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¿Están los ciudadanos realmente comprometidos con la democracia?

13 de febrero de 2025 06:01 h

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La democracia liberal está siendo erosionada desde dentro. En Turquía, el gobierno ha tomado el control de buena parte del sistema mediático, y la persecución e intimidación de periodistas críticos ha reducido drásticamente la libertad de prensa y el pluralismo. En Hungría, la legislación anti-LGBT sigue socavando los derechos de las minorías sexuales. Y en Polonia, el antiguo partido gobernante, Ley y Justicia, limitó los mecanismos de control judicial a los que los gobernantes están sujetos en una democracia. Los primeros días de gobierno del presidente Trump, caracterizados por sus intentos de burlar los controles parlamentarios y judiciales, hacen presagiar que esta ola de involución democrática puede estar agravándose.

Estos hechos contrastan con el firme compromiso con la democracia que expresan la mayoría de los ciudadanos cuándo les preguntamos sobre ello a través de encuestas.[1] ¿Cómo puede ser que los ciudadanos apoyen la democracia, pero a la vez apoyen y elijan líderes que erosionan este sistema político? ¿Por qué se dan estos retrocesos democráticos si la mayoría de los ciudadanos están comprometidos con la democracia?

Una explicación a estos hechos aparentemente contradictorios radica en que tal vez los principios democráticos erosionados en los procesos de involución democrática modernos son en realidad poco importantes para los ciudadanos. Estos procesos se caracterizan por la erosión de principios liberales fundamentales, como la libertad de expresión y el estado de derecho, mientras que se preservan las elecciones relativamente libres. Quizás los ciudadanos apoyan la democracia y su elemento definitorio, las elecciones libres, pero están menos comprometidos con otros principios democráticos, como el estado de derecho o la libertad de expresión

Estas son las preguntas que nos hemos planteado en un estudio realizado en siete países: España, el Reino Unido, Polonia, Hungría, Suecia, Portugal e Israel. A través de un experimento de encuesta presentamos a los participantes diversas parejas de países ficticios (A y B), en los que variamos aleatoriamente el nivel de respeto por diferentes principios democráticos: “elecciones libres y justas”, “libertad de prensa”, “libertad de manifestación”, “igualdad ante la ley”, “control parlamentario de los gobernantes”, “control judicial”. Para evaluar el valor que los encuestados otorgan a cada principio democrático, también variamos el nivel de ingresos que los encuestados tendrían en cada uno de estos países. A continuación, para cada pareja de países, pedimos a los encuestados que elijan en que país preferirían vivir.  La Figura 1 presenta un ejemplo de una de estas tareas completadas por los encuestados.

A continuación, mostramos los principales resultados de este análisis desglosados según el país de los encuestados. Concretamente, la Figura 2 muestra el efecto de la erosión de cada principio democrático sobre la probabilidad de elegir un país. Para cada principio, la figura indica cómo se reduce la probabilidad de que un encuestado prefiera vivir en el país A o B cuando dicho principio democrático (por ejemplo, las elecciones libres) no está presente.

La figura demuestra que la falta de elecciones libres es el elemento que más reduce la probabilidad de escoger un país (entre un 40% y un 50%). En cambio, la erosión de otros principios e instituciones democráticas conlleva una penalización menor por parte de los encuestados. Que el gobierno censure medios de comunicación críticos, vulnere el estado de derecho e ignore el control judicial únicamente conlleva reducciones en torno al 20% en la probabilidad de querer vivir en un país que no respeta estos principios democráticos. La restricción de manifestaciones y que el gobierno ignore el control parlamentario generaron un rechazo aún menor entre los encuestados, reduciendo únicamente en un 10% la voluntad de vivir en un país que viola estos derechos.

De estos resultados se desprende una primera conclusión relevante. En todos los países analizados los ciudadanos valoran las elecciones por encima de otros principios democráticos. Además, es interesante constatar que a pesar de las diferentes situaciones que atraviesan los países estudiados, la priorización de elementos democráticos que llevan a cabo los encuestados es bastante similar y en todos los casos las elecciones libres y justas son el elemento con un mayor peso en la selección del país en el querrían vivir nuestros encuestados.

En segundo lugar, también observamos que un aumento del salario que recibiría el encuestado se traduce en una mayor probabilidad de querer vivir en el país hipotético. En concreto, la figura muestra el efecto que tendría recibir unos ingresos mensuales equivalentes al doble del salario medio del país en el que reside el encuestado. Por ejemplo, observamos que, para los españoles, tener unos ingresos mensuales equivalentes al doble del salario medio español aumentaría la probabilidad de querer residir en uno de los países hipotéticos (A o B) en un 70%.

Hasta ahora hemos analizado el efecto que tiene respetar o erosionar diferentes principios fundamentales de la democracia sobre la probabilidad de que los ciudadanos prefieran vivir en uno u otro país. Otra forma de comparar la importancia relativa que los ciudadanos atribuyen a estos principios es calcular y comparar su “valor monetario”.[2] Nuestro experimento incluye un atributo que hace referencia al salario que disfrutarían los ciudadanos en el país A y B, lo que nos permite calcular el incremento salarial necesario para que los ciudadanos acepten vivir en un país que no respeta cada uno de estos principios.

Concretamente, la Tabla 1 muestra el incremento porcentual de salario que llevaría a los ciudadanos a aceptar un país que no respeta cada uno de estos principios democráticos. En cuanto a las elecciones, vemos de nuevo, cómo este es el principio democrático más valorado. Por ejemplo, los ciudadanos suecos o españoles solo estarían dispuestos a renunciar a este principio democrático a cambio de un incremento de salario que triplicara (aumento del 197%) o duplicara (aumento del 101%) el salario medio de cada uno de estos países. Mientras que en el resto de los países los incrementos de salarios que llevarían a sus ciudadanos a renunciar a las elecciones son menores, en todos los casos este es el principio más valorado en términos monetarios.

Más allá, de las elecciones, podemos ver que el incremento de salario necesario para compensar la falta de medios de comunicación libres y la falta de control judicial sobre el gobierno son mayores que para otros principios, lo que los sitúa como en segunda y tercera posición en el ranquin de principios más valorados.  En el otro extremo de este ranking encontramos mucha más variedad. Por ejemplo, en Hungría, Israel, el Reino Unido y España, el principio menos valorado es el control parlamentario del gobierno. En Polonia y Portugal el principio menos valorado es la libertad de la oposición para manifestarse en contra del gobierno mientras que en Suecia, los ciudadanos atribuyen menos valor al hecho de los gobiernos están sujetos al cumplimiento de la ley. También es importante resaltar que, en algunos países, los ciudadanos valoran más todos los principios. Por ejemplo, en Suecia y España, los incrementos salariales necesarios para que los ciudadanos acepten renunciar a la mayoría de principios democráticos son más altos que en Hungría, Israel o Portugal. Esto podría indicar una mayor tolerancia hacia la erosión democrática en estos últimos países, donde los ciudadanos parecen estar menos comprometidos con todos y cada uno de estos principios democráticos.

A pesar de estas diferencias, hay una constante en todos los países: los ciudadanos otorgan un valor mucho mayor a las elecciones libres que a otros principios liberales fundamentales, como la libertad de expresión y de manifestación o el control del gobierno por parte del parlamento y los tribunales. Esto nos puede ayudar a entender los procesos de erosión democrática contemporáneos, en los que los líderes tienden a limitar estos principios liberales en lugar de atacar las elecciones directamente. Parece que los ciudadanos están menos comprometidos con estos principios liberales que con las elecciones, por lo que puede resultar más fácil para los líderes autoritarios socavar la democracia a través de la erosión de estos principios mientras siguen celebrando elecciones. Sin embargo, es importante destacar que la democracia liberal va mucho más allá de las elecciones. La libertad de asociación, la libertad de prensa, un Estado de derecho sólido y la independencia judicial son garantías fundamentales para que un país que celebra elecciones pueda ser considerado una democracia liberal plena. Por tanto, en el contexto actual la defensa de la democracia requiere concienciar(nos) de que la protección de cada uno de sus principios es esencial para asegurar la supervivencia de este sistema político.  

 

[1] Ver por ejemplo Wuttke, A., Gavras, K., & Schoen, H. (2022). Have Europeans grown tired of democracy? New evidence from eighteen consolidated democracies, 1981–2018. British Journal of Political Science, 52(1), 416-428

[2] Seguimos la metodología de: Adserà, A., Arenas, A., & Boix, C. (2023). Estimating the value of democracy relative to other institutional and economic outcomes among citizens in Brazil, France, and the United States. Proceedings of the National Academy of Sciences120(48), e2306168120.