No pienses en un Prestige
Leo la prensa de este martes. ABC: “Los pellets de Galicia no son un nuevo Prestige”. El Español: “Los pellets son un problema, pero no son un nuevo Prestige”. El Confidencial: “La marea blanca de los pellets no tiene nada que ver con el Prestige”. Y lo mismo el resto de medios de derecha, que en portadas, editoriales y columnas acusan al PSOE y la oposición gallega de “tratar de resucitar el fantasma del Prestige”, “intentar convertir los pellets en un nuevo Prestige”… ¿Cuál es la palabra que más se repite en todos estos titulares? Ajá.
Es verdad que fue la oposición gallega quien nombró la bicha y puso sobre la mesa el recuerdo del Prestige. Y es cierto que estamos en precampaña, y todo suma. Pero da hasta penica la torpeza con que la derecha se maneja en un escenario adverso. Cada vez que, en su defensa, un editorialista, columnista o tertuliano de derecha pronuncia “Prestige”, Dios mata un gatito ahogándolo en chapapote. Cada vez que un gallego oye el nombre “Prestige”, en su cerebro se reaviva un recuerdo traumático y ahí se queda unos días, botando en su cabeza. Es de primero de Lakoff, por favor: “No pienses en un Prestige”, te dicen, y tú ya no puedes pensar en otra cosa. “Esto no es un Prestige”, insisten, y tú solo oyes Prestige, Prestige, Prestige.
Claro que la crisis de los pellets no tiene comparación con la de 2002 –lo que no quita que sea grave a otra escala–. Pero para el gallego traumatizado por aquella catástrofe, la sola mención ya le pone en guardia. A partir de ahí, cada paralelismo añade sal a una herida mal cerrada. Y estos días han abundado los paralelismos: un barco accidentado, un vertido, playas sucias, voluntarios recogiendo lo que pueden, municipios sin recursos suficientes, autoridades que primero niegan, luego minimizan y al final actúan tarde, titubeos, falsedades, acusaciones entre administraciones, informes de parte que niegan la evidencia… Todo tenía un aire de déjà vu.
Desde el momento en que circularon por redes sociales los primeros vídeos de playas llenas de bolitas, se instaló un marco en el que la derecha gallega llevaba las de perder. Pero si además te manejas con tanta torpeza como estos días, y repites comportamientos del pasado, el mensaje queda claro para muchos gallegos: esto no es un Prestige, pero no olvidamos vuestra responsabilidad en el Prestige. Esto no es un Prestige, pero si lo fuera, ya vemos que volveríais a actuar igual. Hace varios días que ‘Prestige’ es Trending Topic en las redes sociales, y no ha sido por obra de ningún ministro torticero.
En realidad el gobierno gallego lo tenía bastante fácil para salirse del marco o darle la vuelta a su favor. En vez de insistir en acusar a la oposición y al gobierno central de “politizar” o “hacer campaña”, y lanzar mensajes contradictorios, podía haber hecho todo lo contrario que en 2002, desde el primer minuto, o al menos desde el segundo minuto si no se enteró en el primero (estábamos de navidades, vale): tomar la iniciativa, activar protocolos, desplegar medios, buscar la colaboración del Estado, aprobar medidas, destinar recursos… Incluso sobreactuar un poco, que sí. Cualquier cosa sería poca para contrarrestar el recuerdo traumático del Prestige.
Al final la Xunta ha rectificado y elevado el nivel de alerta, pero arrastrando los pies y después de que se lo pidiese todo el mundo. Está a tiempo de dejar de pisarse los cordones, reconocer la gravedad del vertido, volcarse en solucionarlo, dejar de ver conspiraciones electorales y no repetir más que no, que esto no es un Prestige.
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