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El PP entra en hibernación mientras el PSOE se desmorona

Reunión del último comité ejecutivo nacional del Partido Popular.

Luz Sanchis

En las tres semanas transcurridas desde las elecciones europeas del 25 de mayo, la velocidad y la importancia de los acontecimientos han permitido al PP quedarse en un segundo plano y reducir su actividad al mínimo. Los hechos se lo han puesto fácil. La derrota de la lista liderada por Elena Valenciano y la posterior crisis abierta en las filas socialistas desviaron el foco informativo pocos días después de las elecciones. La abdicación del rey les ha permitido pasar a un segundo plano.

La secretaria general del PP sólo ha aparecido públicamente en la sede de su partido dos veces desde entonces. La que sirvió para informar a la prensa después del comité ejecutivo nacional del 26 de mayo y una convocatoria a toda prisa el 2 de junio para hacer declaraciones sobre la abdicación del rey Juan Carlos que había anunciado Mariano Rajoy una hora antes.

En la primera reconoció errores en la campaña electoral, lamentó la pérdida de más de dos millones y medio de votos y dijo que partido y Gobierno tenían un plan para volver a ilusionar a sus votantes. La última fue una declaración institucional que definía al monarca como “mucho más que un personaje histórico” y destacaba que “siempre, absolutamente siempre, ha sido el necesario punto de encuentro entre los españoles”.

Los cercanos a Cospedal en Génova justifican este repliegue en que la actualidad es quien marca los protagonismos, pero niegan que la actividad se haya reducido en el plano autonómico. Sin ir más lejos, como presidenta autonómica de Castilla-La Mancha aprovechó el día en que se aprobaba la abdicación del rey para registrar su propuesta de reducir a la mitad los diputados autonómicos en su comunidad. Antes del 1 de agosto, la mayoría del PP en las Cortes de Castilla-La Mancha aprobará el deseo de Cospedal de que pasen de 33 a 16, lo que le facilitará la reelección.

Más allá de las comparecencias de la secretaria general, sólo el responsable del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, ha citado a la prensa en la sede nacional para opinar sobre la renuncia de Susana Díaz a competir por el liderazgo del PSOE. Moreno dijo no fiarse de que el paso atrás de la presidenta andaluza fuera más que un “repliegue táctico” y aseguró que está “agazapada esperando a dar el salto a Madrid” para seguir criticándola por “descuidar” sus obligaciones al frente de la Junta de Andalucía.

Pablo Iglesias como objetivo

El dirigente del PP más activo ha sido Carlos Floriano. Las diatribas casi diarias contra Pablo Iglesias en entrevistas y declaraciones muestran el temor de los conservadores a la velocidad con que Podemos ha obtenido sus cinco eurodiputados y a las encuestas que les auguran un crecimiento récord en próximas elecciones. En los últimos días, Floriano ha llegado a acusar a los votantes de Podemos de ser “los mismos que asaltan el Congreso” y de imitar el modelo político de Nicolás Maduro en Venezuela. Este jueves les culpaba de hacer falsas promesas electorales a sabiendas y de “intentar aprovecharse del dolor de la gente”.

En este tiempo, toda la actividad de calado ha recaído en el Congreso. El trabajo del grupo parlamentario no se ha interrumpido ya que se ha negociado y tramitado a contrarreloj la aprobación de la ley que constata la abdicación de Juan Carlos. Con su paso al Senado, el Congreso espera ahora la sesión en la que se proclamará rey a Felipe VI el próximo día 19.

“Como para hundir más a Rubalcaba”

En el reciente debate sobre la abdicación, los conservadores procuraron ser respetuosos con los problemas por los que atraviesa el principal partido de la oposición. Al menos, en lo que respecta a Alfredo Pérez Rubalcaba. El político que siempre ha sido la bestia negra del PP y al que han acusado de todos los males imaginables en política ha pasado a ser digno de elogio y un “hombre de Estado” al que hay que apoyar después de su renuncia.

Alfonso Alonso, responsable del grupo parlamentario, opinaba como todos sus compañeros a la salida del hemiciclo que el discurso de Rubalcaba justificando el sí del PSOE había sido “fantástico”. Y añadía el detalle de que no había querido aplaudir para no perjudicarle. “Lo que no puedo controlar es que algunos de los míos aplaudan como locos, pero bastante tiene con lo suyo como para hundirle más”, reconocía.

El cambio de monarca y la redacción de las leyes y decretos para aprobar su renuncia, su tratamiento o la futura protección frente a los tribunales han centrado la actividad del Ejecutivo. Desde Navidad, los periodistas sólo han podido preguntar en dos ocasiones al presidente del Gobierno en ruedas de prensa celebradas en España. La última, el pasado martes, junto al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de visita oficial. Rajoy se limitó a afirmar que la crisis del PSOE no afectará a los acuerdos sobre el modelo de Estado y que una vez celebre su congreso todo seguirá igual. Los recurrentes rumores sobre inminentes crisis de Gobierno de hace meses quedan una vez más aplazados.

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