá de unos correos sobre cómo es la matrícula. Matricularse y constar como alumna no es prueba de nada más allá de que te has pagado un máster. Del esfuerzo y el precioso camino de superación, compañeros, investigación y esfuerzo que llevan a completar 12 asignaturas y un TFM no se ha podido acreditar rastro. Así que para que nadie pueda decir que es usted igual que otros había que hacer un acto de fe y creer que toda esa documentación probatoria se ha perdido. Pero los párrafos plagiados del esfuerzo de otras mujeres no han podido caer solos en su trabajo, eso ya no hay cadena de mails que lo arregle. 

Todo sería distinto si la ministra Montón no hubiera confundido adrede papeles huecos con documentos relevantes (igual que Cifuentes) y no hubiera intentado confundir al público con declaraciones ofendidas (igual que Cifuentes), mintiendo sobre lo que le dijo a los periodistas (igual que Cifuentes) o achacando todas las irregularidades a la universidad pública (igual que Cifuentes). Quizás no sean todos iguales ministra, pero usted se ha parecido mucho a aquellos que critica y nada a aquellos a los que tenía que servir.

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