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Mecánica para demoler un Estado Social o el extraño caso del edificio desaparecido

Aparece un solar en la esquina del parque del Retiro con la plaza que alberga la Estación de Atocha en Madrid

Rosa María Artal

Pasear por Madrid depara sorpresas como la de encontrar que ha desaparecido un edificio completo. No uno cualquiera, estaba ubicado en una esquina del Parque del Retiro con la plaza que alberga la estación de Atocha. Más de una vez había reparado en sus tiendas, más que cerradas, abandonadas. ¡Et voilà! Ya no queda nada de él.

Ese agujero urbanístico es, en manos del PP –piensa una-, un bocado demasiado apetitoso y, basta indagar un poco, para comprobar que se cumplen las peores sospechas, como es habitual en ese partido. El portavoz de UPyD del ayuntamiento y ciudadanos en defensa del patrimonio han seguido y denunciado el proceso. El derribo, argumentan, ha incumplido la ley porque se trataba de un edificio protegido. Una nueva normativa aligera los requisitos para que baste con conservar poco más que la fachada.

Se lo han pulido completo, claro está. Pero, desde Dirección General de Patrimonio Cultural y Calidad del Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Madrid han contestado a la asociación ciudadana. Dicen que el edificio estaba en “ruina grave”. Lo declararon así en 2014 (atentos a la fecha). Pero les piden estén tranquilos porque van a reconstruir la fachada para dejarla como estaba e incluso han conservado algunas rejas de los balcones originales.

2014 es el año en el que se decreta su ruina ¿verdad? Pues en 2013 el grupo Ayre Hoteles, que cuenta entre sus socios a El Corte Inglés y a Abel Matutes, anunció ya la apertura de un hotel frente a de Atocha y exactamente en el mismo sitio donde ahora ha quedado libre el solar.

Es importante que fijemos nuestra mirada en ese edificio compacto, sólido, con sus cimientos y sus vigas y luego en el vacío que deja. Porque eso exactamente es lo que está haciendo el PP y sus correligionarios con cuanto tocan. La sanidad, la educación, pensiones, empleo, subsidios, dependencia, servicios, nivel de vida, derechos… todo. Es la política de hechos consumados, de tierra quemada. Y hay leyes para conservar fachadas pero nada impide al parecer enajenar o derruir valores fundamentales para una sociedad.

Ha pasado igual con la sanidad, insisto. Teníamos uno de los mejores servicios de salud del mundo y de gran eficiencia para su coste, y ahora andamos repagando, hablando de “medicinas y tratamientos caros”, de cierres de servicios indispensables, de dolor y muerte incluso. Llegó la piqueta del PP y la tiró abajo. Aún quedan profesionales esforzados que trabajan entre los cascotes pero el entramado anterior, los ladrillos y soportes, no está.

Por si cuela en esas mentes atoradas que aún les siguen, dicen que reconstruirán la fachada tal como estaba. ¿Para qué la has tirado entonces? Se había quedado vieja. Ah, entonces nos deshacemos también de Las Meninas de Velázquez que tenemos unos copistas muy eficientes que van a hacer otro cuadro que ni lo notarás.

¿Nos deshacemos? No exactamente, lo que proporciona beneficio no se destruye por completo: se transforma. La mecánica siempre es la misma. Las demoliciones del PP –o de CiU y toda esta gente- tienen indefectiblemente un beneficiario privado claro. En algo tan serio como el cuidado de la salud han entrado hasta fondos especulativos, empresas con familiares de políticos, e incluso se apuntan órdenes religiosas en Madrid, conocedores de las debilidades del partido que gobierna España por los cuatro costados.

No me digan que no es casualidad que el solar que deja el edificio derribado en Atocha/Retiro vaya a ir a parar, precisamente, a El Corte Inglés y al gran cacique ibicenco del PP.

En su febril actividad, Ana Botella también ha dado vía libre a , esta vez al lado de del Sol. Las obras, ya iniciadas, levantarán un complejo de lujo con hotel y centro comercial que aquí le ha correspondido en suerte a , vinculada al amigo Villar Mir.

La operación incluye “la remodelación del aparcamiento subterráneo y reordenación del tráfico”. Es decir, el ayuntamiento ha acordado invertir casi 21 millones de euros porque ha de indemnizar a la actual concesionaria del parking cuyo contrato expiraba en 2027. Aprendida la lección, Botella se la va a dar a los nuevos por ¡40 años! para que no haya ocasión de arrepentirse. Y, si no, se paga con el dinero de otros y ya está. Como hizo su mentor y antecesor, promovido después a Ministro Demoledor de que ha dejado herencia de pago para varias generaciones.

El dinero estaba y ya no está, como el edificio de Atocha/Retiro, pero renace en los bolsillos adecuados con mayor o menos estética que eso es lo mismo.

Para demoler un Estado Social pues, primero hay que votar a un partido como el PP o todos sus primos hermanos y comprensivos sustentadores del sistema. Dotarse de unos eficaces cómplices mediáticos que hagan magia con los datos, atemoricen con los peligros que acechan a los que se alejan del carril o que mareen la perdiz para que los más débiles de mente no se aclaren y se queden solo con lo que ha farfullado Marhuenda para comentarlo jocosamente. Y luego asistir a los sucesivos derribos, a los engaños de que va a quedar igual o mejor, a la lista de beneficiados privados de bienes públicos, al dispendio de nuestro dinero porque, al final, encima terminamos pagando.

No pierdan de vista el agujero. Allí había un edificio que se dejó deteriorar para después tirarlo sin contemplaciones. Pronto habrá otro, pero ya no será igual. Solo podremos entrar pagando. En él, como en sanidad, educación, derechos y todo lo demás. No sé si las fuerzas y leyes de las que se dota el PP para amedrentar a los críticos permitirán mendigos en las inmediaciones. Poco después de hacer la foto, se estableció un control policial, al parecer indispensable en el desértico Madrid de agosto.

Porque ése es el diseño de país en el que el PP y compañía trabajan. El de la desigualdad, el del embudo, el del lujo y la pobreza, el de la injusticia, dado que el único I+D+i al que atienden, promocionan y goza de toda prosperidad es, como ya se está diciendo, el de la corrupción.

Éticas personales como edificios demolidos, cerebros como solares vacíos, sustentan esta increíble situación.

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