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Podemos negocia su primer convenio colectivo para un centenar de trabajadores cuatro años después de su fundación

Pablo Iglesias, entre Pablo Echenique e Íñigo Errejón, en una imagen de archivo.

Aitor Riveiro

Cuatro años después de su irrupción en la política española, Podemos negocia el primer convenio colectivo que regirá las relaciones laborales y económicas entre el partido y sus trabajadores. Un proceso que ha logrado difuminar las fronteras entre las diferentes sensibilidades que conviven en la organización y que ha aunado a las personas contratadas por Podemos para arrancar a la patronal las mejores condiciones laborales. 

Las negociaciones entre la dirección de Podemos y el comité de empresa ya han comenzado, según las fuentes consultadas por eldiario.es. Los más de 100 trabajadores de ámbito estatal contratados por el partido, según el portal de transparencia de Podemos, aprobaron en su última asamblea que los preacuerdos que alcancen sus representantes con los de la dirección deberán ser “refrendados o enmendados” por ellos mismos, según un acta de la asamblea publicada por El Confidencial Digital.

El convenio solo atañe a las personas contratadas por el partido. No afecta al personal que trabaja para los grupos parlamentarios, por ejemplo. O a quienes pudieran ser contratados por un organismo público, llegado el caso.

eldiario.es ha intentado, sin éxito, recabar la posición de la dirección de Podemos en la negociación.

La evolución en el número de personas contratadas por el partido ha ido pareja a su éxito político y electoral. Los ingresos económicos de Podemos dependen casi en exclusiva de los apoyos que recibe en las urnas ya que su código ético le impide endeudarse con bancos. Las vías de financiación del partido son las subvenciones públicas por votos y escaños y las aportaciones voluntarias de sus simpatizantes, así como procesos determinados de crowdfunding que el partido luego reintegra a cuenta del dinero que pone el Gobierno a través del Ministerio del Interior.

Las conversaciones entre las partes transcurren como es habitual en toda negociación de este tipo: con los trabajadores exigiendo más de lo que la patronal está dispuesta a conceder. La plantilla también ha reclamado a su comité más información sobre la negociación y que aprieten más duro, según relatan a eldiario.es trabajadores de Podemos. Y han apostado por dejar de lado las viejas discrepancias de familias.

Aunque el comité tiene mayoría errejonista y la plantilla sea principalmente pablista, en esta negociación se plantea otro tipo de división: los de abajo contra los de arriba. Esto ha supuesto “un punto de inflexión en la negociación”, según explican algunos trabajadores a eldario.es.

El de Podemos no es el único caso de convenio colectivo de un partido en España. Entre los principales de ámbito estatal, tanto el PSOE como IU lo tienen. El PP se rige por el convenio sectorial de Oficinas y Despachos, al igual que Ciudadanos.

Reivindicaciones: salarios, igualdad y espacio

Las conversaciones han avanzado bien durante la negociación de los aspectos más formales del futuro convenio. Pero se han embarrado al llegar a la parte nuclear de cualquier reivindicación laboral: la cuestión económica y las condiciones del día a día.

Los trabajadores quieren que la tabla salaria esté ligada al SMI. Podemos ha hecho bandera de esta relación desde su fundación. Una de las primeras promesas lanzadas por Pablo Iglesias fue que el salario máximo de un cargo público del partido sería de tres veces el salario mínimo interprofesional.

La idea, explicada en reiteradas ocasiones, era reducir la distancia entre los representantes políticos y los ciudadanos representados por ellos y permitir a la vez un sueldo digno a los cargos.

Hasta ahora esta relación se ha mantenido en todos los niveles del partido en diferentes escalas. Los sueldos de cada categoría se establecían en función del SMI y de su revalorización según el IPC. 

Podemos quiere para su convenio colectivo una tabla salarial fija, no relacionada al SMI. Esto se reservaría para los cargos públicos y las personas contratadas por ellos y cuya seguridad laboral es casi inexistente. Los trabajadores, por su parte, mantienen su petición de que el salario mínimo sea la referencia para sus sueldos.

Otro de los conflictos es la llamada brecha salarial. Según los trabajadores del partido el problema es que los hombres acceden a puestos de mayor responsabilidad y, por lo tanto, ganan más dinero. La plantilla ha pedido a sus representantes que se haga un informe sobre la brecha de género en Podemos que incluya las diferencias de sueldos.

Otros aspectos que se están negociando son que se mejoren las condiciones físicas de trabajo tanto en las sedes del partido como en los despachos de organismos públicos. El crecimiento del partido ha ido más rápido que sus capacidades para adaptarse y, en muchas ocasiones, los espacios son pequeños.

También están sobre la mesa las jornadas de trabajo, interminables en algunos casos, o el acceso a ventajas que sí disfrutan algunos, en función de dónde y quién te contrate, como el pago de la comida diaria.

La empresa, según fuentes de los trabajadores, ha pedido al comité una propuesta completa de convenio para su posterior análisis y, en su caso, contraoferta.

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