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Tiempo de silencio para sobrevivir

Ana R. Cañil

El ingeniero catalán Joan Llorach cuenta que cada vez que presentan el libro en un pueblo mediano o pequeño de Cataluña encuentra gente que les mira agradecida. O mejor, con complicidad. Lo recordaba en la presentación del escrito junto al ex ministro Josep Borrell, “Las cuentas y los cuentos de la independencia” (Ed. Catarata). Acudir a una reunión convocada por un libro da cobertura a los asistentes. Uno no se señala como si se presenta en un acto del PSC, de C's o de Podemos. De paso, el encuentro sirve para confirmar que quizá hay más que piensan como tú en un lugar tan pequeño, pero también han optado por el silencio para vivir en paz. En Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, Llorach concretaba esta experiencia con las palabras agradecidas, incluso emocionadas, de un habitante de un municipio de 1.700 habitantes, que se atrevió a mencionar lo difícil que estaba siendo la libertad en los últimos tiempos. Mejor callar.

Un poco antes y en el mismo lugar, el economista Emili Ferrer Inglés optaba por leer su intervención porque “hoy estoy aquí -en Madrid- pero mañana tengo que volver a Barcelona”. Prefería leer para medir bien sus palabras. Emili Ferrer se definió como “economista, coordinador de Economistes Davant la Crisi en Catalunya, y como otras muchas personas, inmerso en el marasmo en torno a las elecciones al Parlament de Catalunya que tendrán lugar el próximo día 27 de septiembre”.

Lo que no dijo era que estuvo en las cárceles franquistas desde 1972 hasta 1975, justo después de la muerte del dictador. Y que aún muerto Franco, tuvo que afrontar el proceso penal durante tiempo por haber sido miembro del Frente de Liberación Popular (el movimiento estudiantil conocido como el FELIPE) en Cataluña, Front Obrer de Catalunya.

Hoy, el pasado de Ferrer Inglés no le libra de las sospechas de amigos y de algún familiar. A Ferrer, como a tantos otros catalanes, le ha tocado asumir una serie de reglas para poder sobrevivir. “Se ha roto el contacto con amigos con los que nos reuníamos periódicamente. En las reuniones de mi familia, la norma es: que nadie saque el tema, tengamos la fiesta en paz. Tengo varios amigos que han visto como cenas familiares o con amigos, han terminado de forma abrupta antes de terminar el menú. El independentismo es una opción lícita, pero si sólo se sustenta en sentimientos y argumentos que no responden a la realidad, secuestra toda posibilidad de reflexión”, reconoce el economista, que pese al coste, dedicó parte de su exposición a desgranar las escandalosos cifras económicas que la política de austeridad de los gobiernos de Artur Mas ha dejado en la sociedad catalana. Cifras que quedan sepultadas bajo el manto de la bandera independentista o son culpa de Madrid.

Hace unos días, otro amigo catalán, mayor y progre, pasó por su farmacia –en un pueblo cercano a Barcelona- a recoger los medicamentos que le ayudan a sobrellevar la situación del ánimo y su salud. Al llegar a casa y abrir la bolsa, entre las cajas de medicinas contra la tensión, la depre y demás vulgaridades, se encontró con un folleto en el que “hablando de salud” se detallaban las razones por las que Cataluña quiere un estado propio. A saber: con la independencia se eliminarán los recortes sanitarios, se reducirán las listas de espera, los profesionales médicos tendrán más tiempo para los pacientes, se mejorará la tecnología y con ello la calidad de la asistencia, habrá más líneas de investigación, una Agencia Catalana del Medicamento... El amigo tuvo que abrir el grifo y tomarse dos grandes vasos de agua con tres o cuatro pastillas contra la tensión, la gastritis y la tristeza... Tampoco comentó nada con sus colegas ¿para qué? Eso sí, guarda celosamente todos los folletos de colores que ofertan el mundo mágico de lo que será la Catalunya independiente. 

 Es probable que este domingo, 27S, muchos de esos callados y sospechosos de poco afecto a la causa independentista rompan el silencio con su voto. El problema es que el lunes 28, esta por ver si se reinicia el camino para volver a hablar todos en libertad o continuará el tiempo de silencio para sobrevivir. Pase lo que pase, costará décadas cerrar tanto desgarro.

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