Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

Israel se puebla de cabañas en la fiesta de Sucot o de Los Tabernáculos

Israel se puebla de cabañas en la fiesta de Sucot o de Los Tabernáculos

EFE

Tel Aviv —

0

La festividad de Sucot, conocida como de Las Cabañas o Los tabernáculos, se origina en las fiestas agrarias de los antiguos hebreos, que agradecían a Dios la cosecha, y lleva estos días a los judíos en Israel a salir a la calle con maderas, martillos y hojas de palma a construirlas.

“La construcción de cabañas sirve para recordar la precariedad de la vida, particularmente la del pueblo judío”, explica a Efe Dana Sharon, una estudiosa del judaísmo que se prepara para ejercer como rabina de la corriente reformista.

“La tradición de las sucot empezó después de la destrucción del Segundo Templo, un acontecimiento traumático con el que los judíos se dieron de bruces con la transitoriedad de la vida. La cabaña es el símbolo de la casa, la casa temporal”, indica.

Antes de que se escribiera la Torá (Pentateuco), la fiesta que después se convertiría en Sucot se celebraba sin fecha fija, dependiendo del clima y de la recolección.

Una vez que se escribe la Torá, uno de sus libros, el Levítico estableció: “En el día décimo quinto del séptimo mes se celebrará la fiesta de los Tabernáculos para Dios durante siete días”, y así se fijó la fecha.

La ley judía indica que justo después del ayuno de Yom Kipur, o Día de la Expiación (que este año tuvo lugar el pasado 30 de septiembre), deben comenzar las construcciones de las sucot.

El silencio del Día de Contrición queda roto por martillazos, voces, caída de maderos al suelo, que se prolonga a lo largo de la noche, dependiendo de la destreza de los constructores.

Las indicaciones de la Mishná (recopilación de la Torá oral) son precisas: el largo de los palos, el material con el que se han de construir, la distancia que deben guardar las cuerdas con las que se amarran los extremos, cosa que se cumple estrictamente en los barrios ultraortodoxos como Mea Sharín, en Jerusalén, y Bnei Brak, cerca de Tel Aviv.

La idea de la fiesta, que comienza hoy y termina dentro de siete días, es pasar el mayor tiempo posible dentro de la sucá, lo cual es un mandamiento y una bendición.

Se debe desayunar, comer, cenar y hasta merendar y tomar el aperitivo bajo la sucá, “también si te apetece un té con galletas a deshora, todo lo relacionado con alimentos se hace en la sucá”, explica Sharon Roter, editora de una revista de educación judía para mujeres.

En la cabaña también se reciben huéspedes y por la noche se contemplan las estrellas a través de las hojas de palma que en las cabañas “kasher” forman el tejado.

“La sucá es un lugar santo, te hace salir de la seguridad de tu hogar a un lugar más expuesto, más cerca de la naturaleza y las estrellas, y si entras en ella estás bendecida porque te rodea entera”, señala Roter, joven madre de cinco hijos, con el cabello cubierto por una pañoleta, al uso de las religiosas judías.

Con el paso del tiempo la fiesta de los Tabernáculos se convirtió en una de las tres Fiestas de Peregrinación del judaísmo, junto con Pesaj (Pascua) y Shavuot (Semanas), en las que los fieles llevaban al Templo de Jerusalén los productos tempranos de sus cosechas.

Y, poco a poco, la precariedad de la sucá se empezó a interpretar también como la fragilidad del pueblo judío en su vagar por el desierto en el éxodo egipcio camino de la Tierra Prometida.

“Creo que el asunto de la salida de Egipto es más decorativo que verdadero en esta fiesta, pero eso no la hace menos importante porque la decoración en las historias es un elemento bonito”, comenta Sharón.

Las cabañas, decoradas con todo tipo de motivos frutales y recordatorios de la travesía egipcia, también tienen que tener cuatro elementos que completan el ritual, llamados “las cuatro especies”: el “lulav” u hoja de palma, hojas de mirto, hojas de sauce y el “etrog” que es un cítrico, tal y como lo indica el Levítico.

Etiquetas
stats