La izquierda y su convulsión

24 de abril de 2025 22:35 h

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¿Había riesgo de ruptura del Gobierno? Rotundamente, no. ¿El incendio provocado por el contrato de más de 6 millones de euros para comprar balas a Israel tenía un coste político para Pedro Sánchez? Sin duda. ¿Soluciona los problemas en el seno de la coalición la desautorización del presidente a Marlaska para rescindir lo pactado? No parece. 

Por partes. Ni IU ni Sumar tenían intención de abandonar la mesa del Consejo de Ministros. Lo que en la mañana del miércoles sonó a amenaza de ruptura por boca del portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Enrique Santiago, a mediodía ya era un “no estamos en ese escenario”, por la noche resultó una invitación al ministro del Interior para que se fuera él del Gobierno y pasada la media noche acabó en que quienes tenían que asumir responsabilidades por lo sucedido, quizá, eran los funcionarios que habían tramitado el expediente del contrato. Cosas de la izquierda a la izquierda del PSOE y de su permanente estado de convulsión y competición entre sus diferentes siglas. 

Cuestión distinta es que el incendio provocado por el contrato de marras no tuviera coste político para Pedro Sánchez si se llevaba a término. Lo tenía, sin duda, porque habiendo adquirido el compromiso público de no comprar ni vender armas a Israel que contribuyen a mantener el genocidio sobre Gaza, la credibilidad del presidente quedaba en entredicho. Aquí no caben equidistancias. O se está a favor del Estado palestino o se está a favor de la limpieza étnica que persigue Netanyahu. El asunto era una cuestión de coherencia para un presidente que internacionalmente ha hecho bandera de la causa palestina y se ha erigido en látigo de Netanyahu en el marco de la UE, pero que dicho sea de paso también está obligado a cumplir con las reglas comunitarias de comercio internacional.

La decisión de obligar a Fernando Grande Marlaska a explorar fórmulas imaginativas para anular el contrato era la única salida, y no para salvar la coalición de gobierno cuya continuidad nunca estuvo en peligro, sino para preservar el crédito de Sánchez en un asunto de calado como es el conflicto de Oriente Próximo. 

Claro que, como ha desvelado Olga Rodríguez, en este mismo diario, España desde octubre de 2023 ya había adjudicado o formalizado 40 contratos de compra de armamento a Israel desde octubre de 2023, 20 de ellos por valor de 1.041 millones de euros. Así que, además de rescindir de forma unilateral el contrato de munición a la empresa israelí IMI Systems de 6 millones de euros por “razones de interés general”, como ha anunciado el Gobierno, a la Abogacía del Estado le queda mucho trabajo por delante para hacer lo propio con el resto de procesos de compra de armamento que siguen abiertos y que el Gobierno ya anticipa que no se ejecutarán por los mismos motivos. 

El presidente consigue de momento aplacar la indignación de IU y de Sumar por el asunto, pero no acabar con la excitación que el aumento del gasto en Defensa para cumplir con el 2% del PIB comprometido con la OTAN y la UE ha provocado en el espacio a la izquierda del PSOE en coherencia con su histórica posición sobre la Alianza Atlántica y el gasto militar. Pero también por la competición entre las distintas marcas de la coalición que integran Sumar y, especialmente, por la beligerancia que Podemos ha desplegado contra el Gobierno y contra Sánchez por este mismo asunto.  Algo que no parece que vaya a cejar ni en el corto ni en el medio plazo y que sin duda augura nuevas disputas en el seno de la coalición de gobierno y cada una de ellas con mayor estruendo y escenificación. 

Una de las preguntas que sobrevuela en los círculos monclovitas es dónde estaba y en qué pensaba esa otra izquierda cuando se adjudicaron los otros 40 contratos que se firmaron desde 2023 y ahora están en revisión. La respuesta es sencilla: en la misma mesa del Consejo de Ministros en la que siguen sentados hoy, a pesar de su disconformidad con el Plan de Defensa, el aumento del gasto militar y todos los contratos firmados con Israel. Y así seguirá siendo porque lo de la coherencia no es un valor que se pueda decir que cotice al alza en la política. De lo contrario, deberían darse algunas muestras de que, como en la vida, en la esfera pública también se sabe llegar, estar e incluso irse cuando llega el momento.