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El Luispas

Luis Pastor

Montero Glez

He leído con una rara mezcla de gusto y rabia el último libro de Víctor Lenore, un ensayo crítico que sacude las conciencias de los que vivimos la década de los años 80.

Cabe destacar el capítulo dedicado a los cantautores por ser capítulo que, de siempre, ha estado pendiente de un hilo y donde Lenore ha sido capaz  de señalar la poca solidaridad que se practicaba entre compañeros de la legua. Con esto, Lenore no sólo ha señalado el hilo, sino también las manos que lo mueven. 

La cosa fue que un grupo de cantautores acompañaba la caravana de Felipe González por los pueblos de España. Hasta aquí nada nuevo, la cultura siempre ha sido un adorno para llamar la atención de los votantes. Como era de esperar, los cantautores de la caravana habían firmado unos contratos por los cuales no podían tocar para otro partido que no fuera el PSOE. Cláusula de coherencia que llaman. Pues bien, el único que se opuso a tal autoridad fue Luis Pastor, el cantautor de Vallecas. Había firmado el contrato en caliente, sin leerlo y cuando se quiso dar cuenta había acatado la cláusula de marras.

Sin embargo, la cosa no quedó ahí pues el Luispas volvió a entrar a la sala de reuniones y rompió el contrato. Discutió con los encargados de la cultura del PSOE explicando que tenía compromisos con el PCE, que le había ofrecido otros tantos conciertos y los había aceptado, pero como todos tenemos un precio y Luis Pastor tenía familia, estaba dispuesto a renunciar al compromiso con el PCE  si, en vez de cinco conciertos acompañando al PSOE, fuesen trece los conciertos. Parece ser que se montó reunión en Ferraz con este asunto y que los cantautores se reunieron con Alfonso Guerra, todos menos el Luispas que esperó fuera.

Hay que apuntar que, en aquella época, Luis Pastor cobraba un millón trescientas mil pesetas por concierto. Sus coplas de ciego en televisión, en el programa de Alfredo Amestoy, lo habían llevado a la fama. Por aquel  entonces Luis Pastor era tan famoso como lo pudiera ser El Hombre del Tiempo o las azafatas del Un, dos, tres. 

Pero a lo que vamos, que Luis Pastor esperaba fuera cuando vio salir a uno de los cantautores que se acercó a él para decirle que estaba todo arreglado. Que daban trece conciertos con la caravana pero que para Luis Pastor no había sitio por haber roto la baraja. Revelador.

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