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Los reyes del mambo

Felipe VI y Juan Carlos I

Jesús Cintora

Hubo un tiempo en el que las cosas feas del rey Juan Carlos prácticamente no se contaban. Sí, era alabado como un héroe de la Transición, nuestro mejor embajador, líder en las encuestas o padre de una familia chuli. Era un monarca ejemplar. Luego llegaron, como de golpe, las noticias de Urdangarines, Corinnas o elefantes y dejó de ser tan campechano. Tocaba la sucesión y a la Jefatura del Estado se le hizo un buen lavado de cara.

¿Y cómo se nos quedó el cuerpo? No está limpio y reluciente si seguimos ocultando los trapos sucios. Que lo sepan los que aplican el desodorante sobre las graves acusaciones de la “amiga entrañable” al emérito: dinero oculto en el extranjero, comisiones ilegales, amnistía fiscal… Como mínimo, debe investigarse. Salvo que sigamos instalados en las operaciones aseaditas con olor a naftalina.

“La justicia es igual para todos”, decía don Juan Carlos. Esto no hay incensario que lo perfume, si vemos que al currante se le piden cuentas a la primera de cambio y el emérito sigue, bajo sospecha, pero tan a cuerpo de rey. Si no hay investigación judicial, como a todo hijo de vecino, y el Congreso frena la parlamentaria, el pueblo podrá seguir pensando en la doble vara de medir. Y mira que, en esto, hasta los monárquicos debieran desear que la transparencia les llenara de orgullo y satisfacción.

Me acordaba en mi anterior artículo, antes de las vacaciones, de los que pasan página con lo del emérito y decía que seguiríamos en estas a la vuelta, en septiembre, al tiempo que hablaríamos, en contraste, del despido de empleados precarios y de más subidas del coste de la vida. Como las de la luz. ¡Ea! En esas estamos. Denle jabón al españolito medio, que está viendo, a la vez, que le suben las facturas, que hay récord de despidos al terminar agosto y que al emérito, que era inviolable, no le investigará el Congreso. Siempre ha habido clases.

Hay quienes piensan que el tiempo lo cura todo. Ya apenas se habla de Gürtel, de la caja B o de Púnica, ahora que Rajoy ha caído. Algunos creen que todos olvidaremos lo de Corinna, Suiza o las comisiones, simplemente sacando al emérito del foco. Dejando que corran las fechas, como quien corre un tupido velo. Y así se llenan la boca de democracia, como quien sorbe y sopla a la vez. Arrimándose al sol que más calienta, sin tirar de la manta, sino abrigándose con ella. Con un calor que amodorra, pero que nunca traerá el sueño de los justos. Por más que bailen al son que toque, que para eso son los reyes del mambo.

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