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Las asistentas indias, invisibles y explotadas

EFE

Nueva Delhi —

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Las millones de asistentas del hogar en la India son trabajadoras invisibles, que sufren abusos y explotación debido a la falta de legislación laboral de un sector sin regular y una sociedad que no reconoce su trabajo.

“Ni siquiera me llaman por mi nombre en las casas donde limpio. Me llaman asistenta y si me quejo me dicen que es lo que soy”, dijo a Efe Reena Sanmugan, de 35 años, madre de tres hijos y que limpia siete casas en el sur de Nueva Delhi, donde emigró hace 15 años.

La situación de Sanmugan resume el destino de muchas de las 10 millones de mujeres que trabajan como asistentas en el país, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Por su labor, Sanmugan recibe 600 rupias (7 euros) al mes en cada una de las tres casas donde solo limpia; si además friega los platos el pago es de 800 rupias (9,4 euros) como hace en dos hogares más y en los otros dos lugares donde también lava la ropa el salario asciende a 2.000 rupias (23 euros).

En las siete casas donde trabaja tiene tres jornadas libres al mes y si se coge vacaciones no le pagan esos días.

Las 7.400 rupias (87 euros) que gana en total más las 10.000 rupias (117 euros) que obtiene su marido como chófer les da para vivir en un habitación de 4,5 metros cuadrados en un barrio de chabolas: más pequeña que muchos de los baños de las casas que limpia para ganarse la vida.

Sus tres hijos viven con sus abuelos en la sureña ciudad de Madrás, de donde procede.

En las últimas décadas la demanda de asistentas se ha disparado en el país asiático con el aumento de la clase media y la incorporación de las mujeres más pudientes al mundo laboral.

La OIT estima que entre 2001 y 2010 el número de empleadas del hogar ha crecido un 70 % en la India.

Pero este trabajo es informal, no está regulado y forma parte del mercado negro, al igual que en torno al 90 % de la economía india.

Esta “informalidad” del sector deja a las trabajadoras del hogar sin protección legal, sin contratos, desprotegidas ante sus empleadores que imponen sus condiciones y no tienen derecho a pensiones, sanidad pública ni vacaciones.

“La justicia social es un derecho fundamental básica de todos los trabajadores”, explicó recientemente en Nueva Delhi en una conferencia sobre el trabajo doméstico la directora de la OIT en el sur de Asia, Tine Staermose.

“Necesitamos cambiar la mentalidad y ver a las asistentas como seres humanos con dignidad, con una vida propia”, añadió Staermose. El Gobierno preparó una ley de trabajo doméstico en 2009 pero desde entonces palidece en los corredores del poder y no parece que vaya a ser aprobada en un futuro próximo.

La India tampoco ha ratificado la convención de trabajadores del hogar aprobada por la OIT en 2011.

Algunos activistas afirman que la ley no se aprobó ni se ratificó la convención porque perjudica los intereses de las clases económicas dominantes, que con el sector sin regular imponen sus condiciones.

“Me pagan mal, me hablan mal, me tratan mal. Pero aguanto porque tengo hijos que alimentar”, afirmó Sanmugan.

Las malas condiciones que sufren estas mujeres solo llega a los medios de comunicación y se debate cuando afloran casos de tortura o esclavitud.

Una azafata de avión fue detenida en Nueva Delhi en octubre del año pasado cuando se descubrió que tenía en condiciones de esclavitud como asistenta a una niña de 12 años a quien golpeaba, no alimentaba y mantenía encerrada.

Un mes más tarde un parlamentario indio y su esposa fueron detenidos acusados de matar a su asistenta, a quien supuestamente torturaban y daban palizas: la empleada apareció muerta en la casa donde trabajaba.

Más recientemente, la exvicecónsul india en Nueva York Devyani Khobragade fue detenida acusada de falsear los datos sobre el sueldo de su empleada doméstica -de poco más de un dólar a la hora- y retenerle el pasaporte.

La trabajadora del hogar, Sangeeta Richard, acabó huyendo al sentirse maltratada, pero denunció su caso a un grupo de ayuda a inmigrantes, lo cual inició la acción de la Fiscalía de Nueva York.

El episodio causó una pequeña crisis diplomática entre la India y Estados Unidos.

El país asiático se indignó por la detención de la diplomática y corrieron ríos de tinta y horas de televisión con el abuso estadounidense.

Sin embargo, el abuso de la diplomática a la asistenta no despertó demasiada indignación entre sus compatriotas.

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