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Sobre la ideología de Podemos

Pablo Iglesias se define como "candidato del sur" para el cambio político en la UE. \ Efe

Suso de Toro

Si algo atestigua los consensos del sistema político español es la unanimidad en los ataques destructivos a Podemos. Se deben a que es una formulación política que cuestiona esta democracia limitada nacida de la Transición y señala que ha llegado a su fin. Como nadie quiere perecer, los partidos, los intelectuales y todos los poderes establecidos reaccionan y defienden su existencia tal como llegaron hasta aquí.

Las infamias lanzadas desde el PP contra ese nuevo partido son ataques típicos de políticos sin escrúpulos en cualquier país, pero en ese caso tienen un fundamento en su propia cultura política, fundada por el ministro de la propaganda del Caudillo (recuérdense sus actuaciones al respecto de la huelga minera de Asturias del año 1962 y de la tortura y fusilamiento de Julián Grimau en el 63, por poner ejemplos). Y ese fue su modo de actuar en el pasado reciente, utilizaron los atentados de ETA y el atentado en los ferrocarriles de Madrid para atacar a Zapatero, utilizan sistemáticamente el terrorismo para criminalizar la protesta social, hace un mes acusaban a Stop Desahucios y al BNG de amparar el terrorismo, ahora lo hacen con Podemos. No falla, el terrorismo ha sido su gran arma de ataque y su alimento político.

Pero también hubo críticas desde sectores recelosos de la izquierda que se han visto afectados en sus intereses y también de sectores del nuevo españolismo laico que ha ido cristalizando en torno de Rosa Díez en medios de comunicación madrileños. Hay críticas que merecen atención, una de las más demoradas la hizo Antonio Elorza en El País, pero junto a observaciones que piden ser tomadas en cuenta, se mezclan heridas por ofensas personales apenas veladas con acusaciones que no están fundadas y son injustas. La crítica de conjunto que se le hace a Podemos es ser la creación de un equipo de perversos manipuladores y basarse en la seducción, la demagogia, el autoritarismo y la violencia para imponerse; su ideología se reduciría al populismo y el totalitarismo. Si miramos a nuestro alrededor y vemos lo que está ocurriendo en la sociedad, si vemos la política que nos gobierna, ¿es posible que sea Podemos quien merezca un ataque tan virulento? Me parece que es ver el mundo al revés y que ese discurso nace bien de un punto de vista interesado o bien de un subjetivismo desesperado.

La referencia al chavismo es puramente sacudir un espantajo que ha sido creado previamente. Chávez y su movimiento tienen componentes que nos resultan criticables a los europeos pero es injusto valorarlo sin tener en cuenta las circunstancias de su país, sobre todo cuando nadie se molestó en criticar a Carlos Andrés Pérez y otros gobernantes anteriores que merecían una reprobación absoluta. Por otro lado, retratar a los promotores de ese partido como taimados manipuladores carismáticos es un error, conlleva un menosprecio de tantas personas que lo votaron. Imaginarlos como adolescentes fácilmente seducibles (como es el caso de la película que le da pie para Elorza para su artículo, “La ola”, de Dennis Gansel), cuando ese votante precisamente tiene un perfil de persona bien informada y crítica.

La política de estos últimos años, con un gran consenso de los dos principales partidos, está siendo verdadera violencia instituida contra la mayoría de la población y las críticas desde el punto de vista social y democrático que se le hagan son justas.

Podemos está obligando de entrada a los demás partidos a revisar sus políticas, está limpiando la vida política. Se trata de una organización que se estructura a partir de un movimiento social, ¿cuál es su ideología? ¿Es una organización de izquierdas? La izquierda históricamente es un movimiento muy amplio en el que caben corrientes contrarias, pero toda ella se asienta sobre la lucha de clases y considera al movimiento obrero como su sujeto y su motor.

Habría que situar el momento en que esa premisa obrera se quedó en un mero pretexto ideológico sin base real. Hace mucho tiempo que la izquierda renunció en la práctica y también en la teoría al concepto de “revolución”, entendida como sustitución del dominio de la burguesía por el de la clase obrera. Cambios sociales en las sociedades industrializadas fueron vaciando de sentido a esos análisis, pero desde hace décadas la izquierda no ha encontrado otra forma alternativa de imaginar un camino verosímil para enfrentarse a los poderes financieros y cambiar las relaciones económicas y sociales.

El movimiento del que nace Podemos ya no nace ni se asienta sobre los sindicatos, la expresión cabal de la clase obrera, sino sobre otros sectores sociales. Por ahora es una referencia para una generación de padres y otra de hijos, ese aspecto intergeneracional es particularmente valioso, que pertenecen fundamentalmente a lo que se suele llamar “trabajadores cualificados” o “pequeña burguesía”. Puede que en el futuro llegue a las personas que formarían lo que se suele llamar la “clase obrera” o “las clases trabajadoras”; por ahora, no. Nace en unos sectores sociales muy castigados pero que tienen información y orgullo cívico. ¿Cómo evolucionarán esos sectores? ¿Se diluirán políticamente si las cosas se van arreglando? ¿Crearán un verdadero sujeto político que arrastre a la sociedad e imponga cambios políticos, económicos y sociales?

Sin duda lo que permitió que naciese ese movimiento fueron las consecuencias de la crisis económica, que castigó a esas familias empobreciendo a los padres y privando de futuro a los hijos, pero su base ideológica es política y, quizá finalmente, moral.

Se asienta sobre una revisión crítica de la Transición y los mitos sobre los que se asienta la democracia española y, en nombre de la democracia misma, le hace una crítica elemental al sistema político establecido y a sus métodos, y también al sistema económico causante de los daños sociales. Es una crítica demoledora y difícil de rebatir porque, frente a un sistema que evidencia su corrupción, apela a la moral. Efectivamente la política vigente es inmoral y todos lo sabíamos, pero Podemos lo ha verbalizado y ahora ya no es tabú para muchas personas.

A pesar de los ataques, sus dirigentes van a sufrir, es una organización que crecerá, ¿quiere esto decir que hay sectores sociales amplios que apuestan por una revolución? Parece evidente que no, más bien entienden que Podemos y otros movimientos democráticos puede ser un instrumento para corregir la política y regenerar la democracia.

¿Y qué pretenden los dirigentes de Podemos? ¿Una revolución? Desde luego no sería “obrera”, como soñaban las izquierdas de la primera mitad del siglo pasado, ¿sería una revolución “democrática”? ¿Y eso cómo es posible en el mundo económico dentro del que estamos? Seguramente no habrán dado con la piedra filosofal que le dé una nueva orientación histórica a la izquierda, si es que ello es posible, pero han creado una fuerza política que, además de ser ya una presencia ineludible, es un gran bien social.

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