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La mujer del César

Elisa Beni

Este fin de semana se me calentó Twitter. Mis jueces tuiteros más bien. Se me ocurrió escribir: “Permitir que un sueldo que los jueces perciben como insuficiente sea completado por el sector privado es muy peligroso y debería cambiarse”. Un tema que toca médula. Llevo respondiendo casi desde entonces. La constatación de que unos presuntos extorsionadores, que han sido ingresados en prisión preventiva, pagaban a jueces y fiscales para luego usar esa circunstancia como parte de la presión a los chantajeados ha puesto sobre la mesa otra vez esta cuestión. Y digo otra vez porque lo cierto es que es un problema que acarreamos desde hace mucho.

Jueces pagados por presuntos delincuentes. Jueces pagados por fundaciones de partidos políticos a los que luego quieren juzgar. Jueces muy bien pagados por bancos de paraísos próximos, que luego caen a consecuencia de las acusaciones por amparar blanqueadores de capital. Jueces pagados por bancos. Jueces pagados por aseguradoras. Jueces pagados por gobiernos a través de una empresa privada. Jueces pagados por los señores que aspiran, y consiguen, los concursos que decretan. Jueces pagados por editoriales que controlan abogados que pleitean en su sala. Jueces pagados por Universidades que controlan fondos americanos. Jueces pagados por entidades públicas y privadas que no son el Ministerio de Justicia. Jueces pagados.

Ya se que el Consejo General del Poder Judicial, ese que no sale a defender la independencia de un juez así le crujan, ha corrido a realizar una declaración institucional sobre esta cuestión. Es una cuestión importante. En algunos casos un complemento circunstancial y en otros un sobresueldo de mucha entidad. Dice el CGPJ que “la integridad y la honestidad de los jueces españoles es incuestionable” y le contesto yo que lo es, en tanto en cuanto no haya indicios para cuestionársela. Así que es mejor no jugar con fuego. “¿Crees que un juez se va a vender por una conferencia?”, preguntan mis jueces, los tuiteros y los de carne y hueso. Pues lo mismo que no creo que un periodista económico se venda por un viaje o un regalo y aún así la mayor parte de los medios han puesto coto a los detalles y viajes de placer camuflados de trabajo. Por si acaso. Por si nuestro cerebro más reptiliano nos juega una mala pasada y nos hace ver más simpáticos a nuestros patrocinadores. Somos humanos, como lo era Publio, y honestos, como la bella Pompeya, y aún no pudiendo probar nada en juicio, César se divorció de la honesta pues la mujer del César, aún siéndolo, tiene también que parecerlo. Apariencia de imparcialidad y tal.

Que sí, que los que dan esos cursos y conferencias lo hacen legalmente, nos dice el Consejo y nos restriega el artículo 389.5 de la LOPJ que se interpreta, quizá porque lo hacen ellos mismos, de forma muy amplia. Este artículo afirma que los jueces son INCOMPATIBLES con “TODO empleo, cargo o profesión retribuida SALVO la docencia o la investigación jurídica y la creación literaria, artística, científica y técnica y la publicación derivada de ella”. Yo, leyendo eso, traduciría: clases universitarias, preparación de opositores y publicación de libros o artículos jurídicos, o de novelas si me apuran. Y ya. Considerar “docencia” las conferencias pagadas por entidades como Ausbanc, Banca Privada Andorrana, FAES, Santander, BBVA, Indra o cualquier Gobierno Autónomo es ser muy laxo con su conciencia y muy inquietante de cara al ciudadano. Y no mirar no exime.

Yo sé desde 2005 que Ausbanc había sido expulsada de mala manera del registro de asociaciones de consumidores y sé de la diatriba con FACUA, y de los antecedentes delictivos de Luis Pineda, pero ningún magistrado sabía nada. O no quisieron saber. Por eso quiero sugerirles que ya que no van a preguntar qué hay detrás de quien les contrata y que intereses le mueven, lo mejor va a ser que dejen de ser esponsorizados y de sacarse sobresueldos de esa forma.

Lo mismo sucede con las asociaciones judiciales. Recibiendo como reciben entre todas 450.000€ de subvención al año más 32.500€ para formación, realizan congresos anuales que son patrocinados por bancos y gobiernos locales que corren con parte de los gastos de alojamiento, cenas, etcétera.

Ir al Tribunal Supremo a defenderse de una querella y encontrarse con que enfrente tienes a un abogado que es tan amigo del magistrado que publica libros con él y se reparte las ganancias... ¿no le inquietaría? Que un administrador concursal le reconozca que va a cursos, que le cuestan hasta mil euros, para “conocer” a los jueces que tienen que nombrarle para que tenga negocio ¿no le mosquea?

Por eso entiendo que hay que salvar a la mujer del César, porque ella anda tan apurada que no se da cuenta de que anda poniendo su honor en entredicho. Propongo que el legislador -si algún día este país vuelve a funcionar- refuerce las incompatibilidades de jueces y diputados, y que además, ponga los métodos de control necesarios para que no sea posible hacerse un Aristegui. Si fuera menester, incremente los sueldos de los jueces para que no necesiten llegar a fin de mes cobrando de aquí y de allá. En caso contrario, insto a que la transparencia decretada por el CGPJ cubra también la publicación de todas las conferencias y cursos impartidos por cada magistrado,el importe cobrado y la fuente de su pago. Al menos nos facilitaría la inquietud y las recusaciones. Vivir en FAES y juzgar al PP aún no es posible en este país.

Señorías, creemos firmemente en su honestidad pero a veces andan despistados y no se dan cuenta de que se la están colando. Hemos contrastado que El Corte Inglés es un buen anunciante y también lo difícil que resulta escribir un artículo contra él. No son mejores que nosotros ni que nadie pero, y esa es la diferencia, de su independencia depende la esencia de nuestra democracia. No es bonito que sus anfitriones acaben en prisión y está sucediendo con demasiada frecuencia.

Incompatibilidad con la esponsorización privada. No se les ocurriría ponerse la toga como un mono de piloto de F1 pero a veces alquilan sus privilegiadas mentes de una forma tan vertiginosa como corren ellos. Si se sienten mal pagados, el camino es otro.

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