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Quince balas sin fusil para envenenar una campaña

Carta con balas y amenazas a Pablo Iglesias

Pedro Águeda

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La temperatura de la campaña electoral del 4M ha subido en los últimos días con la irrupción de un agente desconocido hasta ahora en unos comicios madrileños: las amenazas de muerte a políticos. Al envío de sobres con munición al candidato de Podemos, Pablo Iglesias, primero, y a la del PP, Isabel Díaz Ayuso, después, se añade la negativa a condenar los hechos por parte de Vox y las teorías de la conspiración sobre la autoría de los envíos a miembros del Gobierno y a Pablo Iglesias desde el espectro de la derecha. Quince balas han penetrado en la contienda electoral para crispar más aún una cita que todos sus protagonistas afrontan como decisiva para el devenir político del país. 

22 de abril. Los primeros sobres

Al día siguiente del debate electoral en Telemadrid, en medio de los análisis sobre quién podía haber beneficiado más suena el teléfono del candidato de Podemos, Pablo Iglesias. Es su excompañero de gabinete, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para comunicarle un hecho que considera relevante, entre otras cosas por infrecuente: al Ministerio ha llegado una carta con amenazas al líder de los morados y cuatro balas en su interior. Fuentes de la seguridad del Estado aseguran que en los últimos años no hay constancia de un hecho similar. 

El ministro también ha recibido una carta parecida, con munición y hay una tercera, todas enviadas desde el mismo buzón, recibida en la Dirección General de la Guardia Civil, con la directora del instituto armado, María Gámez, como destinataria. Unidas Podemos hace público el hecho y el Ministerio del Interior confirma la información. Las reacciones políticas comienzan en cascada. El alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, condena los hechos pero pide a Iglesias que no los utilice para “criminalizar y estigmatizar a una parte de la sociedad española”. El líder de Vox, Santiago Abascal, dice que “apesta a montaje”.

El sobre dirigido a Iglesias incluye cuatro balas, dos el del ministro y una la que recibió María Gámez. Todas del calibre 7,62, correspondiente a un subfusil. 

Huellas, “taponazos” y ADN

En las horas siguientes comienzan a conocerse más detalles. El autor o autores ha tenido el cuidado de escribir con una regla “hueca” para no dar pistas sobre su caligrafía a los investigadores. El matasellos es del 19 de abril. En la carta a Marlaska, el autor ha escrito: “El tiempo lo tienes en contra para los taponazos”. Se trata de una expresión utilizada por los policías nacionales desde hace décadas para referirse a un disparo. El propio Iglesias hace una intepretación en una entrevista a El Salto: “Que lo sean [policías] o no ya lo veremos, pero han querido decir que lo eran”.

El viernes 30 de abril, cuando la polémica ha pasado a un segundo plano, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, concederá una entrevista al canal 24 horas de TVE en la que asegura que las balas de subfusil se fabricaron en los años ochenta y que han aparecido restos de ADN y huellas en esos envíos. 

Fuentes de la investigación precisan a elDiario.es que el hallazgo es material genético no tiene valor a efectos de identificación y que las huellas son tan nítidas que se cree que pertenecen a la secretaria del ministro. Correos no ha sido capaz de detectar el buzón desde el que se enviaron los tres sobres. A cuatro días de las elecciones la invetigación sobre el envío de esos tres primeros sobres está en punto muerto. 

El hecho de que el contenido de las cartas fuera conocido en las secretarías de los organismos a donde fueron enviados revela un fallo en la seguridad. Correos responsabiliza a una contrata con vigilantes que trabajan a destajo y el empleado al que se le coló el envío en el Centro Integral de Tratamiento de Vallecas es apartado. 

26 de abril. La navaja “aparentemente ensangrentada”

Al día siguiente de que hayan trascendido las primeras amenazas, la candidata de Vox, Rocío Monasterio, se niega a condenarlas durante un debate en la cadena Ser con todos los candidatos a excepción de Isabel Díaz Ayuso. Despacha el asunto con un alegato genérico contra todas las violencias y da a entender que no se cree a nadie del Gobierno. Lo mismo que había dicho horas antes en una entrevista en Radio Nacional. Iglesias abandona los estudios de la Ser y Monasterio jalea su marcha, entre el estupor de los demás contendientes y la periodista Ángels Barceló. El candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, y la de Más Madrid, Mónica García, aguantan en la mesa, pero no esperarán a que acabe el debate. Optan por retirarse entre las protestas de Edmundo Bal, que pide replicar a Monasterio. Psoe y Más Madrid anuncian que no volverán a sentarse con la extrema derecha. Pablo Iglesias celebra que por fin se hayan puesto líneas rojas, dos años y pico después de su entrada en las instituciones y cuando Vox tiene ya 52 diputados en el Congreso. De estar ausentes en las portadas de todos los diarios madrileños, los sobres con balas monopolizan la campaña. 

Y con esa polémica en lo más alto se produce otro hecho que distorsiona aún más el análisis de lo ocurrido: la ministra Reyes Maroto recibe un sobre con una navaja “aparentemente ensangrentada”. A efectos de los investigadores, este nuevo vector se agota en horas. El autor ha puesto su verdadera dirección en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) y su nombre. Los agentes antiterroristas confirman que la identidad es verdadera y de se trata de una persona con una enfermedad mental. No llega a ser detenida. Al día siguiente le tomaran declaración y comprueban que lleva años haciendo ese tipo de envíos, a menudo acompañado de textos inconexos, y que su trastorno le hace inimputable.

27 de abril. El efecto imitación: Una carta para Ayuso y otra para Iglesias

Solo dos días después, en la noche del 27 de abril, se publica que otra carta ha sido interceptada en Correos de Barcelona con dirección a la sede nacional del PP para Isabel Díaz Ayuso. Al tiempo se conoce que una segunda misiva ha sido interceptada en el Cento de Tratamiento Integral de Vallecas con destino a la Dirección General de la Guardia Civil. Ambas contienen también balas.

Los dos sobres han sido enviados con posterioridad a que saltara la polémica. Los investigadores se plantean que ha comenzado el “efecto imitación”. Su contenido, la letra y el origen motivan que desvinculen estos envíos de los primeros que se conocieron. ¿Habrá más pistas? Por la mañana, este periódico avanza que Interior decide poner escolta hasta que finalice la campaña a los candidatos que no la tenía, es decir, todos excepto Díaz Ayuso e Iglesias.

Al mediodía siguiente, elDiario.es desvela que la carta a la Dirección de la Guardia Civil tiene otra vez como destinatario al candidato de Unidas Podemos. Ha sido puesta en un buzón del noroeste de Madrid, en la confluencia entre una calle ancha y una avenida. Esta vez al menos Correos ha permitido que hay constancia de dónde se depositó y en qué franja horaria. Comienza el trabajo de búsqueda de cámaras que hayan podido captar a la persona que deposita el sobre en el buzón. Al cierre de esta edición esas pesquisas no arrojan ningún resultado. 

En cuanto a la carta de Ayuso, alguien la depositó en un buzón de la calle Balmes de Barcelona después de haber escrito en su interior “puta fascista”. Como en el caso de la segunda misiva a Iglesias hay más datos para intentar tirar del hilo. Todas las investigaciones están judicializadas. En el caso de Barcelona, las indagaciones corren a cargo de los Mossos d’Esquadra. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero también ha recibido otra misiva amenazante. 

La carta a Ayuso incluye dos balas del calibre 9 milímetros, para arma corta; en el segundo sobre a Iglesias se repetía en uno de los proyectiles el 7,62 pero los otros tres son del calibre 22. Las dos balas en la carta a Zapatero son del calibre 38. En total, quince balas en sobres para envenenar la campaña. 

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