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Objetivo Irene Montero: la eterna campaña de la extrema derecha contra la ministra de Igualdad

La ministra de Igualdad, Irene Montero, interviene durante una sesión de control al Gobierno.

José Enrique Monrosi

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De espaldas a la diputada de Vox que la acababa de acusar de “apología de la pedofilia” y tras contestarle que la educación sexual de niños y adolescentes “es un derecho”, la ministra de Igualdad se dirigió al conjunto de las fuerzas políticas del Congreso. “Quiero preguntarle a la Cámara hasta cuándo vamos a tolerar estas campañas de violencia política contra cualquiera de nosotras, hasta cuándo vamos a permitir que usen esta Cámara como altavoz de su machismo. Les pido que les paremos los pies, las feministas y las demócratas les tenemos que parar los pies”, clamó Irene Montero durante la sesión de control del miércoles. 

Un día después, y en un punto del orden del día relacionado con la abolición del proxenetismo en el que no participaba la ministra, la extrema derecha volvió a la carga. “Desde su Gobierno están induciendo a practicar sexo con menores. La hipersexualización que están promoviendo para levantar el instinto sexual en edades no maduras está teniendo efectos tremendos como la adicción a la pornografía, que se está empezando a consumir desde los ocho años. Cesen a la ministra Montero”, dijo la diputada de Vox Lourdes Monasterio. 

El partido de Santiago Abascal ha anunciado incluso que llevará este último capítulo de su eterna campaña contra Montero hasta el Tribunal Supremo para presentar una querella por corrupción de menores. Dan este paso tras la manipulación en redes de unas palabras de la ministra durante una comparecencia en la que defendió el derecho de los niños a recibir educación sexual: “Todos los niños, niñas y niñes de este país tienen derecho a conocer su cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y derecho a amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas eso sí, en el consentimiento”. Nadie en la comisión usó su turno de réplica para afear esa intervención de la ministra que todo el mundo pareció entender. Ni siquiera replicaron las representantes de Vox. Hasta que comenzó la campaña en las redes sociales. 

Varias cuentas vinculadas a la ultraderecha acusaron a Montero de arengar a la pedofilia y pronto la polémica inventada saltó al patio del Congreso. “Esto es lo más grave que se ha dicho en este Parlamento”, afirmó ante la prensa el portavoz de la extrema derecha, Iván Espinosa de los Monteros. Pero, como tantas veces, la campaña engendrada al calor de la ultraderecha acabó extendiéndose como una mancha de aceite que impregna el discurso de otros partidos.

Y así, a la zaga de Vox fueron el PP y también Ciudadanos. La diputada conservadora Carmen Navarro calificó de “barbaridad” las palabras de Montero: “No es consciente del alcance de lo que ha dicho, le pedimos que reflexione y dimita”. Continuó la  líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas: “Pasan las horas e Irene Montero sigue sin rectificar estas intolerables palabras. Alguien así no puede ser ministra del Gobierno de España. Un motivo más para ser cesada”. 

Durante días, la última polémica inducida sobre la ministra de Igualdad se convirtió en las redes sociales en una auténtica campaña de acoso, con insultos y acusaciones de todo tipo: “Irene Montero con la pederastia”, “Impones una violencia absoluta sobre esa franja sagrada que es la infancia”, “¡Pederasta!”, “Vete ya, ¡pedófila!”, “Pedófilos a la soga”, se puede leer en cualquiera de las respuestas a los tuits de la también dirigente de Podemos. Algo que, desde luego, no le resulta novedoso. 

En los últimos meses, a Montero le han montado campañas de este tipo en, al menos, dos ocasiones más. Se hicieron virales, por ejemplo, otras declaraciones suyas manipuladas sobre la muerte de decenas de personas junto a la valla de Melilla por la actuación de la policía marroquí. Preguntada por ello, la ministra fue contundente: “Pensamos que son unos hechos insoportables y terriblemente dolorosos y pensamos que lo que tiene que haber es una investigación independiente que aclare lo que ha ocurrido”.

Sin embargo, otra cuenta de tuiter cortó esas palabras y publicó un montaje que trasladaba la sensación de que Montero hacía el ridículo y se enrocaba en frases absurdas para no criticar lo ocurrido. Un montaje que muchos medios de comunicación reprodujeron tras darlo por bueno abriendo una vez más el capítulo del escarnio público a la dirigente de Podemos. 

Unas semanas después, la ministra voló a Estados Unidos con parte de su equipo ministerial en viaje de trabajo. Montero subió una foto a redes sociales junto a sus compañeras en Nueva York, otra ocasión aprovechada por la extrema derecha para alargar la obsesiva campaña contra ella. “La Moncloa confirma que no es un viaje oficial y eso es un delito de malversación de caudales públicos”, prendió la mecha otro perfil ultra.

El mensaje falso corrió como la pólvora por Telegram, Twitter o Facebook y la enésima polémica precocinada arreció durante días. Era mentira que la Moncloa confirmara tal cosa. De hecho, hizo justo lo contrario y publicó al detalle la agenda oficial de la ministra: reuniones institucionales con representantes de la Casa Blanca, el Estado de Nueva York o la ONU y entrevistas con representantes de organizaciones como el Center for Reproductive Rights, la organización Human Rights Campaign o la Outright Action International. 

Pero la línea entre lo que resultó ser falso y verdadero tampoco fue en esa ocasión motivo de contención para la derecha política. “Es un posado groupie en Times Square, vacaciones gratis total” afirmó el coordinador general del PP, Elías Bendodo. Su compañera de filas Cuca Gamarra lo calificó como “un viaje de fin de curso de adolescentes”. Unos meses antes se había fotografiado en ese mismo sitio la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, también de viaje institucional, aunque en ese caso la foto no generó polémica alguna. 

Acoso político “disciplinante”

¿Se trata, por tanto, de algo parecido a una obsesión política con Montero? La socióloga feminista Cristina Hernández tiene claro que es un discurso de violencia política diseñado con unos objetivos muy concretos. “Es disciplinante. No es un día que alguien se haya sobrado con ella, es una estrategia definida de acoso y derribo personal que persigue destruirla políticamente”, afirma.

Hernández recuerda cómo en su día la también ministra de Igualdad, Bibiana Aído, sufrió una campaña de acoso que llegó a organizar escraches a su familia o a repartir fetos con su nombre por defender la ley del aborto. “Aquello fue un acoso personal, como el sufrido por los hijos de Irene Montero en la puerta de su casa. Y eso no es crítica política, es un intento de destrucción personal con una moraleja disuasoria: ¿qué mujer quiere ser ministra de Igualdad viendo lo que les pasa?”, se pregunta. 

Una de las mujeres que trabaja en el departamento de Igualdad es Isa Serra, que opina que esas campañas de “violencia política” no se focalizan en mujeres como Irene Montero por casualidad. “Es joven, mujer, feminista y de Podemos. Y aplican esa violencia contra quienes tienen capacidad de aplicar cambios que dejan atrás un modelo patriarcal de vivir”, cuenta.

Serra cree que las palabras de la ministra en el Congreso pidiendo parar los pies a la extrema derecha son una llamada de atención contra la normalización. “Es alucinante que tanta gente compre la tergiversación de sus palabras. Hay un riesgo enorme de tolerancia y normalización de este acoso, pero creo que vamos ganando”, opina antes de advertir que, “por mucho que ataquen a Irene, ella va a seguir aprobando políticas feministas y no van a conseguir parar eso”. Lo que parece claro, a tenor de los precedentes, es que volverán a intentarlo indefinidamente.

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