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La guerra está secando Siria

La guerra está provocando un desequilibrio en la gestión del agua del Medio Oriente

Teguayco Pinto

Desde que la guerra de Siria comenzara en 2011, millones de personas han huido del país en lo que ya es uno de los mayores éxodos de la historia reciente. Entre los países de destino se encuentra la vecina Jordania, que ha recibido a cientos de miles de refugiados en los últimos años. Ahora, un estudio científico realizado con imágenes por satélite ha mostrado que este movimiento migratorio está teniendo un importante efecto en el equilibrio hídrico de la región. Siria se está secando, mientras que Jordania acumula más agua.

“El análisis revela que el conflicto armado ha provocado cambios significativos en el uso de la tierra y la gestión del agua en Siria y, en última instancia, un aumento inesperado del flujo transfronterizo a Jordania, un país con mucha escasez de agua y que recibe a muchos de los refugiados que escapan de la guerra”, aseguran los autores en el estudio, que ha sido publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés).

La importancia del agua en Oriente Medio

Oriente Medio es una región donde la escasez de agua dificulta enormemente la gestión de los recursos hídricos y el uso de la tierra agrícola. El efecto más dramático de los últimos años se dio durante la gran sequía que azotó la región entre 2006 y 2008, donde la mala gestión y una excesiva dependencia del riego intensivo limitaron la capacidad de países como Siria para hacer frente a esta crisis.

Los problemas derivados de esta sequía, probablemente agravada por el cambio climático, condujeron al colapso del sector agrícola y a la migración a gran escala a las zonas urbanas, lo que contribuyó empeorar la situación económica y a aumentar la inestabilidad política, llegando, en última instancia, al conflicto armado.

Los autores de la investigación, un equipo de científicos de las universidades de Stanford, Notre Dame y Lval, han centrado su estudio en la cuenca del río Yarmuk, el mayor afluente del río Jordán. Esta zona es de especial relevancia pues Siria la comparte con Jordania e Israel. Además, cabe recordar que la guerra tuvo su inicio en los disturbios que se dieron en la ciudad de Dará, ubicada precisamente en esta cuenca.

La huída hacia Jordania

Tras dos años de conflicto, en 2013 muchos de los sirios que habitaban las zonas bañadas por el Yarmuk terminaron huyendo a Jordania. Según los últimos datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 650.000 personas han huido a este país, de las que al menos 360.000 fueron expulsadas de la cuenca del Yarmuk. Esta migración supuso una gran presión para las infraestructuras jordanas, especialmente para sus recursos hídricos, ya que el país está clasificado como uno de los de mayor escasez de agua en el mundo.

Sin embargo, la crisis de refugiados también coincidió con un aumento inesperado y rápido del caudal del río en el lado jordano. Un aumento que tuvo especial impacto en los niveles del embalse de Al-Wehda situado en la frontera con Siria.

Los investigadores comprobaron que el final de la sequía no justificaba el gran aumento del caudal del río a su paso por Jordania y trataron de averiguar por qué se había producido este cambio. Debido a la dificultad para obtener datos sobre el terreno, los científicos utilizaron imágenes por satélite y compararon ambos periodos, antes y después de las migraciones. Su conclusión fue que la mitad del aumento del caudal se debe al abandono de la agricultura de regadío por parte de Siria.

Según los investigadores, en la zona siria de la cuenca se ha producido “una reducción del 47% del área de tierras de regadío y una disminución del 49% del almacenamiento de los embalses” y aseguran que ambos hechos “son atribuibles al conflicto y a la posterior migración”.

Un beneficio “mínimo” para Jordania

Paradójicamente, la nueva situación parece beneficiar a Jordania, un país que siempre ha tenido problemas de escasez de agua, pese a los acuerdos bilaterales firmados con el país vecino. En las últimas décadas, la parte norte de la cuenca del Yarmuk ha sido explotada por Siria mediante la construcción de 21 presas destinadas al riego agrícola intensivo, lo que ha provocado una reducción considerable del caudal hacia Jordania e Israel. 

Sin embargo, el cambio en el caudal del agua provocado por la guerra apenas compensa las necesidades inmediatas de agua dulce de los cientos de miles de refugiados sirios recibidos por Jordania, ya que el agua que está llenando el embalse de Al-Wehda se utiliza fundamentalmente para regar las tierras agrícolas del valle del Jordán, en lugar de ser desviada a las tierras altas orientales, donde residen la gran mayoría de la población urbana, incluidos los refugiados.

Aún así, “si la reducción observada en la agricultura de riego sirio continúa”, explican los autores del estudio, “el reciente aumento de los flujos transfronterizos tendrá un impacto positivo en la disponibilidad general de recursos hídricos de Jordania”.

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