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Dos preguntas que quizás alguien de izquierdas-izquierdas no debería plantearse
Intento estar informado al máximo de todo lo que me preocupa... pero me es imposible. Pasan demasiadas cosas. Estoy suscrito a unos cuantos diarios digitales (de la progresía y más allá) y a una miriada de canales de YouTube (incluido el 24 HORAS de RTVE), pero mi tiempo para informarme es limitado ¡y eso que llevo ya siete meses desocupado!
Es quizás por ello, que de esa ignorancia imposible de corregir, me surjan dos cuestiones que considero capitales, al menos para mí. Una de carácter internacional y otra más circunscrita al ámbito nacional (aunque de posibles implicaciones recíprocas en otros países).
Vamos con ellas:
¿Es necesario un ejército europeo?
Como pacifista, el simple hecho de plantearme está cuestión ya me produce acidez de estómago ¿Necesario para qué? Pues dada que la dinámica de la geopolítica internacional está tan impregnada de testosterona tóxica como las luchas de las bandas urbanas por controlar y expandir sus territorios, quizás sería buena cosa demostrar que Europa también la tiene muy grande y que podemos hablar con voz propia en Mapa de Operaciones Mundial, independiente de la de EEUU, a la hora de abordar conflictos internacionales. La duda es si esa “voz propia” sería la que se necesita para resolver, con soluciones acordes con los Derechos Humanos y/o basadas en la diplomacia, conflictos como por ejemplo el genocidio que perpetra el gobierno de Israel en Gaza, la estancada invasión rusa de Ucrania o la situación de olvido y abandono internacional del Pueblo Saharaui. Si el aumento del gasto público que supondría mantener un ejército europeo (seguramente en detrimento de necesarias políticas sociales) no va a servir para respaldar el tipo de soluciones antes mencionadas, obviamente estas alforjas no son necesarias para este viaje. Tal y como está el ciclo político en Europa, mucho me temo que un Ejército continental propio simplemente fortalecería las mismas posturas belicistas y cobardes que se están adoptando hasta ahora. Pero los ciclos políticos cambian... Una futura Europa más progresista y de izquierdas, con ejército propio, quizás podría ejercer acciones en los conflictos bélicos internacionales más justas, humanitarias y acordes con las resoluciones de la ONU que las que actualmente nos imponen desde los EEUU... ¡yo qué sé!
¿Es tan malo que nos gobierne la ultra y derecha?
Parece que en este nuevo ciclo político y social pintan bastos para la Izquierda Progresista (no incluye al PSOE ya que hablamos de Izquierda y Progresista). El triunfo de los franquistas nacionalistas católicos en España (incluye al PP ya que hablamos de franquistas, nacionalistas españoles y católicos) en los próximos comicios generales es más que probable. Bueno, pues si es inevitable, no nos agobiemos, que ganen las elecciones y que gobierne una coalición PP-Vox-Alvise. La gente que vota especialmente a los dos últimos elementos del triunvirato es gente cabreada, mal informada pero cabreada. Cuando vean que gobernando las ultras y derechas sus vidas siguen siendo un infierno mileurista donde el precio de la vivienda y el aceite siguen reduciendo sus ingresos por mucho que se haya subido el SMI y que las listas de espera sanitaria siguen aumentando de forma inversamente proporcional a su poder adquisitivo, y cuando estos los nuevos (viejos) gobernantes no puedan intoxicar las redes con bulos echando la culpa al gobierno (porque son ellos), a El Coletas (porque llevará más de 6 años y 9 meses fuera del gobierno) o a los inmigrantes ilegales (porque ellos los habrán echado a casi todos) yo creo que su rabia desesperada se convertirá en furia desatada, porque ya no tendrán más alternativas “fuera del sistema” y seguramente intentarán defenestrar a estos los nuevos (viejos) gobernantes o, incluso, colgarlos de los pies. Y todo esto en pocos años (si no en meses), como le pasa a Milei, que están los argentinos en la calle día sí y día también, o a Meloni, que ya está palmando en las municipales que está habiendo en Italia y sólo lleva dos años en el poder. Para entonces la Izquierda Progresista ya se habrá unido y llevará tiempo plantando cara de forma eficaz en la batalla cultural; para entonces es posible que cuñados y obreros de derechas (en las mujeres tengo más esperanzas) recuerden quién les subió el SMI y quién puede conseguirle todavía más derechos. La guinda del pastel sería que el Partido Socialista Obrero Español se volviese socialista... ¡yo qué sé!
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