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El presidente del legislativo de Guatemala pide respetar la soberanía para mantener la paz

Jimmy Morales señala a quienes buscan la división política de no amar al paísCORRUPCIÓN

EFE

Guatemala —

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El presidente del Congreso de Guatemala, Álvaro Arzú Escobar, hijo del expresidente Álvaro Arzú Irigoyen -fallecido en abril pasado- pidió “respeto” al país, a su libertad y soberanía “sin injerencia alguna”.

En su mensaje durante el acto oficial conmemorativo del vigésimo segundo aniversario de la Firma de la Paz que puso fin a un conflicto armado de 36 años entre el Ejército y la guerrilla, Arzú advirtió de que la paz “puede presentarse como una realidad” pero también “como un espejismo”.

Dijo que además de la paz “verdadera”, existe una “paz falsa o aparente” y sostuvo que “cuando los dirigentes de una organización internacional -que no precisó- creen saber qué deben hacer los ciudadanos de otra nación, se rebasa esa frontera del respeto que en buena medida define lo que es una paz verdadera”.

Consideró que la intervención extranjera se realiza “por razones ideológicas” y que los “dirigentes internacionales creen que la forma en que piensan y viven tiene un valor absoluto y por lo tanto así deberían vivir todas las personas del planeta, pero esas formas de vivir y valores solo son válidas dentro el marco histórico, social y cultural de su sociedad”.

Aseguró que “imponer” una ideología en una sociedad distinta es el motivo de “un factor de disociación”, de “desequilibrio” y, finalmente “de conflicto social”.

Advirtió de que cuando “las familias se dividen, las instituciones se debilitan, la autoridad se cuestiona y todo se convierte en un proceso que tiende a una crisis”, esta culmina con el “enfrentamiento y la paralización de la sociedad”, una situación que, enfatizó, “es el momento ambiguo que vivimos en Guatemala”.

Pidió a la población “ser vigilantes” de los tiempos de la paz, pues es ahí cuando “el germen del conflicto y la semilla del enfrentamiento crece”.

Dijo que la paz, firmada el 29 de diciembre de 1996, se signó en un contexto en el que “los dirigentes de la oposición pertenecían a la vieja guardia del marxismo de la Guerra Fría, una generación que llegó a su final con la desaparición del bloque soviético y, en América Latina, con la reducción de la Revolución Cubana a un mero símbolo nostálgico de una lucha perdida”.

Además, sostuvo que los dirigentes de la guerrilla actualmente “ya no ordenan a grupos irregulares en la montaña” ni pretenden “cambiar el sistema”, pues ahora “dirigen organizaciones que pretenden administrar los recursos que les llegan desde el exterior” y buscan “el asalto al poder” mediante “la cooptación del sistema judicial”.

Los enemigos de estos “dirigentes” son “quienes no pensamos como ellos y nos resistimos a desconocer y abandonar nuestras costumbres y tradiciones”, señaló.

Aseveró que la nueva “resistencia” que “en los años de la guerra fría estuvo siempre desplazada” es “la misma que en la actualidad ha tomado la ejecución de la cooperación internacional y ha creado una estrategia de enfrentamiento para llegar al poder”.

Aseguró que la paz “no se construye con sentimientos de revancha” ni sobre la “ceguera del fanatismo histórico” o de “las palabras escritas en un documento oficial”, sino que “es algo que sucede en el encuentro concreto entre dos personas, no entre dos visiones irreconciliables, sino el encuentro del reconocimiento”.

El presidente del Congreso guatemalteco comentó que este fue el primer acto conmemorativo de la paz sin la presencia de su padre, cuyo legado está “vivo y vigente”, dijo.

Finalmente, recordó que el expresidente Arzú declaró en el acto del fin del conflicto armado hace 22 años que la paz rubricada ese día “es ante todo nuestra, no nos fue impuesta por nadie, nadie puede imponer desde afuera a pueblo alguno una paz verdadera y estable si ese pueblo no la quiere”.

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