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¿Cuántas mujeres hacen falta para superar la credibilidad de un hombre?

14 de diciembre de 2025 21:50 h

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Cuando pensábamos que nada podía superar en incredulidad todo lo ocurrido durante los últimos días, ayer conocimos que un cirujano plástico ha sido detenido y enviado a prisión provisional acusado de haber violado a una paciente mientras estaba anestesiada. Dos enfermeras grabaron la agresión en un hospital de Murcia y lo denunciaron a la Policía. La Justicia investiga ahora si hay más víctimas. Al parecer, ni siquiera estaríamos a salvo sedadas en un quirófano.

Como sabréis, estamos viviendo un año negrísimo en violencia machista, con 45 mujeres asesinadas, una estadística especialmente atroz durante las últimas semanas. En solo quince días, seis mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o exparejas. Jennifer, Rosemary, Oriana, María Ángeles, Concha y Victoria. Así se llamaban. 

En paralelo, los de acoso sexual dentro del PSOE están poniendo en evidencia el fallo estructural en los protocolos del partido, pero también cómo de arraigada está la dinámica machista y la deslegitimación de las quejas internas en cualquier estructura de poder, sea o no progresista. Escribía Elvira Lindo el otro día que “hemos aceptado que con soltar de vez en cuando el término patriarcado algunos políticos ya han ganado el aprobado”. Y, efectivamente, muchos se han amparado y se siguen amparando en adargas meramente conceptuales o en el escudo de sus siglas políticas, mientras otros tantos creen que mensajes de profunda consternación son suficientes para tapar evidencias conocidas tiempo atrás.

Adicionalmente, la ministra de Igualdad, Ana Redondo (desaparecida, por cierto, en pleno escándalo de sus compañeros), presentaba la pasada semana los resultados de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2024, que señala que el 12,7% de las mujeres residentes en España de más de 15 años ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de la pareja en algún momento de su vida. 

Y, mientras todo esto sucede a los ojos de todos, el debate mediático continúa instalado en las denuncias falsas (que suponen un porcentaje cercano al 0,01%) a raíz de la publicación de un libro. Las denuncias falsas existen, joden vidas, son una lacra evidente, pero una cosa es admitir y señalar el terrible problema de las denuncias falsas, otra bien distinta es suponer que sean comunes (no lo son) y otra si cabe más peligrosa es equiparar esta problemática con la violencia de género estructural (y mortal). Pero hay un problema de fondo mucho más profundo: el a veces maniqueísta discurso feminista está sirviendo de pretexto para amparar la victimización y el negacionismo de algunos hombres. 

Pues con todo este panorama ciertamente desolador uno termina naufragando en la gran paradoja de nuestro tiempo: a medida que aumenta la reacción de las mujeres, especialmente en formas que desafían las normas de género, disminuye su simpatía social; a medida que aumenta la reacción de las mujeres aumenta también una especie de incredulidad sistémica hacia ellas. ¿Cuántas mujeres hacen falta para igualar, y ya no digamos superar, la credibilidad de un hombre? ¿Cuántas denuncias, cuántos mensajes, cuántos comentarios, cuántas quejas internas, cuántos datos, cuántas condenas, cuántas pruebas?