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Casado impone el 'una persona, un sueldo' y busca destino a su equipo de confianza para adelgazar gastos

Casado afirma que Javier Maroto seguirá siendo de su "absoluta confianza"

Gonzalo Cortizo

El Partido Popular quiere imponer la norma de 'una persona, un sueldo', ante la falta de liquidez en sus arcas para soportar el volumen de nóminas de su estructura. Se trata de una de las consecuencias de la debacle electoral cosechada en las elecciones del 28 de abril y del 26 de mayo. Solo los malos resultados en las generales han provocado que vayan a dejar de percibir 257.430 euros al mes, además de perder la mitad de la subvención electoral.

Casado quiere colocar a parte de su equipo de confianza en nuevas responsabilidades: se busca empleo para Javier Maroto, todavía vicesecretario de organización, mientras en Génova se da por seguro que Andrea Levy dejará sus responsabilidades orgánicas para centrarse en la concejalía de Cultura, Deportes y Turismo del Ayuntamiento de Madrid.

“En un momento de escasez, lo normal es que se le busque acomodo a todo el mundo”, afirma un veterano dirigente del PP. “Mucha gente se ha quedado en la calle y no se pueden desperdiciar puestos, cuando la ley solo permite cobrar un sueldo público”, puntualiza otro veterano con responsabilidades desde la época de José María Aznar. 

La formación fundada por Manuel Fraga abre un nuevo tiempo en el que se acaban los sobresueldos que el partido ha pagado con regularidad a su cúpula, al margen de sus retribuciones como parlamentarios. Su complicada situación financiera impone una nueva norma: se restringen los salarios abonados por la formación para su cúpula, quien trabaje en Génova a partir de ahora deberá hacerlo “con dedicación exclusiva”. 

La reestructuración en el PP está pendiente de los acuerdos para configurar gobiernos autonómicos: “A ver si al final gobernamos la comunidad de Madrid”, ironizan desde la calle Génova. Hasta que todo ese panorama no se aclare Casado no decidirá el nombre de sus portavoces en Congreso y Senado, ni abrirá el melón para renovar su dirección. 

Los barones ya le han dicho a su líder que no les gusta el perfil de Cayetana Álvarez de Toledo para dirigir al grupo parlamentario en el Congreso. Lo hicieron en una tensa comida, celebrada en Madrid el pasado 27 de mayo, un día después de las elecciones autonómicas y municipales. Pese a la dureza de ese encuentro, Casado aún no ha descartado el nombramiento de la exarticulista del diario El Mundo, según aseguran a eldiario.es fuentes de la dirección del PP.  

Para la portavocía del Senado suena el nombre de Javier Maroto, aunque su designación acarrea un problema sin solución por el momento: no es senador y tendría que ser propuesto por alguna de las comunidades autónomas a las que ahora corresponde cubrir el cupo de parlamentarios que designan las cámaras autonómicas. “O nombran a Maroto o seguirá Cosidó”, pronostica uno de los dirigentes del grupo popular en el Senado, en conversación con esta redacción.

No todas los parlamentos autonómicos pueden proponer para el Senado a personas que llegan de otros territorios. Depende de las normas fijadas en cada estatuto de autonomía; en Madrid no se puede pero en otras comunidades como Galicia sí. A esa dificultad, Maroto debe sumar la competición abierta entre los que optan al reparto de puestos para el Senado: “Ahora mismo está más disputada la plaza de senador que la de eurodiputado”, asegura a esta redacción desde el entorno del presidente del PP.

Además de los ya mencionados, el PP tiene que colocar a históricos alcaldes que han perdido el mando tras el último examen electoral. Es el caso del exalcalde de Burgos, Javier Lacalle, a quien Génova también ubica virtualmente en el Senado.

El presidente del Partido Popular tendrá que despejar la ecuación durante la Junta Directiva que la formación tiene previsto convocar en las próximas semanas. De ese encuentro, que aún no tiene fecha confirmada, saldrá el equipo con el que la formación afrontará el próximo tiempo político. Para configurar su dirección, el PP pretende optimizar al máximo sus recursos disponibles, repartiendo entre su equipo de máxima confianza la estrecha cantidad de contratos que la formación puede ofrecer ahora. Las finanzas del PP que dirige Pablo Casado no tienen nada que ver con las de otros tiempos en los que el dinero era el menor de los problemas.

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