El dolor de espalda apareció tras pasar días de infinitas horas sentado junto a la cama donde agonizaba mamá, primero en el hospital, luego en mi casa y, finalmente, en el centro de paliativos. Desapareció con ella, quizás porque el dolor causado por su muerte fue tan grande que no dejaba espacio para ninguno más. En los últimos días ha vuelto a dolerme la espalda como si, tras el duelo, los dolores que le corresponden a mi cuerpo trataran de volver a ocupar su lugar. Será difícil que lo hagan: ando revisando fotografías de las últimas navidades junto a mamá y hay un dolor en el pecho que crece y crece y me temo que pronto me tomará entero. Y cuando todo sea daño, nada más dolerá.