Las promesas de la derecha y la izquierda, en casa
Suele ocurrir que cuanto más campanuda es la promesa, más urgente y silenciosa es la rectificación. No solo en la política.
Artur Mas fue a un notario a decir que jamás de los jamases pactaría con el PP y se llevó hasta la pluma para que la desactivaran de posibles tentaciones de pactar con ‘los españoles’. Pues bien, en cuanto tuvo necesidad, pactó con el PP. Como esto va muy deprisa nos hemos olvidado ya de los acuerdos de la corrupta y derechista CiU con el corrupto y derechista PP. Qué decir cuando el ABC nombraba “español del año” a Jordi Pujol.
Ha dicho ahora Rivera que ni sometido al potro de tortura pactará con Sánchez. Con esta declaración quiere abortar, con perdón, una campaña del monotemático Casado, en plan de no voten a Ciudadanos, que van a apoyar al traidor, felón en plantilla, rompedor de España y etarra por las tardes.
El listón, la máquina de la verdad de estas promesas, está en saber, quiénes, cuántos, suman 176 escaños, la mayoría absoluta en el Congreso.
No tengo ni idea de cuáles serán los resultados electorales, a diferencia de los politólogos de guardia, que ya los saben con decimales –no así, insisto, la socióloga que acertó con lo de Podemos cuando nadie lo veía.
Pero se trata de saber cómo se compone la mayoría absoluta, o una mayoría de cierta estabilidad. Desde luego que si la suma de PSOE y Cs da mayoría absoluta no parece imposible que lleguen a un acuerdo. ¿O va Ciudadanos a decir, no es esto, no es esto, que he prometido que no pactaría con el PSOE, en el caso de que esa suma fuera posible y le permitiera, por ejemplo, entrar en el Gobierno?.
Si los resultados electorales dieran una mayoría absoluta compuesta por los mismos partidos que propiciaron la moción de censura a Rajoy, habrá que concluir que si Sánchez es el más votado, formará gobierno con esos apoyos variables. Por cierto, ¿dará algún mitin Mariano en apoyo al recopilador de adjetivos Casado? En fin, que si la suma de PP, Ciudadanos y los de a caballo construye una mayoría absoluta, esta claro que Casado, si es el más votado, gobernará. Conclusión, todo depende de los resultados. Tan obvio como difícil de hacer entender, como le suele pasar a lo obvio.
Encuestas arriba o abajo, tenemos el hecho cierto de lo que ha ocurrido en Andalucía: Gobierno del PP y Ciudadanos con el apoyo vigilante y triunfante de Vox.
De la misma forma que en Andalucía el PP ha conseguido encubrir su sangría de votos con la evidencia de que su candidato, predesahuciado por su propio partido, es ahora presidente de la Junta, puede ocurrir que el PP quede reducido a la mitad y gobierne. Toma ya.
Por cierto, en el tiempo que lleva de Gobierno del PP en Andalucía, no le hemos escuchado a Moreno Bonilla ni una sola propuesta concreta y articulada para paliar el problema del paro. Ya se que llevan poco tiempo, pero es el mismo poco tiempo que sí han empleado en amenazar con voltear el pasado, en decir que acabarán con canonjías y en mantener los privilegios de los cargos de la Junta que tienen que vivir en Sevilla y que tanto denunciaron cuando estaban en la oposición.
Lo que nos cuentan también los hechos andaluces es que si cierta izquierda se queda en casa, rezongando, diciendo así no, así no, va la derecha y gana. La izquierda que piensa que el adversario no es la derecha, sino los socialistas, que son idénticos a la derecha, como acreditan las trayectorias de ambos, véanse leyes a favor de las mujeres, contra la violencia machista, de igualdad, matrimonios de personas del mismo sexo, por citar solo algunas. Pues eso, si gana la derecha, la de a pie y la de a caballo, se convoca una alerta antifascista y hasta la próxima derrota, que nos cogerá, como la de Madrid de las últimas autonómicas, llenos de razón.
Por ir con lo más reciente, acaba de aprobar el Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid la creación de tres nuevas universidades privadas, llamarles universidad es un poco excesivo, parecen academias con título garantizado previo pago de elevada matricula, pero bueno. Esto no hubiera sido posible de haber obtenido Luis García Montero, candidato de IU, el cinco por ciento de los votos, y un escaño, mientras la dirección nacional y la regional se liaban a sartenazos. Pero se está tan calentito en la derrota, ideal, sin la más leve concesión formal a la reacción. Luego, cuando gane la derecha, si gana, se aplaza la autocrítica hasta nueva orden y nos quedamos tan satisfechos, a la espera de que se agudicen las contradicciones a tope y salte la chispa que incendiará la pradera, aunque sea la de San Isidro. No hay como quedarse en casa para ver lo mala que es la derecha.