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Los socios del Gobierno se comprometen con la estabilidad de la legislatura tras aprobar la amnistía aún sin presupuestos

Oriol Junqueras, este jueves en el Congreso de los Diputados

José Enrique Monrosi

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El PSOE siempre imaginó que el día que se aprobara la amnistía las cosas serían sustancialmente diferentes a como transcurrieron este jueves en el Congreso. En mitad de un ambiente enrarecido por el fuego cruzado con la oposición a cuenta de los escándalos del ‘caso Koldo’ y de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, la luz verde a la medida de gracia para los encausados por el procés no va a precipitar la estabilidad política ansiada por Pedro Sánchez. Al menos, no de manera inminente. 

Porque a las zozobras de una legislatura que transcurre a trompicones desde la misma noche del 23J se sumó esta semana el adelanto electoral en Catalunya. Un episodio político clave para la gobernabilidad estatal que ya se ha cobrado una primera consecuencia: no habrá Presupuestos Generales en 2024, como era intención del Ejecutivo. 

Los socialistas, en privado, señalan a la líder de Sumar y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a la que corresponsabilizan del voto en contra de los comunes a las cuentas de la Generalitat, el detonante oficial del adelanto electoral. “No es capaz ni de controlar a los suyos”, dicen en Ferraz. Los de Díaz replican, por su parte, que no solo apoyan la posición de la coalición catalana por respeto a su autonomía política sino también porque el proyecto del megacasino en discordia es una “aberración”, consideran, en términos ecológicos.

Pedro Sánchez, afanado desde el mismo día de su investidura en trasladar la idea de una legislatura larga a pesar de la compleja mayoría parlamentaria que sustenta a su Ejecutivo, dio la orden este mismo miércoles de dejar de alimentar la hipótesis de sacar adelante los Presupuestos de este año. Una tarea que, en cuanto Pere Aragonés apretó el botón de las elecciones, consideraron “poco realista” ante la necesidad de poner de acuerdo a ERC y Junts en pleno combate hacia las urnas. 

“Lo lógico y lo realista es trabajar por los Presupuestos de 2025”, dijo María Jesús Montero a la entrada al Pleno de votación de la amnistía tras asegurar ante la prensa que ese traspié, en su opinión, no ponía en riesgo la viabilidad de la legislatura. “Los Presupuestos están prorrogados, son unos buenos Presupuestos, y las negociaciones que teníamos adelantadas para las cuentas de este año servirán de base para los del año que viene”, afirmó. 

La oposición encontró en ese último giro de guion la percha perfecta para volver a vaticinar que los días de Sánchez están contados. “Esta será la primera ley de la legislatura y la última”, proclamó desde la tribuna Alberto Núñez Feijóo, en referencia a la amnistía. El socialista Patxi López, a la salida del Pleno, le contradijo: “Claro que hay estabilidad, quedan tres años y medio de legislatura”. 

La clave para eso, en realidad, la tienen los grupos parlamentarios que sustentan al Ejecutivo de coalición. Y a juzgar por sus reacciones a las turbulencias en Catalunya y a la confirmación de que no habrá Presupuestos este año, Sánchez parece tener motivos para confiar todavía en una legislatura larga. 

“Vemos la legislatura compleja pero no más que en 2021 o que en 2017”, dijo a las puertas del Congreso el Líder de ERC, Oriol Junqueras, presente en el Pleno durante el debate parlamentario de la amnistía. Junqueras mostró, de hecho, la predisposición de su grupo para mantenerle la mano tendida a Pedro Sánchez más allá del 12 de mayo. “Seguro que podemos seguir entendiéndonos con Sánchez si es para la vida de la gente. Lo que es relevante es que tomemos decisiones útiles para la sociedad y la economía”, dijo. 

En un sentido parecido se expresó Mertxe Aizpurua, la portavoz de EH Bildu, otro socio del Gobierno que también se enfrenta a una cita electoral trascendental, los comicios del 21 de Abril en Euskadi. “Nos habría gustado continuar con la negociación de presupuestos pero tampoco lo consideramos un drama político”, expresó para lanzar un mensaje de continuidad en la colaboración con el Gobierno. 

También el PNV augura que tras el desenfreno electoral de la próxima primavera puede emerger, por fin, una cierta estabilidad política en clave estatal, independientemente del resultado de las vascas, las catalanas y las europeas del 9 de junio. Su portavoz parlamentario, Aitor Esteban, se mostró comprensivo respecto a la decisión de Pedro Sánchez de aplazar la negociación de las cuentas. 

“Yo ya estaba comentando al Gobierno que tenía que asegurarse una mayoría suficiente antes de aprobar el proyecto en Consejo de Ministros, y negociar con dos formaciones que están en pugna electoral podría haber dificultado las cosas. Entiendo la decisión del Gobierno de aplazarlo a 2025, era una alternativa que se podría haber planteado desde el principio porque la dinámica de la política catalana está bastante ligada a la del Estado”, le dijo a la prensa este jueves en el Congreso. 

Esteban aseguró estar confiado en “retomar las conversaciones en el punto en el que estaban”. “Llevábamos mes y medio hablando. Esta última semana habíamos acercado posiciones, no estaba cerrado, había cosas habladas y espero que las retomemos en ese punto. El Gobierno me asegura que los acuerdos a los que ya hemos llegado van a seguir adelante en la siguiente negociación”, detalló. 

La gran incógnita, como siempre, será ver la reacción de Junts al resultado de las elecciones catalanas, a la conformación de ese Govern en base a los posibles pactos y, además, a la aplicación de la ley de amnistía. Los de Carles Puigdemont se muestran cautos a la hora de aventurar por dónde pueden ir los tiros de la legislatura de Pedro Sánchez a partir del próximo otoño, aunque de manera oficial mantienen su apuesta por el entendimiento en base a los compromisos adquiridos en los acuerdos con el PSOE. 

En la Moncloa, mientras, vuelven a practicar su tan ejercitada confianza en que después de llover, escampa. Los planes no han salido como estaban diseñados hace apenas una semana y la ley de amnistía no ha dado a luz todavía la garantía de una legislatura mínimamente sostenible. Y, sin embargo, en el equipo del presidente mantienen intacto su convencimiento de que la sucesión de curvas electorales que se avecina desembocará, por fin, en algo parecido a la calma. 

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